Palacio de San Telmo. Avenida de Roma s/n
El establecimiento en 1503 del puerto de Sevilla como única base de la carrera de Indias y por consiguiente el monopolio de la navegación con los nuevos territorios de ultramar, conllevó un extraordinario desarrollo de la actividad náutica en la ciudad. Pilotos, capitanes, maestres y dueños de los diferentes navíos y embarcaciones que formaban la flota fundaron la Universidad de Mareantes, también conocida como Universidad del Mar, en 1569, siendo sus estatutos aprobados por Felipe II en 1569.
A comienzos del s. XVII la Universidad de Mareantes estaba establecida en unas casas del barrio de Triana. En 1607 comenzaron a realizarse gestiones para construir un colegio-seminario de la universidad de Mareantes para enseñar a los niños huérfanos a ser pilotos y emplearlos así en los barcos que iban a las Indias.
En 1681 crearon un colegio para educar a niños huérfanos y darles formación de marineros.
Una vez obtenida la licencia, el lugar elegido para el emplazamiento definitivo fueron terrenos ubicados extramuros de la ciudad, pertenecientes al Tribunal de la Inquisición, junto a la Puerta de Jerez, donde se ubicaba una ermita en honor de San Telmo, precisamente, el patrón de los mareantes. La Santa Inquisición vendió los terrenos a la Universidad de los Mareantes para construir la Escuela de Náuticas de San Telmo, hoy Palacio de San Telmo. El 10 de marzo de 1682, fecha de la colocación de la primera piedra, frente a la Puerta de Jerez en un terreno conocido como haza de San Telmo.
En 1704 la Universidad de Mareantes se trasladó al Palacio de San Telmo.
La portada principal fue terminada en 1734, aunque la parte superior fue reformada entre 1775 y 1776. En el primer cuerpo se encuentra la entrada y, a ambos lados, columnas con diversos relieves. En el segundo cuerpo hay un balcón sostenido por figuras de atlantes y, a ambos lados del mismo, columnas jónicas junto a doce figuras alegóricas de la navegación. En el tercer cuerpo hay columnas de orden corintio y figuras de los monarcas San Fernando y San Hermenegildo y, en un arco en el centro, una figura de san Telmo. En el cuerpo superior hay dos estatuas sentadas con cornucopias.
El patio está rodeado por una galería con pilares cuadrados que, en su parte exterior, tienen adosados capiteles jónicos. Estos pilares sostienen arcos de medio punto. Los lados este y oeste tienen siete arcos y los lados norte y sur tienen cinco. Se levanta un segundo cuerpo de ladrillo rojizo, que tiene balcones que coinciden con las pilastras, divididos por pilastras con capiteles corintios. Las pilastras, los frisos, las jambas y otros elementos del patio están decorados con relieves. Sobre el zaguán de acceso al patio hay una pequeña torre con un reloj y sobre la parte de acceso a la capilla hay otra semejante con unas campanas.
La capilla cuenta con cinco retablos del s. XVIII. En el centro del altar mayor está la Virgen del Buen Aire. A sus lados están san Pedro y san Andrés. En la parte superior del retablo están representados san Fernando y san Telmo. Este retablo se realizó entre 1723 y 1726 y sus autores principales autores fueron Domingo Martínez y José Maestre.
En 1787, la institución pasa a depender del ministerio de Marina. Lucas Cintora será quien cierre, con la construcción de la escalera y la terminación del claustro, el primer ciclo constructivo, al menos del proyecto inicial de centro formativo. La actividad educativa decaería a comienzos del reinado de Isabel II, suprimiéndose definitivamente el colegio en 1841 cuando se trasladan los alumnos a Málaga.
A partir de 1847 dejó de funcionar como tal, y fue destinado para diferentes usos, siendo sede de la Sociedad del Ferrocarril o de la Universidad Literaria, encontrándose infrautilizado y con sus obras paralizadas.
El edificio se mantuvo sin uso y bajo jurisdicción militar hasta 1849, cuando es vendido, a la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (hermana de Isabel II, reina de España) y Nápoles y su esposo, Antonio Felipe María de Orleans, duque de Montpensier e hijo del rey francés Luis Felipe I, quienes abandonaron Francia tras la Revolución de 1848, dirigiéndose a Sevilla y, tras residir un breve tiempo en el Alcázar, compró el Palacio de San Telmo, compran el edificio, las fincas del antiguo convento de San Diego y la Huerta de Isabela, fijando aquí su residencia. Las nuevas estancias son estucadas y doradas por Pelli y Rossi y vestidas sus paredes por pinturas traídas del Palacio de Vista Alegre. Los techos del salón de baile son decorados por Rafael Tejeo. Se termina la torre norte, se levanta el ala este y salón de baile al sur, y se restaura la portada principal incorporando escudos de las casas de Orleáns-Borbón y se remata con un reloj.
Las fincas del convento y huerta Isabela se ajardinan al estilo versallesco y se cercan todas las propiedades por cancel de fundición sevillana. El jardinero mayor del palacio fue el francés Lecolant. El terreno anexo al palacio abarcaba gran parte de lo que hoy es el parque de María Luisa, y tenía su propio embarcadero para comunicarse con el río Guadalquivir.
El salón principal del palacio fue escenario el 12 de diciembre de 1877 de la pedida de mano de su hija María de las Mercedes de Orleans por parte del duque de Sesto, José Isidro Osorio y Silva-Bazán, y el senador Francisco Marín de San Martín, marqués de la Frontera, en nombre de Alfonso XII de España, mediante una carta manuscrita del rey, casándose en enero de 1878 y falleció en junio del mismo año.
Al fallecer en 1897 la infanta María Luisa Fernanda, duquesa viuda de Montpensier, legó el palacio a la Archidiócesis de Sevilla y cedió a la ciudad de Sevilla una gran parte del terreno anexo al palacio, espacio en el que se construyó el parque y jardín, que hoy forman el Parque de María Luisa, aunque su trazado fue modificado con ocasión de la exposición de 1929.
En
1901, siendo arzobispo de la ciudad Marcelo Spínola, el palacio se
convirtió en seminario, hasta el año 1989 en que fue cedido por el
arzobispado de Sevilla a la Junta de Andalucía, para albergar la
sede del gobierno autonómico, uso que mantiene en el día de
hoy.
En 1991 se comenzó su rehabilitación para convertirlo en
sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía, iniciándose
en 2005 una segunda fase de restauración centrada principalmente en
rescatar la estructura original y detalles del interior del edificio,
que habían sido sometidos a múltiples intervenciones que los habían
desvirtuado. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto sevillano
Guillermo Vázquez Consuegra.
Descripción del edificio
El palacio está considerado como uno de los más bellos ejemplos del barroco sevillano. La planta es rectangular, con dos plantas más ático, torreones en las esquinas, jardines y varios patios interiores, contando el principal con un claustro cuadrado en el centro.
Su
construcción se inicia en 1.682. Las obras estuvieron a cargo de
Antonio Rodríguez (1682 a 1696) y tras un periodo de inactividad fue
terminado por Leonardo de Figueroa (1722 a 1730).
En su fachada
principal destaca su portada de estilo churrigueresco terminada en
1754. Es obra de Matías y Antonio Matías Figueroa, hijo y nieto de
Leonardo de Figueroa. Su coste fue de 50.000 pesos. La portada se
compone de tres cuerpos, el de abajo está compuesto por una puerta
flanqueada por tres columnas toscanas a cada lado con fustes
ornamentados, que sirven para sustentar el segundo cuerpo, formado
por un balcón balaustrado sostenido por atlantes con aspectos de
indios. Rodean al balcón doce figuras de mujer, alegóricas de las
ciencias y las artes relacionadas con los estudios de náutica.
Remata la fachada un conjunto en el que, enmarcada por columnas, se
encuentra la figura de San Telmo, patrón de los navegantes,
flanqueado por los patronos de la ciudad: San Fernando y San
Hermenegildo.
En el interior destaca la escalera imperial terminada en 1796, el salón de columnas, decorado con pinturas de Rafael Tegeo, y una iglesia o capilla, con decoración barroca y pinturas murales de Domingo Martínez.
La capilla, a la que se accede desde uno de los patios es obra del arquitecto Leonardo de Figueroa y en su decoración interior participaron: Pedro Duque y Cornejo como escultor, Miguel de Quintana como cantero, Domingo Martínez como pintor y Juan Tomás Díaz como carpintero, y es de un exuberante barroquismo. Está presidida por la imagen de Nuestra Señora del Buen Aire, una talla de principios del siglo XVII. Las figuras de “San José” y “San Antonio” son obras de Duque Cornejo y el cancel con motivos astrológicos de Juan Tomás Díaz.
Al instalarse los Montpensier, a mediados del siglo XIX, el palacio sufrió importantes reformas, entre ellas la de la fachada septentrional que hoy da a la calle Palos de la Frontera, en dirección al Hotel Alfonso XIII, en la que se dispusieron una serie de esculturas de tamaño natural representando a los Doce Sevillanos Ilustres, ejecutadas en 1895, obra del escultor romántico Antonio Susillo. Estas esculturas son las siguientes:
• Juan Martínez Montañés, escultor.
• Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz y capitán general de la Reconquista de Granada.
• Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintor.
• Miguel de Mañara. Caballero y filántropo fundador del Hospital de la Caridad.
• Lope de Rueda, escritor.
• Diego Ortiz de Zúñiga, historiador y escritor.
• Fernando de Herrera, poeta.
• Luis Daoíz, héroe militar de la Guerra de la Independencia Española.
• Benito Arias Montano, humanista.
• Bartolomé Esteban Murillo, pintor.
• Fernando Afán de Ribera y Enríquez, duque de Alcalá, humanista.
• Fray Bartolomé de las Casas, religioso, obispo de Chiapas, (México) y protector de los indios.
Entre
ellos hay tres que son sevillanos de adopción, pues no nacieron en
la ciudad, aunque vivieron y murieron en ella, y son: Benito Arias
Montano, de Fregenal de la Sierra (Badajoz), Rodrigo Ponce de León,
de Cádiz, y Juan Martínez Montañés, de Alcalá la Real (Jaén).




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