Iglesia San Luís de los Franceses c/ San Luís, 37 La Compañía de Jesús llegó a Sevilla en 1554 y construyó una iglesia, una casa profesa y un noviciado. De todas estas edificaciones únicamente se conserva la iglesia de la Anunciación.
El noviciado jesuita de San Luís fue fundado en 1600 por expreso deseo de Juan Fernández de Castro, caballero sevillano con estrecha relación con la Compañía de Jesús, casi medio s. después de la llegada a la ciudad de los primeros miembros de la orden. Para ese momento, aparte de la casa profesa, instituida en 1557, se habían creado toda una serie de establecimientos de enseñanza extendiendo la presencia de los jesuitas por la urbe.
Disponer de un noviciado capaz en una ciudad de la importancia de Sevilla era esencial para llevar a cabo los planes de expansión de la orden. Se trataba del lugar que acogería, durante al menos tres años, a los aspirantes a miembros de la Compañía, quienes tenían que superar hasta cuatro probaturas para devenir en profesos. Por tanto, su importancia estratégica era trascendental, pues un noviciado repleto de futuros jesuitas garantizaba la continuidad y expansión de la obra de San Ignacio de Loyola no sólo en Sevilla y su territorio, sino también en los territorios de ultramar. En este contexto se suceden toda una serie de donaciones a la orden con el fin de lograr la fundación del deseado noviciado, se adquirieron en 1602 ‹‹las casas principales viejas del duque de Alcalá que están junto a la Parrochia de Sta. Marina››, un edificio que carecía ya de uso, pues desde 1483 la noble familia se había trasladado a su nueva residencia, la hoy conocida como “Casa de Pilatos”. Después de un breve proceso de reformas, se estrena la casa e iglesia el 11 de enero de 1604, dedicando la fundación a San Luis, rey de Francia en honor de la onomástica de la fundadora y patrona Luisa de Medina, viuda de Juan Fernández de Castro, les donó unos terrenos para un nuevo edificio más grande y una nueva iglesia con la condición de que ella fuera enterrada la Capilla Mayor y que la iglesia fuese dedicada a su santo patronímico, San Luis (Luis IX, rey de la Francia medieval, primo hermano del rey Fernando III de Castilla y León que conquistó Sevilla). Otro factor que influyó en la dedicación a San Luis es que los jesuitas quisieron tender puentes con la monarquía española y concretamente con la nueva dinastía francesa iniciada con Felipe V de Borbón, para evitar ser expulsados. El hecho es que la presencia en la iglesia de la corona, atributo de los reyes, y la flor de lis (símbolo de los Borbones presente también en el escudo de España) subraya la vinculación entre los monarcas y la religión católica.
En 1609 ya se había trasladado el noviciado.
En 1695, problemas de estabilidad en el presbiterio de la primera capilla pusieron en peligro a los que allí celebraban los oficios religiosos. Estos sucesos serían el detonante para que cuatro años más tarde, en 14 agosto de 1699, se iniciasen las obras de la nueva iglesia pública que se terminó en 1730 y fue inaugurada en 1731 con el nombre de Iglesia de San Luis de los Franceses.
Años más tarde, en 1764, se construyeron las escuelas pías, completando el proyecto fundacional de la institución. Pero pocos años pudo disfrutar la Compañía de Jesús de tan destacado centro de formación, pues los jesuitas fueron expulsados de España en 1767 por Real Orden de Carlos III, con la consecuente incautación y nacionalización de todos sus bienes.
Retomando las andanzas de la comunidad de San Diego, ante la problemática de haber quedado sin un lugar digno en el que habitar, se instalaron en el abandonado noviciado, estableciendo allí el convento. El conjunto formado por iglesia, dependencias del noviciado y escuela, que aún subsiste se encuentra ubicado en la calle San Luís. Su estado de conservación era en aquel año de 1784 satisfactorio. No obstante los frailes consideraron oportuno llevar a cabo una serie de reformas, con el fin de adecuar los espacios a sus necesidades. Los jesuitas volvieron en 1817, hasta que la nueva expulsión de 1835 les obligó a abandonar definitivamente el conjunto.
Desde entonces el antiguo noviciado ha tenido diversos usos: seminario, convento franciscano, hospital de venerables sacerdotes, fábrica en el s. xix y hospicio hasta los años sesenta del s. xx. La iglesia permaneció cerrada y sin culto muchos años.
Actualmente la iglesia pertenece a la Diputación Provincial de Sevilla.
Iglesia San Isidoro
Se sitúa en una de las cotas más elevadas de la ciudad, donde, como demuestran las excavaciones arqueológicas, se realizan los primeros asentamientos de la misma. Pertenece al grupo de parroquias fundadas inmediatamente después de la conquista de la ciudad en 1248. La iglesia actual se construyó a mediados del s. XIV, siguiendo los parámetros góticos-mudéjares propios del momento histórico en que se inscribe. A finales del s. XVI o principios del XVII se reconstruyó de nuevo toda la cabecera de la iglesia, ampliando el presbiterio y creando dos capillas laterales: la de San Juan Nepomuceno (luego de los Villalpando) y la de los Maestres. Durante el s. XVIII se agregan al templo las capillas de la nave del Evangelio y se realizan diversas reformas.
Por su privilegiada ubicación en el centro urbano hispalense, la iglesia parroquial de San Isidoro disfrutó de una numerosa y activa feligresía que impulsó la creación de capillas en el templo y efectuó numerosas donaciones. Fueron vecinos de la collación, figuras tan ilustres como Miguel de Cervantes y Bartolomé Esteban Murillo.
Iglesia San Vicente
Se trata de una iglesia gótico-mudéjar de las muchas que se levantaron en el interior del recinto amurallado de la ciudad durante el s. XIV, si bien ésta es una de las que resultaron más reformadas y ampliadas de ese grupo en los siglos siguientes, en especial en los comprendidos entre el XVI y el XIX.
Levantada, al parecer, sobre los restos de un templo paleocristiano y visigodo, la iglesia al exterior casi no presenta rasgos de su estructura original, salvo una portada gótica situada a los pies, muy sobria y sencilla, formada por unas simples arquivoltas de arcos apuntados.
Iglesia Santa María la Blanca
Se construyó en el s. XIII como sinagoga.
Tras la conquista de Sevilla en 1248, Fernando III cedió a los judíos tres edificios para que fuesen sus sinagogas.
Alfonso X en 1252 donó a los judíos de la zona de San Bartolomé y Santa Cruz este templo
En 1391 se transformó en un templo cristiano, tras las matanzas cometidas en la Judería de Sevilla. Al convertirse en iglesia cristiana, el Cabildo Catedralicio le impuso el nombre y la advocación de Santa María de las Nieves.
Era de estilo gótico-mudéjar. En 1642 se hizo la capilla bautismal. Entre 1642 y 1646 Diego Gómez construyó la capilla de la hermandad sacramental en la parcela de un local anejo a al templo. La capilla mayor fue realizada en 1660. Entre 1662 y 1665 se reconstruyeron la nave de la iglesia y las bóvedas.
En julio de 1662, Justino de Neve contrató con Juan González la construcción de las bóvedas de la iglesia. El proyecto consistió en hacer una bóveda central con lunetos y una cúpula sobre pechinas. También cambió las antiguas columnas de piedra por otras nuevas, realizadas por el cantero Gabriel de Mena en jaspe de las canteras de Antequera.
La portada lateral, con acceso desde la calle Archeros, conserva dos fustes romanos coronados por sendos capiteles visigodos, que corresponden a la antigua sinagoga. Las yeserías de la bóveda central y de la cúpula fueron realizadas por Borja y Pedro Roldán.
La reforma del templo en el s. XVII fue costeada con una colecta realizada por el visitador del arzobispado, Justino de Neve, que era miembro de la hermandad sacramental.
En esta iglesia estaba enterrado Bartolomé Esteban Murillo 1682 y con el derrumbamiento, sus restos quedaron sepultados. Por ello, hay una placa en la fachada oeste de la plaza que nos recuerda el lugar en el que reposaba el artista.
Antigua sinagoga-Iglesia de San Bartolomé
Tras las matanzas en la Judería, el 9 de enero de 1396, el rey Enrique III confiscó los bienes de los judíos y las 3 sinagogas, concediéndoselas a su Justicia Mayor, Diego López de Zúñiga y a su Mayordomo, Juan Hurtado de Mendoza. Estas concesiones no llegaron a efectuarse porque el Cabildo Secular se incautó de las mismas y se las entregó al Cabildo Catedralicio, que dispuso que Santa Cruz y Santa María la Blanca quedaran afectas a la Catedral de Sevilla como capillas y que la que en el futuro sería la iglesia de San Bartolomé la única que continuara como sinagoga.
En torno a 1470, la Parroquia de San Bartolomé el Viejo se trasladó a la sinagoga de la Judería y en su conversión a templo cristiano, se hicieron varias obras. Este templo reformado se denominó San Bartolomé el Nuevo y pasó a ser de culto cristiano en 1490.
En 1779 la iglesia se derribó, pero en el mismo lugar se edificó un nuevo templo en 1786, que ha llegado hasta nuestros días.
Iglesia San Marcos, c/ San Luís
Fue realizada en el s. XIV en estilo gótico-mudéjar.
Se trata de una de las calles de mayor trascendencia histórica, pues en ella estuvo el cardo máximo de la ciudad romana, que posteriormente sería calle mayor de la Sevilla islámica, gracias a confluir en uno de sus extremos uno de los principales accesos a la ciudad desde el exterior, la actual Puerta de la Macarena.
Sus características generales responden a las de las iglesias parroquiales del del s. XIV, de estilo gótico-mudéjar, siendo una de las menos transformadas de ese grupo, a pesar de las muchas vicisitudes sufridas por el edificio a lo largo del tiempo.
De planta rectangular, cuenta con tres naves, siendo las laterales de testero plano y la central de ábside ochavado cubierto con bóvedas nervadas de ladrillo. De gran prestancia son los arcos que separan estas naves, de arco de herradura apuntados y enmarcados en alfiz, que descansan sobre pilares rectangulares. El arco toral o de acceso a la Capilla Mayor es de estilo gótico u ojival, apuntado, y se apoya en dos grandes columnas.
El interior del templo, de paredes blancas, se encuentra prácticamente libre de decoración añadida, lo que hace resaltar aún más la belleza de sus elementos constructivos, destacando entre sus bienes muebles una imagen de San Marcos que se atribuye al círculo artístico de Juan de Mesa. Destaca también la imagen de un Cristo Yacente, obra del escultor José Lemus, y el busto de dolorosa tallado por Pedro de Ávila.
Del exterior sus elementos más sobresalientes son su portada principal, situada a los pies, y la torre, ubicada en ángulo junto a ella.
Dicha portada es de finales del s. XV, de estilo gótico, realizada en piedra y con arquivoltas, siendo las exteriores (primera y última) decorada con los característicos dientes de sierra o puntas de diamantes. A ambos lados cuenta con pequeñas figuras sobre pedestales y con doselete, y en el frente superior muestra una franja horizontal decoración con tramos de sebka, de clara influencia mudéjar.
La esbelta torre de San Marcos alcanza los 22 metros de altura. Está decorada con sebka, igual que la Giralda y otras torres hispalenses, en su parte más alta. Y cuenta con ventanas afiligranadas. En 1603 Vermondo Resta le añadió el campanario.
Esta torre fue restaurada en 1916 por el arquitecto sevillano Aníbal González a expensas de Federico de Amores y Ayala, conde de la Torre de Guadiamar.
Fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
Iglesia San Antonio Abad c/ Alfonso XII (antigua calle de Las Armas).
Iglesia del Señor San José.- c/ San José núm. 17
De estilo barrococonstruida entre los años 1628-1636, proyectado por el arquitecto Diego Hómez y Fray Juan de Santa Moría
Convento de las monjas dominicas “Madre de Dios de la Piedad”
Fue la 4ª sinagoga de la Judería. Hay quien asegura que la mandó construir el mismo Samuel Ha-Leví, el tesorero de Pedro I, también constructor de la Sinagoga del Tránsito de Toledo.
Como las riadas del Guadalquivir de 1495 arruinaron el convento de esta orden dominica, las monjas solicitaron ayuda a Isabel I reina de Castilla y León–quien se alojaba en su convento cuando visitaba la ciudad-, quien les concedió esta propiedad (incluía un grupo de casas y la sinagoga) puesto que los judíos ya habían sido expulsados 3 años antes. En la estructura exterior podemos contemplar elementos mudéjares de la antigua estructura de la sinagoga.
Posteriormente
fue ampliado con la construcción de la iglesia en el s. XVI, gracias
al apoyo de Felipe III y familias nobles de la ciudad, como la de
Hernán Cortes y del capitán Andrés Berdome, este último cedió
fincas urbanas y rurales que generaron grandes rentas.
La
Revolución de 1868, expulsó a la comunidad del edificio, regresando
en 1877, aunque el convento se había reducido a un tercio de su
tamaño, 2650 m2, al ser ocupado por diversas instituciones
oficiales, hospitales y escuelas.
Convento Santa Ana c/ Santa Ana, 34
El convento se funda en la localidad de Paterna del Campo, trasladándose a Sevilla en 1564, y en 1606 a su actual sede. Pertenece a la Orden de Carmelitas calzadas. Durante la Revolución de 1868, el convento fue exclaustrado, teniéndose que trasladar las monjas al de san Leandro, retornando nuevamente tras la restauración en 1875.
La entrada al torno se hace por una puerta que da acceso a un pequeño compás que conserva todo el ambiente de los patios sevillanos al que se suma la espiritualidad que caracteriza a los conventos de la orden del Carmen. La iglesia es de una sola nave y alberga un retablo mayor presidido por una imagen de la Virgen del Carmen a cuyos lados hay imágenes de San Joaquín y San José, así como esculturas en el ático de Santa Ana con la Virgen a cuyos lados se sitúan las de Elías y Eliseo; es obra de finales del XVII y pertenece al entorno de Cristóbal de Guadix.
Este convento fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1990.
- Retablos: San Juan Bautista, s. XVII anónimo. Virgen de la Estrella, s. XVII, anónimo. Mayor, s. XVIII, Cristóbal Guadix. San Juan Evangelista, x. XVIII anónimo.
- Esculturas; Santa Ana y la Virgen, s. XVII, Martinez Montañes. San Juan Bautista, s. XVII, Martinez Montañes. Virgen de la Estrella, s. XVII, anónimo. San Juan Evangelista, s. XVII, anónimo. Virgen del Carmen, s. XVIII, anónimo.
- Pintura: Visión del Profeta Elias, s. XVIII, Andres Rubira. Vigen de Guadalupe, s. XVIII, Nicolas R.Juarez.
- Otros; Ostensorio, s. XVII, anónimo. Naveta, s. XVII, anónimo. Yeserías, s. XVII, anónimo. Cáliz, s. XVIII, anónimo. Copón, s. XVIII, anónimo.
Convento Santa Clara y Torre de Don Fadrique.
Tras la conquista de Sevilla por el rey castellano-leonés Fernando III, se hizo el reparto de la ciudad de Sevilla, distribuyendo sus terrenos entre los caballeros que participaron en la campaña.
Al infante Fadrique, hijo de Fernando III y de su primera esposa Beatriz de Suabia y hermano de Alfonso X, le corresponde un solar al oeste de Sevilla, cerca del río Guadalquivir. Allí manda levantar una torre defensiva, que debía formar parte de un palacio. El palacio nunca se levantó, debido a la muerte del propio Fadrique.
La leyenda nos cuenta que el rey Fernando III enviudó de su esposa Beatriz de Suabia, y a pesar de su avanzada edad, formó matrimonio con la hermosa y joven Juana de Pointhieu, descendiente de la familia real francesa, la cual enviudó pronto, como era de esperar. La reina viuda residía en el Alcázar de Sevilla, adonde llegó el infante Fadrique, hijo del difunto Fernando III y, por lo tanto, hijastro de Juana de Pointhieu. La edad de ambos difería en dos años, 25 y 27, y la atracción entre ambos se produjo inmediatamente. Los encuentros entre ambos eran continuos, y en la época se pensaba que la torre que construyó Fadrique para reforzar la seguridad, realmente era para alojar los encuentros de la reina y el infante. Ni la nobleza ni el pueblo aceptaba esta relación, lo que se tradujo en el traslado de la reina a Francia.
El entonces rey Alfonso X, hijo de Fernando III y hermano del infante Fadrique, autorizó procesos contra éste, obligado por la nobleza y el clero. Acusado de ofensa real al tener amores ilícitos con la viuda del rey y madrastra propia, fue condenado a muerte, siendo ejecutado en Burgos en 1277.
El escenario de esta relación fue sin duda la llamada Torre de don Fadrique, es de planta cuadrada de 5,40 metros de lado, con tres pisos, siendo en su mayor parte de ladrillo, salvo algunos elementos (sillares del piso bajo, esquineras del último puerta, huecos y bóvedas), que están labrados en piedra. Estrechas saeteras en el primer piso, ventanas de traza románica en el segundo, que se transforman en góticas en el tercero, para culminar con una azotea almenada sobre bóveda gótica de ocho paños.
En 1.289, el rey castellano Sancho IV entrega aquellos terrenos a las monjas clarisas, que en torno a la torre levantan el convento de Santa Clara.
En 1.920 el ayuntamiento de la ciudad adquiere lo que quedaba de la huerta, la torre y algunas dependencias que ya no eran utilizadas por la comunidad de clarisas, estableciéndose una servidumbre de paso a través del compás.
En 1.925 se crea allí el Museo Arqueológico Municipal depositándose numerosas piezas propiedad del Ayuntamiento, para lo que se construye un pequeño edificio anexo.
Entre los años 1.997 y 1.998 se pretendió hacer de la torre y su jardín, así como del cerrado convento, parte del museo de la ciudad. Para ello, y a la luz de un plan especial, se pretendía acondicionar 4.000 m2 rehabilitando y ampliando los jardines existentes.
La Torre de don Fadrique está protegida según declaración del Decreto del 22/04/1949, y la Ley 16/1985 en referencia al Patrimonio Histórico Español.
Convento Madre de Dios
La fundación del convento se produjo el año 1472, promovido por Isabel Ruiz de Esquivel, viuda de Juan Sánchez de Huete. En 1495 una inundación del convento, que se encontraba entonces en Triana, motivó la solicitud de ayuda a la reina Isabel I de Castilla, que les concedió unas casas de la antigua judería de Sevilla, pertenecientes a la comunidad judía.
La remodelación del convento comenzó en el año 1551 siendo objeto de una serie de privilegios por parte de Felipe III que hicieron que un buen número de aristócratas ingresaran en la orden.
En el aspecto histórico, la iglesia del convento puede considerarse como panteón de ilustres personalidades. Las estatuas yacentes de la capilla mayor, debidas a los escultores Juan de Oviedo y Miguel Adán, son las de doña Juana de Zúñiga, viuda de Hernán Cortés, y de su hija Catalina. Se encuentran también los enterramientos de tres bisnietas de Cristóbal Colón que profesaron en el convento y el de Beltrán de Cetina, padre del famoso poeta sevillano Gutierre de Cetina.
Convento Santa Isabel, c/Hiniesta, 2
Fue fundado en 1490, por la viuda de Gonzalo Farfán de los Godos, Isabel de León, dedicándolo a la Visitación de Santa Isabel y a San Juan Bautista, como sede para alojar a las religiosas de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén.
Una gran parte de este conjunto conventual fue transformado y reutilizado después de la desamortización, siendo usado como cárcel de mujeres, después como Casa de Arrepentidas, y más adelante como centro docente. Desde mediados del s. XIX el convento quedó regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa, fundada por Dolores Márquez Romero y Onoro, cuyo cuerpo se encuentra enterrado en el coro bajo, junto con el del otro promotor de la congregación, el sacerdote Francisco García Tejero.
Convento Santa Paula c/ Santa Paula, 11
Es un monasterio de clausura monástica de monjas de la Orden de San Jerónimo y un monumento histórico que se encuentra situado en el interior del centro histórico de la ciudad de Sevilla, a espaldas de la Parroquia de San Marcos y muy próximo a otro de los grandes conventos sevillanos, el de Convento de Santa Isabel. En el pasado contó con una extensión de terreno muy considerable, ocupado en especial por sus huertas.
En la actualidad su configuración es muy compleja, a consecuencia de las diferentes modificaciones y reformas llevadas a cabo a lo largo de su historia. Así, en su interior se combinan construcciones de gran interés arquitectónico con otras muy sencillas de tipo doméstico, que se organizan en torno a amplios espacios vacíos destinados a patios, jardines o compases.
Convento Santo Angel c/ Rioja, 23
Ubicado junto a la Plaza de la Magdalena y perteneciente a la Orden Carmelita. Destaca por su templo, edificado entre 1603 y 1608 por el arquitecto Alonso de Vandelvira, de tres naves con cruceros de brazos cortos. Tiene un rico patrimonio en el que destaca el Cristo de los Desamparados, realizado por Juan Martínez Monatañés en el s. XVII.
El convento cuenta también con una valiosa biblioteca-museo, en el que se realizan exposiciones de distinta índole, especialmente de imaginería. Destaca la colección de Niños Jesús y los 8000 volúmenes que van desde el s. XVI hasta nuestros días.
Convento Santa María de Jesús
El edificio se levantó a finales del s. XVI, con importantes reformas en 1696 y 1850. Se estructura a partir del claustro principal alrededor del que se abre la iglesia, el refectorio, la enfermería, la sala capitular y los dormitorios. En el muro exterior se abre una portada adintelada y rematada realizada por Alonso de Vandelvira con un relieve de la Virgen con el Niño esculpido por Juan de Oviedo, en 1695.
El templo está formado por una sola nave con planta cuadrada. Se encuentra cubierta con una bóveda de cañón con lunetos y cuenta con un artesonado con ocho paños de estilo mudéjar. En el presbiterio, destacan pinturas murales con representaciones de arcángeles y alegorías y una azulejería realizadas probablemente por Alonso García en 1589.
El retablo mayor es obra del ensamblador Cristóbal de Guadix de finales del s. XVII y se encuentra presidido por una imagen de Jesús Nazareno del escultor Pedro Roldán. En el lado de la epístola se abren los retablos de San Antonio de Padua y de la Inmaculada, atribuidos a Luisa Roldán, la Roldana.
Convento Santa María de los Reyes,
Se trata de un lugar donde hubo cementerios y escombreras desde el s. I a. C.. La mayoría son de la época tardoimperial. La zona también estuvo poblada por visigodos y musulmanes.
En el s. XVI hubo unas casas, propiedad de Juan Fernández Melgarejo, caballero veinticuatro, y Francisca de Guzmán. Posteriormente, fueron de Diego de la Bastida Espinosa y Luisa Portocarrero y Guzmán. Fueron heredadas por Aldonza Portocarrero Espinosa, que se casó con Nuño Álvarez Pereira Colón y Portugal, IV duque de Veragua.
El 3 de agosto de 1626, Álvaro Jacinto Colón y Portugal de Bastida, V duque de Veragua, cedió el uso de la mitad de las casas a Antonio Petruche de Leca, provincial de la Santa Hermandad y caballero veinticuatro, gratuitamente, a cambio de su restauración. Este, a su vez, las arrendó a la Inqusición en 1628.
Francisca Dorotea en 1590 fundó una comunidad de monjas dominicas recoletas descalzas que, al principio, tuvo su sede en él. A finales del s. XVI se trasladaron a una casa junto a la Puerta de Triana y a propiedades del Monasterio de San Agustin y el Convento de San Pablo el Real.
En 1605 se trasladaron a unas casas en la calle Santiago, que compraron en 1608 por 4840 ducados. El convento fue ampliado con la compra de otras dos casas anejas, el 20 de marzo de 1617 y el 11 de febrero de 1623.
En 1635 se trasladaron a las casas del duque de Veragua, también en la calle Santiago.
En s. XVIII el arzobispo Luis de Salcedo y Azcona promovió una nueva iglesia en el convento. Para ello compró unas casas anejas en 1736, por 3938 reales y 28 maravedís, y las donó al convento en 1737.
El 20 de junio de 1970 el convento fue clausurado. Las seis monjas que quedaban se trasladaron al Monasterio de Santa María la Real de la calle San Vicente.
En 1976 la comunidad de dominicas se trasladó a un nuevo edificio en Bormujos.
En 1986 el edificio fue comprado por la Junta de Andalucía.
Convento los Remedios
Según Alonso Morgado fue fundada hacia 1540 por un religioso llamado fray Pedro que se instaló como ermitaño con una Virgen de los Remedios. Los vecinos favorecieron con limosnas la mejora de este templo y uno de ellos donó una parcela junto al mismo para una huerta. Esta Virgen generó una devoción entre las gentes del lugar. Los marineros devotos de esta imagen saludaban con salvas de artillería cuando los barcos pasaban junto al santuario.
La inundación de 1618 dejó el convento en muy mal estado, por lo que el arzobispo Pedro de Castro y Quiñones les entregó una cuantiosa limosna.
Por todo ello, en 1649 se comenzó al construcción de un nuevo convento en lugar cercano más elevado.
En 1725 una riada inundó este inmueble.
En 1784 otra riada volvió a inundar el lugar, perdiéndose la cosecha de naranjas, que era la principal fuente de ingresos del convento, aunque a pesar de esto pudieron acoger a cincuenta vecinos. La iglesia fue ampliada entre 1780 y 1785
En 1810, durante la invasión francesa de Sevilla, el convento exclaustrado, ocupado por las tropas francesas y saqueado. La iglesia pudo reabrirse al culto en 1811, con la ayuda de la Parroquia de Santa Ana y el apoyo de los vecinos, ya que las autoridades habían querido su derribo.
Los frailes pudieron regresar al convento en 1814.
Finalmente, fue desamortizado en 1835.
En 1844 el convento estaba completamente derribado. El templo del convento permaneció abierto, gestionado por la parroquia de Santa Ana. Fue clausurado por el régimen surgido tras la Revolución de 1868 y quedó abandonado.
Entre 1928 y 1929 el edificio fue reformado por Juan Talavera y Heredia para ser la sede del Instituto Hispano-Cubano.
Durante la Guerra Civil Española, entre 1936 y 1939, el inmueble fue empleado como sede de las tropas del III Reich destinadas en la ciudad.
Con la ruptura de las relaciones entre el dictador Francisco Franco y la Cuba comunista de Fidel Castro, la actividad del Instituto Hispano-Cubano fue muy escasa
En 1987 el edificio fue reformado por el Estado y en 1992 fue un centro de información de la Exposición Universal de Sevilla.
Entre 1999 y 2020 albergó el Museo de Carruajes.
Convento Santa Rosalía c/ Cardenal Spínola, 8
Este convento, habitado por monjas franciscanas capuchinas. La historia de la fundación sevillana comenzó unida a la del s. XVIII. Bajo los auspicios del cardenal Jaime Palafox se creaba en 1701 un convento que quedaba a cargo de cinco monjas capuchinas procedentes de Zaragoza, siendo una ellas hermana del arzobispo, sor Josefa Manuela.
A pesar de la muerte del primer benefactor a los pocos meses de comenzar las obras, diversas limosnas y donativos recaudados por la abadesa permitieron el traslado de la comunidad en 1705.
El 13 de agosto de 1761 un gran incendio destruyó casi por completo el nuevo convento.
Su iglesia es de una sola nave, como es característico en las iglesias conventuales sevillanas. Además de numerosas obras artísticas, como los retablos barrocos obras del portugués Cayetano de Acosta, adquiere gran devoción la Virgen del Tránsito.
Convento San José c/ Santa Teresa, 7
En pleno barrio de Santa Cruz se encuentra este convento fundado por la santa Teresa de Ávila. Al lado del torno figura una cruz que fue colocada en el lugar que ocupa por San Juan de la Cruz en 1588.
El lugar había sido propiedad de la Orden de Alcántara, vendida más tarde a Diego de Llerena. Heredada por su hija, se traspasó la propiedad al banquero Pedro de Morga, quien erigió un palacio en los terrenos, que aún forma parte de la zona más antigua del convento. Tras ruina del banquero, la finca salió a subasta, adquiriéndola Alonso de Paz, al que la adquirieron en 1.586 las monjas descalzas. Con los años se amplió la fundación mediante la compra de varias casas aledañas, lo que explica el trazado enrevesado del convento.
Convento Santo Domingo de Porta coeli.
Corría el año 1450 cuando Fray Rodrigo de Valencia, dominico, decide levantar un convento en la periferia de la ciudad, donde el campo y las huertas lo poblaban todo. El lugar de este convento, que recibiría el nombre de Santo Domingo de Portaceli, sería la confluencia entre las calles Eduardo Dato, Santo Domingo de la Calzada, Luis de Morales y Martínez de Medina, en donde actualmente está el Colegio del Inmaculado san Juan de de María-Porta Coeli (o Portaceli)
En 1457, Juan de Monsalve, maestresala de Enrique IV y de los Reyes Católicos, recibió de Juan II la huerta del Rey y le donó unos terrenos y una dotación de agua de los caños de Carmona a este convento.
En 1478 los Reyes Católicos aumentaron esta dotación de agua de los caños de Carmona. Alfonso Enríquez, almirante de Castilla, costeó la construcción del claustro, el refectorio y la sala de capítulos del convento y el comienzo de la construcción de su iglesia. Alfonso Enríquez, en su testamento de 1482, legó al convento 50.000 maravedíes para la compra de libros de filosofía, teología y otros temas religiosos.
En 1490 Fadrique Enríquez de Ribera, almirante de Castilla y I marqués de Tarifa, costeó la finalización de la construcción de la iglesia como agradecimiento por la intercesión de santo Domingo de Guzmán, a quien se encomendó en el sitio de Tarifa.
Como detalle, aunque fue un convento masculino, tuvo entre los siglos XV y XVI una abadesa. Se trató de Inés Enríquez, que mandó en este recinto religioso como hija del Marqués de Villena, noble influyente en Sevilla relacionado con la Casa de Medinaceli.
En 1512 el maestro general de la orden, Tomás de Vio Cayetano, dotó al convento de una hospedería para que se alojasen los frailes que esperaban para embarcar hacia América.
En 1757 había en él treinta y tres religiosos.
En la epidemia de peste negra que hubo en la ciudad en el 1800 el ayuntamiento puso en el convento un lazareto.
En 1803 el número era de siete.
El convento fue desamortizado en 1835. El inmueble fue usado como curtiduría y su huerta fue usada por particulares. No se conserva nada de él.
Su estructura y su gran patrimonio:
Tenía un claustro y dos patios, ambos extensos. Se habla de un convento de considerables proporciones, con un amplio refectorio y sala de profundis, celdas de gran tamaño con vistas a las huertas. Habría tenido grandes huertas de hortalizas y frutales y estarían regadas por el agua de los Caños de Carmona
En cuanto a la iglesia del convento, su retablo mayor fue encargado en 1605 por Diego González de Mendoza, y fue un mano a mano entre Martínez Montañés y Pacheco. Su mayor gloria es el exquisito Santo Domingo de Guzmán Penitente de Montañés que hoy podemos ver en el Museo de Bellas Artes. Esta talla que roza la perfección se encontraba en la hornacina central del retablo, y sobre ella se colocaban un relieve de la Asunción de la Virgen y un bajorrelieve de la Santísima Trinidad coronando a la Virgen. En el resto del retablo, encontrábamos obras de Pacheco que representaban a San Jerónimo en el desierto, San Francisco, San José itinerante o Santiago Apóstol. Además, había dos cuadros en las capillas del crucero que son obras de Zurbarán -‘San Luis Beltrán’ y el ‘Beato Enrique Susón’-, que se conservan también en la pinacoteca hispalense.
Aquí también llegaron en el s. XV elementos de la sillería original de la Catedral, que compraron los dominicos cuando Dancart hizo la nueva sillería de la Magna Hispalense en aquellos años (1479).
Tras la desamortización de 1835 y la exclaustración de los frailes (antes había sido también lazareto), el convento quedó abandonado hasta que con la compra del solar por el Marqués del Nervión, el s. XX trajo consigo su destrucción total.
Convento de los Padres Capuchinos.
Situado en la Ronda Histórica de la ciudad, frente a la Puerta de Córdoba y la iglesia de San Hermenegildo.
Durante la invasión francesa fue convertido en hospital. Afortunadamente, los frailes, haciendo gala de previsoras dotes, enviaron fuera de la ciudad las obras de arte que atesoraba el convento. Unos dicen que a Cádiz, otros que a Gibraltar; en cualquier caso, lejos de las manos del insaciable mariscal Jean-de-Dieu Soult. Fue durante esta época cuando reunió una valiosa colección de cuadros robados a sus legítimos propietarios, entre ellos La Inmaculada de Murillo (propiedad del Hospital de la Caridad de Sevilla). Tras la victoria contra el invasor, regresan los hermanos capuchinos y encuentran el lugar arrasado, debiendo hacer frente a su reconstrucción.
El año 1.935 trae consigo las desamortizaciones y la consiguiente exclaustración de los conventos españoles. Tan solo se respeta la iglesia para el culto, impartido por un fraile capuchino exclaustrado. El resto de dependencias se alteran para adecuar su uso a hospital de coléricos. Las obras de arte fueron incautadas y trasladadas al también intervenido convento de la Merced donde, transcurrido el tiempo, formarían parte del actual Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Convento de Santa Marta o de la Encarnación
Fundado en 1385 como hospital por el arcediano de Écija, Fernán Martínez, sobre la antigua mezquita de los Osos, y cedido a las monjas agustinas en el s. XIX por demolición del suyo en la plaza de la Encarnación. La parte más notable la ofrece la capilla, de finales del s. XIV. Exteriormente está enjalbegado en su totalidad, llamando la atención su aspecto popular, más patente, si cabe, en una plaza con tan nobles edificios. En su fachada aparece un azulejo de la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla, fechado el 18 de julio de 1936, y placa cervantina con la cita de El rufián dichoso referida al Corral de los Olmos.
Parroquia San Pedro El edificio consta de tres naves, dos portadas y una torre con campanario. La fachada principal, en la calle Santa Ángela de la Cruz, es de 1612, atribuida a Vermondo Resta, formada por un arco de medio punto entre pilastras de tradición mudéjar, con 3 vidrieras circulares donde la central y más grande representa a San Pedro, y las de los lados a San Pablo y San José. En la segunda portada, con frente a la Plaza de San Pedro, tiene un arco de medio punto entre pilastras pareadas y sobre el arco se abre una hornacina en la que se halla una estatua en piedra de San Pedro realizada en el año 1624 por Martín Cardino. Se aprecia también en esta portada una inscripción latina que se dirige a San Pedro de la siguiente manera: Tú eres el pastor de las ovejas, príncipe de los Apóstoles; a ti han sido dadas las llaves del reino de los cielos.
Monasterio Santa Paula c/ Santa Paula, 11
Fue fundado en 1475 por Ana de Santillan y Guzmán.
Hacia 1483, Isabel Enríquez, marquesa de Montemayor, viuda de João de Bragança, séptimo condestable de Portugal y primer y único marqués de Montemor-o-Novo (Évora), promovió la edificación de la actual iglesia del convento.
En los muros laterales de la cabecera se encuentran los sepulcros de Isabel, de su esposo el condestable y de un hermano de ésta, con sus emblemas heráldicos donde se combinan las armas de los Enríquez y de Portugal.
Posteriores reformas y ampliaciones se sucedieron con particular intensidad en los siglos XVI y XVII. A finales del s. XX el convento se vio sometido a numerosas obras de restauración y adaptación, entre las que destacan la apertura del museo conventual, el único instalado en una clausura sevillana.
- Arquitectura; Construcción, s. XVI, anónimo, Portada de la iglesia, s. XV-XVI, Pedro Millán, Espadaña, s. XVII, anónimo, Artesonado, s. XVII, Diego López Arenas. - Retablos; San Juan Evangelista, s. XVII, Alonso Cano, San Juan Bautista, s. XVII, Felipe de Rivas, Santo Cristo, s. XVII, Felipe de Rivas, Mayor, s. XVIII, F. de Medinilla. - Esculturas; Santa Paula, s. XVI, Andrés de Ocampo, San Juan Evangelista, s. XVII, Martínez Montañes, San Juan Bautista, s. XVII, Martínez Montañes, Relieve del Bautismo de Cristo, s. XVII, Felipe de Rivas, Belén, s. XVIII, F. de Santiago, Angeles Lampareros, s. XVIII, García de Santiago. - Pinturas; Santísima Trinidad, s. XVI Alonso Vázquez, Asunción de la Virgen, s. XVI, anónimo, Embarque de santa Paula, s. XVII, Herrera el Viejo, Adoración de los Pastores, s. XVII, San Miguel, s. XVII, Eugenio Cajés, Desposorios místicos de santa Catalina,s. XVII B, Cavarozzi, Episodios de la vida de santa Paula, s. XVIII, Domingo Martínez, Virgen de Guadalupe, s. XVIII, Pedro Calderón. - Otros; Azulejería de la portada, s. XVI, Niculoso Pisano, Zócalo de azulejos, s. XVII, H. Valladares, Arca del jueves santo, s. XVII,anónimo, Yeserías, s. XVII, Juan de Oviedo, Ostensorio, s. XVII, Palomino, Azulejo de san Paula, s. XIX, anónimo, Organo, s. XIX, A. Otin Calvete.
Monasterio San Clemente c/ Reposo, 9
Fue fundado en 1248 por el rey castellano Fernando III, que habiendo entrado sus tropas en la ciudad de Sevilla un 23 de noviembre, festividad del pontifice san Clemente, convino erigir un monasterio dedicado a dicho Papa. Llegaba así a Sevilla la austera rama femenina del Císter.
Un convento medieval en un extremo de la antigua ciudad almohade que llegó a funcionar como una pequeña ciudad dentro de la ciudad. San Clemente se erigió sobre el emplazamiento de los Palacios de Bib-Rajel, (en la zona actualmente conocida como la Barqueta), de los emires ´abbādíes.
Las reformas de los siglos XVI y XVII dieron el aspecto actual del monasterio con una iglesia de una sola nave en la que reposan entre otros los restos de Doña María de Portugal, madre de Pedro I.
La iglesia, fue trazada por Juan de Segarra en 1632, consta de una sola nave, con precioso techo de alfarje del s. XVI, decorando sus muros ricos zócalos de azulejos, fabricados en 1558.
San Clemente conoció importantes reformas en el s. XVIII, tras el terremoto de Lisboa, y momentos de decadencia tras la invasión francesa. El 22 de julio de 1811 las tropas francesas expulsaron a las monjas y emplearon las dependencias conventuales como cuartel, convirtiendo a la histórica iglesia en un almacén. Las monjas cistercienses fueron acogidas en el cercano convento de franciscanas de Santa Clara. El 7 de octubre de 1812 pudo regresar la comunidad cisterciense.
Pinturas al fresco adornan las paredes, mereciendo especial atención una de Juan de Valdés Leal que representa la entrada de Fernando III en Sevilla. El altar de la Capilla Mayor es obra de Alonso Martínez.
En
San Clemente recibirían sepultura María de Portugal, viuda de
Alfonso XI y madre de Pedro I, en una tumba situada en un lateral del
presbiterio; en el coro se enterraron Berenguela, hija de Alfonso X y
Leonor y Beatriz, hijas de Enrique II. El monasterio recibió
concesiones reales desde tiempos de Alfonso X, renovándose dichas
concesiones por Sancho IV, Fernando IV, Alfonso XI, los Reyes
Católicos y por los diferentes reyes de la Casa de Austria y la Casa
de los Borbones.
Monasterio San Leandro Plaza san Ildefonso, 1
Habitado por monjas agustinas ermitañas, fue creciendo a base de la adición de casas limítrofes que le dan al conjunto un aire de arquitectura rural entre cuyas dependencias se encuentran integradas calles del antiguo entramado urbano de la collación de San Ildefonso. La iglesia alberga obras de Martinez Montañés. Su fachada a la plaza de San Ildefonso es sencilla y poco diferenciada de las casas vecinas. La entrada al templo se hace por la Plaza de San Leandro a través de una portada con rasgos manieristas.
Monasterio Santa Inés c/ Doña María Coronel, 5
La fundación de este monasterio se debe al patrocinio de doña María Fernández Coronel que hasta entonces había permanecido en el desaparecido monasterio de Santa Clara. En su compás se palpa el espíritu del organista Maese Pérez, y en el coro bajo del templo se encuentran el órgano histórico de estilo barroco y la urna que contiene el cuerpo incorrupto de la fundadora que puede admirarse cada 2 de diciembre.
Basílica de María Santísima de la Esperanza Macarena Plaza de la Esperanza Macarena, 1
Basílica de Jesús del Gran Poder Plaza San Lorenzo, 13
Basílica del Santísimo Cristo de la Expiración c/ Castilla, 182
En la Edad Media empiezan a penetrar las tumbas en las ciudades. Templos y conventos se pueblan de tumbas y criptas y las parroquias convierten su entorno en cementerios colectivos. Y hasta finales del s. XVIII no se cambia ese registro. Una excepción es el mundo musulmán. En la Sevilla islámica los enterramientos se encontraban fuera y sólo algunos miembros de la nobleza o los santones recibían sepultura intramuros. Ejemplos de cementerios musulmanes se encuentran en la Alameda de Hércules, Buhaira, Castillo de San Jorge, Ronda de Capuchinos (Bazar España) y prado de San Sebastián (estación de Metro).
Posteriormente, desde los primeros momentos de la conquista cristiana, los judíos ocuparon en Sevilla un barrio extramuros, al norte del Alcázar. La judería sevillana llegó a convertirse en la segunda comunidad hebrea del reino, después de la de Toledo. La necrópolis judía estaba situada en la calle Cano y Cueto, extramuros de la ciudad medieval y se extendía hasta la zona que hoy ocupa la Diputación. Se han encontrado evidencias hasta la calle Marqués de Estella, en San Bernardo. De ella se conserva una tumba en un parking público, el de Cano y Cueto. La tumba de origen sefardí apareció durante las obras que se llevaron a cabo en la zona hace treinta años.
Como curiosidad, frente a la Diputación, se encontró en las excavaciones un enterramiento de una persona de rasgos negroides, probablemente un esclavo cuyo cadáver no fue ni siquiera sepultado, sino fue arrojado entre la muralla y la barbacana.
Después de la conquista, los enterramientos se hacen en iglesias y sus entornos. Cementerios parroquiales, en espacio público, había en la Plaza del Salvador o en San Andrés, por citar algunos. Para quienes ostentaban el poder político, religioso o económico, o para los miembros de gremios o cofradías, una tumba digna era algo por lo que merecía la pena realizar un esfuerzo. Gran parte de los altares, capillas y otros bienes muebles y hasta inmuebles se levantaron como compensación por el gasto de sepultura en estos espacios sagrados. Quienes no podían tener este privilegio asumían que irían a fosas comunes.
¿Y cuándo sobrevenían grandes epidemias? No bastaba ni se recomendaba por motivos de higiene y salud usar el subsuelo del interior de la ciudad. Para estos momentos excepcionales se habilitaban carneros (fosas comunes) y cementerios extramuros. Uno de ellos, inmortalizado en un cuadro que se conserva en el Hospital del Pozo Santo, es el del San Lázaro, que recoge enterramientos realizados durante la mayor epidemia sufrida por la ciudad, la de 1649.
Carlos III y su Real Cédula de 1787 marca un punto de inflexión al ordenar la edificación de cementerios extramuros. Pero en Sevilla la situación se va retrasando dada la dificultad de que la gente abandonase una práctica cristiana anclada en fuertes convicciones, hasta que la gran epidemia de fiebre amarilla de 1800, que, según los anales, dejó casi 15.000 muertos en Sevilla, obliga a adoptar otras medidas.
En 1819 la situación cambió a raíz de otra epidemia y varios personajes ilustres solicitaron permiso para, en caso de fallecer, poder ser enterrados en el atrio de la ermita de San Sebastián, hoy parroquia, en el Porvenir. Primero estuvo controlado por la hermandad allí radicada, pero luego, en 1827, se convirtió en el primer cementerio extramuros público. En tres años el cementerio necesitó ser ampliado y se acometieron varias fases, entre ellas la apertura de zanjas para pobres. En la zona de Manuel Siurot, frente al complejo La Estrella, se situaba uno.
A partir de 1850 el deterioro es irremediable, según explica Ramírez. El cementerio estaba saturado, con hasta 2.000 sepulturas al año, y las inundaciones habían convertido el espacio en un lugar insalubre.
En 1856 se ordenó la exhumación de los restos, algunos amontonados ya en la ermita tras al caída de los muros de nichos, y su traslado a un gran fosa común situada tras la iglesia. En el osario se levantó un crucero con una lápida.
En 1858 el cementerio fue demolido, aunque se siguieron haciendo enterramientos en la zona de canónigos al menos diez años más.
En 1863 un particular pidio al Cabildo que protegiese con una valla ese osario para evitar profanaciones y el concejal Palomo respondió que para ello hará falta vallar hasta la venta de Eritaña, parece una exageración, pero demuestra que a mediados del s. XIX había conciencia de que la zona era una necrópolis inmensa. Con el desarrollo urbanístico de El Porvenir, llegó a edificarse en el solar que albergaba el osario, donde hoy se levanta una torreta de pisos. Y el crucero que marcaba su existencia se trasladó al atrio de la actual parroquia, donde permanece.
Basílica Santa María Auxiliadora c/ María Auxiliadora, 18
Fue la Iglesia del Convento de la Trinidad, fundado tras la conquista de Sevilla por el rey castellano Fernando III en 1248.
La iglesia actual se erige sobre una anterior del s. XIII, inicialmente fue templo del convento Trinitario Calzado, inaugurada en el año 1.627. Tras quedar semidestruida con la invasión francesa en 1808, el convento pasó a usos civiles como cuartel y viviendas. Ya con la llegada de los Salesianos en 1893 se convirtió una parte en el Colegio Salesiano de la Santísima Trinidad. Se reformó la iglesia para convertirla en el Santuario de María Auxiliadora Basílica Menor en 2008.
Capilla de la Piedad (el Baratillo) c/ Adriano, 15
El origen de la capilla de la Piedad, o mejor dicho, de la hermandad que la construyó, es común al de otros templos de Sevilla. Tras la gran epidemia de peste de 1.649, se erigió una cruz de hierro forjado en las inmediaciones de la actual capilla, con el fin de honrar los numerosos fallecidos enterrados en el lugar. Tanta fue la devoción a la Santa Cruz, que años después se instituye la hermandad conocida popularmente como “El Baratillo”, nombre con el que era llamada antiguamente esta zona del barrio del Arenal.
La cruz original alrededor de la cual se funda la hermandad es la situada sobre la cúpula del crucero.
-Capilla de la Universidad c/ San Fernando, 19
-Capilla de Ntra. Sra. de los Ángeles c/ Recaredo, 19
-Capilla Nuestra Señora de los Dolores c/ Siete Dolores de Nuestra Señora, 1
-Capilla de Santa María de Jesús Av. de la Constitución, 2
-Capilla de Santa María de Jesús Puerta Jerez
-Capilla de Monserrat c/Cristo del Calvario, 1
-Capilla de la Carretería c/Real de la Carreteria, 15
-Capilla de San Andrés c/Orfila, 3
-Capilla del Museo Pl. del Museo, 10
-Capilla del Mayor Dolor Pl. Molviedro, 3
-Capilla de las Mercedes de la Puerta Real, c/ Amparo
-Capillita de la Orden Tercera Franciscana c/ Cervantes
-Capilla de los Luises c/ Jesús del Gran Poder
-Capilla Nuestra Señora de La Encarnación y Santa Marta Pl. del Triunfo, 3
Capilla de San José c/ Jovellanos
Capilla de los Marineros c/ Pureza, 57
Capilla de San Onofre Pl. Nueva, 3
Capilla del Rosario de la Real Maestranza de Caballería P.º de Cristóbal Colón, 12
Capilla de la Fábrica de Tabacos c/ Juan Sebastián Elcano 7
Capilla del Dulce Nombre de Jesús c/ Baños, 17
Capilla De San Juan De Dios Av. Eduardo Dato, 42
Capilla De Los Pineda c/ Córdoba
Capilla de los Toreros Pº de Cristobal Colón
Capilla de Montesión c/ Feria 29
Capilla de los Humeros c/ Torneo
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