martes, 14 de octubre de 2025

La Judería sevillana

 

      Judería

La antigua judería de Sevilla y de la muralla que la rodeaba siglos atrás, de la que solo queda visible un lienzo de muro de unos 10 metros aproximadamente. El resto permanece bajo tierra, adosado a otras edificaciones o desaparecido.

Bajo la monarquía visigoda pudieron vivir en paz hasta la conversión de Recaredo al catolicismo en el año 586, cuando las condiciones se vuelven adversas y comienza su persecución. Sin embargo, la presencia judía, aunque menguada, continúa en Sevilla durante el 700 pues se sabe que algunos lucharon por defender la ciudad en el 712 frente a los musulmanes. Con estos llega una etapa de calma para la población hebraica.

Los judíos solían asentarse en lugares bien defendidos, al amparo de fortalezas y castillos que el propio rey les concedía para que pudieran defenderse con facilidad y si no los hubiere, levantaban una muralla que los defendiera de ladrones o del asalto de sus vecinos (esto se dio en Sevilla, donde la judería nace junto al Alcázar y se extiende junto a las murallas de la ciudad en sentido norte, aprovechando la muralla almohade que los protegía del exterior y luego el muro interior que los defendía del resto de la ciudad). Generalmente poseían una puerta de salida directa extramuros, por la que podían salir de la ciudad sin transitar por la zona cristiana, con lo cual en caso de necesidad podían salir rápidamente (en el caso sevillano sería la Puerta de la Carne).

El período de calma terminará con la llegada de los almohades y los judíos se dispersaron por otras ciudades como Lucena o Toledo. Muchos estos judíos emigrados a Toledo tras la invasión almohade, volvieron a Sevilla con la llegada de los cristianos durante el s. XIII.

Es en 1252, con la llegada al trono de Alfonso X tras suceder a su padre el rey Fernando III, cuando se hace entrega a los judíos de tres antiguas mezquitas para su uso como sinagogas y que luego pasarían a ser iglesias. Son la antigua y desaparecida iglesia de Santa Cruz, situada en la actual plaza de Santa Cruz; la iglesia de Santa María la Blanca, donde aún pueden apreciarse detalles de su pasado como sinagoga y como mezquita; y la antigua iglesia de San Bartolomé, sustituída en el s. XVIII por la actual.

La ciudad estaba, como bien sabemos, cercada por las murallas que los almohades habían levantado para proteger Isbilya y dentro de este recinto, un muro interior cerraba lo que fue la segunda comunidad judía en importancia de Sefarad tras la toledana.

Por el este, la muralla almohade hacía también de muralla de la judería de Sevilla, desde el Alcázar hasta las cercanías de la Puerta de Carmona. La entrada por tanto desde el exterior de la ciudad a la judería se hacía por la Puerta de la Carne, donde comenzaría la calle principal, su eje central, donde se encontraban la mayor parte de palacios, casas importantes, tiendas y una de las sinagogas. Era la calle larga, la que atravesaba el barrio y que aún hoy conduce desde Puerta de la Carne a San Nicolás, o sea, la actual calle Santa María la Blanca y su prolongación en la calle San José. Al final de la calle, llegando a donde hoy encontramos la iglesia de San Nicolás, se encontraría una de las puertas interiores de la judería, una de las entradas y salidas y que comunicaban el recinto con el resto de la ciudad.

Un lienzo de muro pasaría por lo que hoy es el convento de la Encarnación (aún se conserva una torre defensiva almohade en su interior, visible aunque con dificultad desde la calle), la trasera de la actual Casa de la Provincia y que llegaría a las murallas que cierran el Patio de Banderas en la calle Romero Murube, junto a la primitiva puerta del recinto palaciego aún conservada.

Pues bien, el muro interior de la antigua judería partía del Alcázar en un punto incierto, no queda claro aún en que punto enlazaba con los del Alcázar, muchos opinan que probablemente pudiera ser en el entorno de la actual plazuela de Santa Marta. Desde este "incierto punto" la muralla de la judería iría subiendo hacia el este hasta salir a la Borceguinería, la actual Mateos Gago a lIglesia del señor san Joséa altura de la confluencia con Rodrigo Caro. Al llegar al cruce con Mesón del Moro encontraríamos la primera puerta de la misma, para desde ahí continuar por Mateos Gago, donde las obras de 1989 permitieron descubrir bajo el pavimento los restos del antiguo muro.

Una vez llegamos al final de Mateos Gago, la muralla giraría a la izquierda, recorriendo ese tramo de la calle Fabiola. Es precisamente ahí donde podemos ver los únicos restos visibles de la cerca interior de la judería.

La muralla continuaría por la actual calle Federico Rubio y antes de llegar al final de la calle, la muralla giraría a la derecha lindando con las dependencias del actual convento de Madre de Dios y pasaría frente a la actual iglesia de San Nicolás formando una plazuela conocida como Cabeza de Malos y ahí se abriría la segunda puerta de este muro interior, precisamente al inicio de la via principal que antes citamos y que llevaría hasta la puerta de salida de la ciudad, la Puerta de la Carne.

De Cabeza de Malos la muralla continuaría por la actual Conde de Ibarra hasta llegar a la Plaza de las Mercedarias donde el muro la cruzaría en diagonal hasta toparse con lo que hoy es el Palacio Mañara y ahí girar en ángulo recto a la izquierda (restos encontrados en el interior del palacio durante su rehabilitación lo atestiguan) y subir en paralelo a la actual calle Vidrio, girar a la derecha a la altura de calle Armenta y continuar por calle Tintes buscando unirse con la muralla almohade de la ciudad.

Recientemente se han llevado a cabo obras de mejora en Mateos Gago y se ha decidido marcar en el pavimento con dos lineas de adoquines el trazado de la antigua muralla, algo que es de agradecer puesto que ayuda a no olvidar lo que fue esa zona de la ciudad tiempo atrás, su importancia y su triste final.

El 6 de junio de 1391, la población cristiana enfurecida entró en la judería quemando casas, asesinando judíos y saqueando lo que podían.

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