miércoles, 8 de octubre de 2025

Iglesias, parroquias, conventos, basílicas, monasterios, capillas..... II

 

Iglesia de San Jacinto

El presbítero Baltasar de Brun y Silveira era un vecino acaudalado de Sevilla. Sus padres eran Antonio de Brun y Bárbola de Silveyra, de la isla de Fayal, en las Azores. Baltasar de Brun quiso fundar un convento en una parcela propia del paraje de Cantalobos, situado entre el Hispital de San Lázaro y la fuente del Arzobispo. Al principio quiso que fuera de los premonstratenses, pero finalmente decidió que este fuera de los dominicos. Esto fue autorizado por el provincial de la orden, Alonso Romero, y el arzobispo, Fernando Niño de Guevara, en 1603. El convento, que tuvo como titular a San Jacinto, contaba con una iglesia y una casa en la que vivieron un buen número de religiosos. Baltasar de Brun vivió en el mismo hasta su fallecimiento, en 1609.

El convento se encontraba cerca del río Guadalquivir, en una zona que podía inundarse con las crecidas, y lejos de la ciudad, lo que no lo hacía apropiado para albergar el centro de enseñanza que el patrono Baltasar de Brun había dispuesto en su testamento. Por esto, los dominicos se trasladaron a donde se encontraban la ermita y el hospital de Nuestra Señora de la Candelaria, en el barrio de Triana. Este conjunto pertenecía a la Hermandad de Nuestra Señora de la Candelaria. La hermandad le cedió estos inmuebles a la orden en 1651 a cambio, entre otras cosas, de que la Virgen de la Candelaria estuviera en el altar mayor de la iglesia y que fuese titular del convento, que la hermandad pudiera celebrar sus cultos en el templo y que en él se diese sepultura a Bartolomé de Oro Urrialdua, fundador de la hermandad, y a su familia.

En el convento se impartían clases de gramática, teología y artes. Los priores de los conventos de San Pablo y Porta Coeli visitaban periódicamente el lugar para asegurarse de que se cumplía con el testamento del patrono y recibían seis ducados como pago por realizar la inspección. El centro albergaba hasta cuarenta alumnos. En 1779 constan en el convento una cátedra de Latinidad y otra de Teología Moral. En el convento solía haber unos veinticinco religiosos.

Los dominicos construyeron su iglesia conventual en este lugar en el s. XVII. Esta se desplomó el 30 de mayo de 1730, por lo que hubo de levantarse otra nueva. El diseño del nuevo templo probablemente sea de Matías José de Figueroa, que dirigió las obras hasta 1740. Las obras fueron continuadas por un desconocido maestro de albañilería de la Audiencia. Dos años después, en 1742, una de las bóvedas se vino abajo, pero las obras siguieron adelante, y en 1774 la comunidad comunicó al cabildo eclesiástico que ya se encontraban concluidas.

La iglesia fue inaugurada el 29 de enero de 1775.

En 1810, con la invasión francesa de Sevilla, el convento fue exclaustrado y usado como establo. Los frailes regresaron en 1813. En 1833 se estableció aquí una casa de curación del hospital provincial para tratar a enfermos de una epidemia de cólera, por lo que los frailes se trasladaron al convento de San Pablo. Los religiosos regresaron posteriormente. Finalmente, el convento fue desamortizado en 1835. La iglesia se mantuvo abierta a cargo de un capellán. En 1844 se construyó donde habían estado las dependencias del convento, el teatro Guadalquivir, que fue dirigido por el antiguo actor Joaquín Calderi. Con el régimen surgido de la Revolución de 1868, entre 1868 y 1869 el convento pasó a ser propiedad municipal y se instalaron en él oficinas y una escuela de primaria, para lo cual se derribaron otras dependencias conventuales.

Los dominicos regresaron en 1906 y construyeron un nuevo convento junto al templo. El cardenal arzobispo Jose María Bueno Monreal le otorgó a esta iglesia el rango de parroquia en 1966.

El templo se organiza a partir de una planta rectangular muy alargada, que cuenta con tres naves y crucero. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista, mientras que la central lo hace a través de una bóveda de cañón compartimentada por arcos fajones y con lunetos entre los tramos.

En el centro del crucero dispone de una gran cúpula con tambor sobre pechinas, realizada con nervios dobles enmarcados por líneas ondulantes que apoyan sobre columnas pareadas salomónicas acanaladas en su tercio inferior.

El edificio responde de lleno a su traza del s. XVIII. Acabado en ladrillo avitolado y en colores almagra y ocre. En la fachada principal hay un gran óculo y la esbelta portada barroca. La portada cuenta con un arco de medio punto dentro del cual hay un frontispicio con una hornacina.

Cuenta con una espadaña en ángulo recto con respecto a la fachada principal. Su diseño barroco recuerda a otra similar, de Leonardo de Figueroa, padre de Matías José, para la iglesia de la Magdalena de esta misma ciudad.




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