Ayuntamiento
En el año 1526 el emperador Carlos V elige la ciudad de Sevilla para casarse con su prima la Infanta Isabel de Portugal. Este hecho hizo que el Concejo o Cabildo de Sevilla, formado por los Caballeros Veinticuatro, decidiera levantar una nueva sede acorde con la importancia de la ciudad, ya que desde la conquista de Sevilla por el rey castellano Fernando III hasta ese momento se reunían en unas casas situadas en el Corral de los Olmos, (hoy Plaza de la Virgen de los Reyes), junto a la Catedral, bajo la hornacina de la Virgen de los Olmos en lo que hoy es la Plaza de la Virgen de los Reyes. Era un local insuficiente, que además tenían que compartir con el Cabildo Eclesiástico.
Su construcción supuso la independencia del poder civil frente al religioso, rompiendo una tradición por la que hasta entonces los cabildos eclesiástico y municipal habían compartido sede; así como el comienzo de un programa de reformas urbanas encaminadas a transformar la imagen de la ciudad, acorde con la importancia, la riqueza y el poder que va adquiriendo la ciudad a raíz del descubrimiento de América. Sevilla era la capital marítima y mercantil de España y del mundo
Para su construcción se buscó
un lugar más céntrico y representativo, y se eligió el lugar que
ocupaban las lonjas de las antiguas pescaderías junto al Convento de
San Francisco (situado en los terrenos que hoy ocupa la Plaza Nueva)
y enfrente de la Audiencia (hoy sede de Cajasol-Banca Cívica). El
terreno que ocupaba el mismo fue en la antigüedad cauce de un brazo
del Guadalquivir, en un eje que procedía de la Alameda de Hércules
y la calle Sierpes, y se prolongaba por la avenida de la
Constitución. De hecho, la construcción de algunos edificios en la
posterior Plaza Nueva permitió confirmar la situación del antiguo
puerto romano en dicho lugar, ya que durante unas excavaciones se
hallaron cimientos del muelle y restos de barcos.
El edificio del Ayuntamiento de Sevilla constituye una de las muestras más notables de la arquitectura plateresca en Andalucía, y además es un edificio que rompe la tradición local del ladrillo, y para adecuarse al lenguaje clásico emplea la piedra; con un complejo programa ornamental e iconográfico, exponente de la nueva imagen que la ciudad quería ofrecer de sí misma.
Para la construcción de
la nueva Casa consistorial se eligió al arquitecto Diego de Riaño,
goticista tardío, quien también sería arquitecto de la Sacristía
mayor de la Catedral. Se le encargó que labrara una construcción de
piedra con fachadas a la Plaza Mayor, ante el convento de San
Francisco. De este modo, este maestro ejecutó el sector meridional
del Ayuntamiento, que hace frente actualmente a la plaza de San
Francisco, el arquillo de comunicación con el monasterio franciscano
y dos plantas recubiertas de relieves platerescos con
representaciones de personajes históricos y míticos, heráldicas y
emblemas alusivos a los fundadores de la ciudad.
Diego de Riaño
trabajó en el proyecto entre 1527 y 1534 (año de su muerte),
ofreciéndose así el primer ejemplo de renacimiento sevillano en
exteriores.
Hacia 1535 el arquitecto Juan Sánchez realiza el “Arquillo” y el casetón situados en la zona sur del edificio, dando actualmente a la Avenida de la Constitución.
En 1560 se amplía el edificio hacia el norte con una galería porticada de dos pisos, diseñada y construida por Hernán Ruiz y que actualmente no se conserva porque fue posteriormente derribada por ruina en el siglo XIX.
Con posterioridad, se inició la prolongación del edificio plateresco. No obstante, la decoración de esta parte del edificio no se llegó a terminar, por eso hoy podemos ver la fachada con los bloques de piedra preparados para ser tallados. La construcción se prolongaría hasta 1572, y en ella colaborarían importantes maestros.
Durante el siglo XIX el antiguo Convento de San Francisco sufrió una ocupación militar durante la invasión francesa, dos incendios y la exclaustración de la "Desamortización de Mendizábal", con lo que estaba casi en ruinas. Una vez derribado el convento en 1840, los terrenos pasaron a propiedad municipal. Del convento de San Francisco solo se conserva la Capilla de San Onofre, medio oculta hoy día entre los edificios de la Plaza Nueva.
En 1852, tras derribar los restos del antiguo convento de San Francisco, se abre un solar quedando establecida la Plaza Nueva, y se encarga al arquitecto municipal Balbino Marrón que realice un proyecto para el nuevo Consistorio. El primer proyecto se aprueba por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando al año siguiente, pero no puede ser llevado a cabo por problemas económicos del Ayuntamiento. Un segundo proyecto se aprueba en 1855; las obras sufrieron continuas interrupciones y el proyecto tuvo varias reformas a cargo de Miguel Galiano y Demetrio de los Ríos. En la parte de la Plaza de San Francisco hubo que derribar las logias del siglo XVI por ruina, y se decidió hacer una fachada que prolongase el edificio plateresco; sin embargo la decoración de este sector nunca llegó a terminarse y hoy podemos ver la fachada con los bloques de piedra preparados para ser tallados (lo que se denomina "en sólido capaz"). La fachada principal que da a la Plaza Nueva se culminó en 1867, y se trata de una fachada de traza neoclásica, rematada por un reloj, aunque para ello hubo de derribarse la galería de Hernán Ruiz, ya nombrada.
En 1924, se coloca en la Plaza Nueva la estatua ecuestre de Fernando III de estilo neobarroco, proyectada por Juan Talavera.
En 1991 se restauró para servir de escenario de actos protocolarios en Expo’92 pero conservando su interior primitivo. De hecho, en la planta baja de las dos que consta hay restos antiguos de muro del siglo XVI que se han conservado.
Las fachadas del edificio se desarrollan con marcada horizontalidad articuladas mediante una composición arquitectónica precisa, con dos plantas cubiertas tanto al exterior como al interior de relieves platerescos de vibrante talla escultórica y grutescos de acento florentino; y con escudos heráldicos y emblemas alusivos a la justicia, la armonía y el buen gobierno, con representaciones de personajes ligados a la ciudad: el fundador mítico Hércules, Julio César que dio el primer Cabildo, y al Emperador Carlos V que hizo de Sevilla la capital de su imperio.
En la planta baja se sitúan la sala del Apeadero (acceso al edificio), con elementos híbridos entre el gótico y el plateresco; el Antecabildo con la escalera, y el Cabildo bajo o Sala Capitular, con una magnífica bóveda casetonada. Junto al Arquillo, y sin comunicación con las anteriores, está la sala del Juzgado de Fieles Ejecutores. La escalera desemboca en el vestíbulo de la planta alta. Aquí están la Biblioteca, desde la que se accede a la Sala Capitular alta, cubierta de artesonados de madera, y la sala del Archivo.
La fachada se desarrolla con marcada horizontalidad articulada mediante una composición arquitectónica precisa, distribuida en cinco espacios divididos por pilastras, con dos plantas, recubiertas de relieves platerescos que se muestra en fustes y dinteles cubiertos con vibrantes tallas escultóricas que tiene como elementos grutescos de acento florentino, escudos heráldicos, emblemas alusivos a la justicia, la armonía y el buen gobierno, representaciones de personajes ligados a la ciudad como Hércules, Julio César que dio el primer Cabildo, y el Emperador Carlos que hizo de Sevilla una de las capitales de su imperio. Sin embargo, el labrado de dicha fachada solo alcanzó algo más de la mitad.
Esta labor de talla fue llevada a cabo por artistas procedentes de muy diversos lugares entre los que destacan Juan de Begines, Diego Guillén, Hernando de la Teja, Pedro de Pamanes, Pedro de Guadalupe y Toribio de Liébana.
El “Arquillo” que en su momento daba paso al convento de San Francisco, y que actualmente comunica con la Plaza Nueva, fue construido bajo la dirección de Juan Sánchez, sucesor entre 1535 y 1540, de las obras de Diego de Riaño.
La fachada principal que da a la Plaza Nueva se culminó en 1867, ejecutada por Demetrio de los Ríos y Balbino Marrón.
La puerta principal, tras la reforma y ampliación fue situada para acceder a el desde la citada plaza. La parte que linda a esa plaza es de estilo neoclásico,
Bien de Interés Cultural, el Ayuntamiento de Sevilla está catalogado como Monumento desde su publicación en La Gaceta de Madrid en 1931.
- Arquitectura; Construcción, s. XVI-XIX, D. Riaño, D. Ríos, Arquillo, s. XVI, Juan Sánchez, Escalera principal, s. XVI, Juan Sánchez, Fachada Plaza Nueva, s. XIX, Balbino Marrón, Balaustrada, s. XIX, José Frapolli.
- Esculturas; Relieves exteriores, s. XVI, varios, Escudo de Sevilla, s.XVI, Roque Balduque, Hercules y Julio César, s. XIX, Hernández Couquet.
-Pinturas; Imposición casulla S. Ildefonso, s. XVII, Velázquez, Inmaculada Concepción, s. XVII, Zurbarán, La procesión de santa Clara, s. XVII, Valdés Leal, Querubines de san Juanito, s. XVII, Murillo, Inmaculada Concepción, s. XVIII, Lucas Valdés, Santa Justa y Rufina, s. XVIII, Juan de Espinal, Retrato de Espartero, s. XIX, Antonio M. Esquivel, María de las Mercedes de Orleans, s. XIX, Cabral Bejarano, Pedro I de Castilla, s. XIX, Gonzalo Bilbao. La feria de Sevilla, s. XIX, Andrés Cortes, Et inpulveres revertis, s. XX, García Ramos, Misa ante Cristo dormido, s. XX, Alfonso Grosso, Preparando el rosario, s. XX, Rico Cejudo, Rosario, s. X, Santiago Martínez, Vista de Sevilla desde Triana, s. XX, José Arpa, Cruz de mayo, s. XX, Pérez Aguilera. - Otros; Pendón de la ciudad, s. XV, anónimo, Mazas de plata, s. XVI, Francisco Alfaro, Crucero, s. XX.




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