miércoles, 17 de septiembre de 2025

 

Murallas y puertas de Išbylīya /Sevilla

Construcción durante el Imperio romano

La ciudad de los siglos iniciales de su etapa islámica, hasta el s. X, conservó el recinto romano, que eran unas cercas militares que rodeaban el casco antigüo, construidas en piedra, en tiempos de Julio César aproximadamente entre los años 68 y 65 a. C., cuando era cuestor de la ciudad. Esta nueva edificación tuvo como fin el de reemplazar la antigüa empalizada cartaginesa de troncos y barro que existía, siendo ampliadas y perfeccionadas durante el Imperio de su hijo César Augusto debido al crecimiento de la ciudad; estaban protegidas por torreones ciclópeos.

Los restos materiales de esta etapa sólo son reconocibles en el material reutilizado en época califal en la nueva muralla de los Reales Alcázares.

Anteriormente Sevilla disponía de una empalizada que habían realizado los cartagineses, que a todas luces era insuficiente para la protección de la ciudad.

Existieron hasta dieciocho puertas y postigos de acceso, de las cuales permanecen únicamente cuatro: la Puerta Macarena, la Puerta de Córdoba, el Postigo del Aceite y el del Alcázar.


Ampliación en la etapa islámica: siglos IX-XII El lunes 29 de septiembre de 844 la ciudad fue arrasada por los vikingos, y las murallas fueron pasto de las llamas. Tras ello el Āmir ´Abd al-Raḥmān II. cuarto ´Āmir Omeya de Córdoba 822-852, mandó reconstruir murallas de sillares. Fueron nuevamente destruidas por su tataranieto ´Abd al-Ramān III 891-961, octavo ´Āmir y primer califa Omeya de Córdoba, junto con las puertas de las mismas, con la rebeldía en el año 913 de Ahmad ben Maslama contra la autoridad de ´Abd al-Ramān III, tras de la cual el nuevo gobernador de la plaza Sa´id ben al-Mundir, leal al califa cordobés, mandó derribar las murallas emirales, y mandó construir un nuevo alcázar llamado “Dar al-Imara”.

En esta época disponían de una dimensión de 7 kilómetros de muro, con 166 torreones, 13 puertas y 6 postigos. Desde la Plaza Villasís, hasta la Puerta de Jerez, la muralla se dirigía hacia el Este, hasta la Puerta de las Palmeras, que continuando la localización de la antigüa Porta Gaditana, se puede ver hoy bajo la Torre del Agua en la muralla del Alcázar. Desde allí iba hasta las Puerta de la Carne y la de Carmona. ´Abd al-Ramān III dispuso la construcción, al lado de la basílica goda de San Vicente, de “Dar al-Imara”, o casa de gobierno, una fortaleza exenta al Sur del perímetro urbano, integrada en la actualidad en el conjunto de los Reales Alcázares. El recinto califal, heredero del romano, se vio desbordado. Los ´abbādíes ampliaron el núcleo palaciego fortificado erigido en el flanco meridional de la ciudad, aportando edificaciones propias al sector que acabaría constituyendo el conjunto de los Reales Alcázares, rehechos en el s. XII por almohades. El actual Salón de Embajadores, identificada con el Palacio al-Mubarak/Alcázar de la Bendición, se encontraría también el alcázar el Prospero.

En 1023-1042, el Juez Mwāmmad I ibn Isma`īl ibn ´Abbād al-Qasīm que había nacido en la ciudad el 30 de marzo de 1075, en el seno de una familia de altos funcionarios de los ´abbādíes, los monarcas sevillanos del s. XI, gobierna el Reyno Taifa de Išbylīya (Sevilla), ordenó levantar la primera construcción de la última muralla de la Sevilla árabe. Los almorávides que entran en Sevilla como fuerzas de ocupación, no obstante bien recibidas por un sector numeroso de la población, cerraron el espacio que va desde la Plaza del Triunfo hasta el rio. Allí se acomodarían alcazabas, palacios, cuarteles y la administración de las dinastías africanas que, desde la ciudad, gobernaron gran parte o la totalidad del territorio de al-Āndalus.

Los almorávides planificaron y rodearon de su primera muralla el perímetro que ha perdurado hasta nuestros días como límite del casco histórico de Sevilla. Un circuito de contornos ovalado de 7.300 m. de longitud que encierran 287 ha. de superficie. Extendiendo el cinturón defensivo hacia el Norte, alcanzaron la lína Puerta Osario-Puerta de Córdoba, Macarena y Barqueta, dejando en su interior amplias zonas libres que se edificarían a lo largo del s. XII. La red de calles que hoy vemos en el barrio de san Lorenzo procede tanto del uso agrícola que estos terrenos tuvieron a comienzos de ese s. como del planteamiento racionalista que después le darían los arquitectos almohade.

Entre los años 1118 y 1134 el Jeque Abū Bakr Mwāmmad ibn al-Arabī, decide extender la defensa de la ciudad, ensanchando, fortaleciendo, y ampliando el espacio protegido por la cerca, multiplicando de tal forma el recinto antigüo, que no sólo han subsistido intactos hasta 1839 sus 7,18 km., de muros de tapial, sino que, a fines del s. XVIII, la ciudad si apenas apenas había desbordado sus 273 ha.

La llegada de los almohades a Sevilla el 12 de enero de 1147 supuso la total transformación de la ciudad heredada de siglos pasados. La oposición de la ciudadanía al férreo control de esta nueva dinastía supuso no sólo que la ciudad tuviera que reconquistarse en 1150, sino la construcción de un potente entramado de murallas que protegerían a los nuevos gobernantes, diseñándose un complejo sistema defensivo en torno a los principales centros económicos, religiosos y de poder: el puerto, la nueva Mezquita Mayor y la residencia de los gobernantes, el Alcázar. Se iniciaba una nueva etapa en la que Sevilla se convertiría en capital del Imperio Almohade y como tal, su estatus e importancia adquirieron un peso fundamental en el mundo islámico. En apenas cien años (entre 1150 y 1248 cuando la ciudad pasa a formar parte del reino cristiano de Castilla) Sevilla adquirirá las dimensiones que se mantendrán hasta bien entrado el s. XIX, con un cinturón de murallas que concentraba la ciudad almohade y que a día de hoy se sigue observando en diferentes puntos del centro histórico.           

Las murallas, en un recorrido aproximado, irían desde Reyes Católicos, esquina Santas Patronas, a través de calle Goles hasta calle Torneo, esquina Calatrava, de ahí por Bécquer hasta Arco Macarena; seguirían por calle Macarena, Ronda Capuchinos hasta la esquina de la Trinidad, allí se adentraría y discurrirían entre el actual Jardín del Valle y la calle Sol, continuarían por Muro de los Navarros y Menéndez Pelayo, siguen por Cano y Cueto y calle Agua desde donde se desvía hacia el norte; atraviesa la calle San Fernando, Puerta Jerez y Almirante Lobo hasta la esquina de calle Santander donde estaría la Torre de la Plata, de allí por calle Tomas de Ibarra a Plaza Cabildo, Castelar, y Santas Patronas para cerrar el círculo.

Puertas y postigos de acceso a la ciudad

Las puertas se abrían a la salida del sol y durante el día permanecían abiertas, pero muchos trabajaban fuera de la ciudad en los campos de labor inmediatos, en los molinos, las viñas y las huertas que abastecían Sevilla, como la del Rey o las próximas a la Macarena, en los barrios portuarios como Triana, en los conventos extramuros como los de la Trinidad, San Bernardo o San Jerónimo, en hospitales como el de la Sangre o San Lázaro. Pero al atardecer los guardas lo cerraban la mayoría de las puertas. La importancia de la ciudad determinaba el número de las Puertas y Postigos en su muralla.

Las puertas se abrían en lugares o calles importantes de la Urbe, y desde ellas, arrancaban caminos que iban a las localidades con las que se mantenían unas relaciones claves. La función de la puerta en el lienzo de la cerca era diversa: servían para ingresar o salir de la ciudad (se cerraban y abrían a horas fijas, guardando sus llaves el Aguacil Mayor). Los Postigos eran pequeñas puertas un tanto ocultas, que permitían entrar o salir desapercibidamente en situación de emergencia, en el caso sevillano sus postigos abandonaron la antigüa finalidad suplantada por otras de tipo económico que su mismos nombres denotan.


Puerta de la Barqueta, históricamente siempre mantuvo distintas denominaciones ligadas al término de raíz árabe Bāb-al-Ragwal, traducido como Puerta de Alcalá del Río. Así entre las distintas denominaciones por las que fue conocida, encontramos Bāb Ragel, Bâb-Ragel, Bibarratet, Biragal, Bibaragel, también llamada Puerta de Vib-Arragel o de la Almenilla, de origen almohade, se hallaba en el lugar que hoy ocupa la actual calle Calatrava. Localizada en la intersección de la calle Blanquillo con la de Torneo. Conectaba: Intramuros Monasterio de San Clemente con la Plaza de la Gavidia. Ostentó escasa importancia en cuanto a su actividad comercial o de representación, si bien, su estructura fue imprescindible para el mantenimiento, así como estabilidad de la muralla ante las crecidas del río en este sector de la ciudad.

En este emplazamiento y como consecuencia de la dirección que traía el río por este punto de la ciudad, la muralla realizaba un quiebro, dándose también la circunstancia de abrirse en este punto la Puerta de la Barqueta con una disposición en eje acodado. El topónimo Puerta de la Almenilla aparecería registrado en un documento de 1386 por el que se hacía referencia a una torre albarrana rematada por una almena cercana a la puerta, y que parece ser debía servir para medir la altura alcanzada por el Guadalquivir en las riadas. Finalmente, la denominación Puerta de la Barqueta, derivaría de la existencia de un servicio de barcas o barcazas en este punto de la muralla cuya finalidad era la de para cruzar el cauce del rio bordeando las huertas de la Cartuja con dirección hacia Santiponce. La única fuente iconográfica que arroja alguna información en torno a la tipología arquitectónica de la puerta lo constituyen los grabados realizados por Brambilla en 1585 y Braun en 1588.

Ya en época moderna, Pablo de Olavide y Jáuregui la representa como una estructura compleja, resultado de las numerosas intervenciones de las que fue objeto. Por lo tanto, habría que tener en cuenta que nos hallábamos ante, quizás, una torre-puerta, a la que se accedía a través de un recodo, muy bien protegida. Como todas las demás puertas, habría sido renovada en la segunda mitad del s. XVI, y fue sin duda el lugar más combatido y más devastado por el Guadalquivir en todas las épocas ya que, con frecuencia sus aguas arrasaban todo lo que se le oponía para penetrar en la ciudad.

En 1626 resultó dañada por la mayor inundación que sufrió Sevilla, siendo remodelada con posterioridad en varias ocasiones, incluyendo s. XVIII.

Próximo a ella se encontraba el Patín de las Damas o el Barquillo, una especia de plaza de armas con ocho torreones en forma de trapecio, al cual se ascendía por dos escaleras de mármol.

La Puerta de la Barqueta fue la primera puerta que se demolió en ser demolida, hecho que ocurrió entre 1857 y 1858 para dejar libre los terrenos que ocuparía el trazado de la vía del tren La arquitectura de esta Puerta era bastante sencilla: un arco de medio punto cuyos estribos descansaban en dos torreones o castillos. Pero, en cambio, se hallaba rodeada de una serie de murallas y torreones dignos de figurar en cualquiera plaza fuerte de importancia. Próximo a ella se encontraba "El Blanquillo", antes llamado "Patín de las Damas", conformado por una gran plaza de armas, de forma trapezoidal, de 60 metros de longitud, defendida por ocho grandes torreones, cinco cuadrangulares y tres redondos, de los cuales cuatro daban vista al río y los otros cuatro al interior del Blanquillo. La espadaña que se ve atrás, junto a un ciprés, probablemente sea la de la Iglesia del Monasterio de San Clemente que está aún en ese lugar y cuyo origen data de poco después de la conquista de Sevilla por Fernando III, el Santo, pero cuando éste monasterio tomó fuerza fue ya en el reinado de su hijo, Alfonso X, el Sabio junto con el obispo Don Raimundo de Losada, alias Don Remondo, más conocido así.

Puerta del Campo/Puerta de la Macarena, de origen almorávide y reformada en el s. XVIII.

Ubicada en la embocadura de la calle San Luis y su cruce con Resolana, junto con el Postigo del Aceite y la Puerta de Córdoba, es una de las tres únicas puertas de la ciudad que se conservan.

Algunos historiadores han creído ver el origen de este topónimo en el nombre propio latino Macarius, propietario de una villa cercana a Hispalis. En 1911 el Ayuntamiento abrió dos nuevos postigos en la muralla, uno cerca de la Torre Blanca y otro a 150 metros, accesos a la actual calle Macarena.


Puerta del Sol, s. XII-1870, de origen almorávide, estaba situada al final de la calle Sol, frente al santuario de la Trinidad, se ubicaba en el extremo sur de la actual calle Madre Isabel de la Trinidad, junto a la manzana del Beaterio de Trinitarias, hoy ocupado por un centro educativo de mismo nombre, y frente al antiguo convento de los Trinitarios Calzados, actual Basílica de María Auxiliadora de los Cristianos.

Su nombre procede del Sol que tenía grabado sobre su dintel, se articula en clave geográfica, como puerta más oriental de la ciudad entrarían por ella los primeros rayos del sol cada mañana.


Puerta de Carmona, de origen almorávide, se encontraba situada al final de la calle San Esteban, en su confluencia con el Muro de los Navarros. Fue derribada en 1868

Conectaba: El viario proveniente desde Córdoba, transcurriendo por Écija y Carmona, y conectaba con el centro de la ciudad de Sevilla.

Sus inicios como puerta romana, daban acceso al Decumanus Maximus de la ciudad, siendo una de las puertas más importantes de la misma. Su primera denominación tiene lugar durante el período musulmán, siendo su nombre árabe el de Bāb Qarmūna, más tarde conocido como Puerta de Carmona.

La singularidad de la puerta se vio sumada a la existencia del acueducto denominado Caños de Carmona. Una infraestructura que abasteció de agua a la ciudad de Sevilla desde la Edad Media hasta su desaparición en el s. XIX.

El cometido de la puerta no sólo fue defensivo sino un punto de encuentro de actividades mercantiles, puestos de venta y distribución de agua para uso público y ganadero sumado a la conexión urbana que suponía la entrada a través del camino hacia Córdoba y Madrid con una de las principales arterias de la ciudad de Sevilla.

El tramo de muralla entre la Puerta de Carmona y la Puerta de la Carne que se derribó, coincidía con la antigua muralla romana de sillería, y debía ser la más antigua de la ciudad.

Bāb de Ŷawar/Puerta de la Carne

Se hallaba en la calle Menendez Pelayo, en el cruce de las calles Santa María la Blanca y la calle Cano y Cueto.

En tiempo almohade y aún después de la conquista de Sevilla tuvo el nombre de Bāb de Ŷawar, en memoria del maestro alarife que la construyó. Después fue llamada como Puerta de las Perlas, Puerta de la Judería, por alusión a ser la puerta de la gran Aljama o barrio de los judíos y encontrarse inmediata a una de sus sinagogas, que se hallaba en el área que hoy ocupa la iglesia Ntra. Sra. de las Nieves, (vulgo Santa Mª la Blanca), y su intersección con las calles Cueto y Cano, fue uno de los principales puntos de entrada y salida hacia el este del actual centro histórico Sevilla. De Minjoar desde 1403 y el último desde 1426, que perduró como Puerta de la Carne (se debió a que por ella entraba la carne de un matadero que fue edificado por el Ayuntamiento en tiempo de los Reyes Católicos sobre un cementerio judío, que se había construido sobre una huerta llamada de Espantaperros, de origen almorávide.

Conectaba: El barrio de La Judería con el Matadero, el Rastro, la Fundición y el Cuartel de Caballería, saliendo de la ciudad entre el arrabal de San Bernardo y zonas de uso agrícola.

La puerta fue reconstruida en 1577 por orden del asistente Francisco de Zapata conde de Barajas
En el año 1696 se le practicó una notable obra para remediar ciertos graves defectos que contenía. Estaba compuesta por un alto y robusto arco moldurado y de un frontispicio sencillo y severo. Bajo dicho arco, por la parte interior, existía una tribuna con altar. La puerta fue demolida en 1864


Bāb Alfat/ Puerta de Victoria/Puerta del Osario, 1573-1849, de origen almorávide. estaba situada en la confluencia de las calles Valle y Puñonrostro. Debía su nombre a la existencia de un cercano cementerio extramuros, aunque la teoría de Rodrigo Caro es que procede de una desviación de la palabra "unzario", porque era donde se pesaba la harina molida que entraba en la ciudad procedente de los molinos de los Alcores. La existencia de este peso en la Puerta está documentada.

Conectaba: Situada entre los caminos que llevaban a Carmona y Córdoba, su enclave se situaría en el cruce de las actuales calles Muro de los Navarros y Jáuregui, extramuros de la ciudad romana.


Bāb er Goles/Puerta Real. s.XII-1864. En el S.XVI por hacer entrada el rey castellano Felipe II pasó a llamarse Puerta Real, de origen almorávide; se encontraba en la esquina de la calle Goles con la calle Alfonso XII

Conectaba: El barrio extramuros de los Humeros con la Calle de Armas (hoy Alfonso XII).

Algunas fuentes sostienen que su nombre se debe a la entrada que hizo por ella San Fernando tras la conquista Castellana de la ciudad; la mayor parte de la historiografía sitúa en la elección de esta puerta para la entrada a la ciudad, el 10 de mayo de 1570, del rey Felipe II, al acontecimiento que derivó en dicha denominación.

Bāb de Šariš/Puerta de Jerez, s. XII-1864, de origen califal, estaba situada en el extremo oeste de la calle San Gregorio, en dirección al río. Ya existente en la época musulmana, estaba formada por dos torres unidas por un gran rastrillo que se bajaba durante la noche.

Conectaba: El colegio de Santa María de Jesús con el camino histórico hacia Jerez de la Frontera. La puerta almorávide era un arco con rastrillo cubierto por una bóveda, y flanqueado por dos torreones almenados y estaba defendida por una barbacana como el resto de la muralla sur. La disposición inicial de las puertas almorávides respecto a la muralla, era en recodo. Ubicada en el lienzo más meridional de la muralla, ampliada en el s. XII, durante el sultanato del amorávide Alī ibn Yūsuf, por la presión de las distintas dinastías árabes y el progresivo avance cristiano, se abrió la Puerta de Bāb-al-Faray, en correspondencia con uno de los caminos históricos que irradiaba la ciudad y que conducía a Sherish, actual Jerez. La zona estaba condicionada por el Arroyo Tagarete. Para sortear el cruce entre el camino y el arroyo del Tagarete se construyó un puente que sobreviviría hasta la desaparición de la puerta. De él partía un camino diagonal que buscaba la actual calle Palos de la Frontera, dirigiéndose hacia el Colegio de San Telmo y el Convento de San Diego. La imagen de la puerta, el puente y el río constituía un paisaje sirvió de inspiración para los pintores románticos del s. XIX. Durante el s. XVI, en pleno esplendor urbano, el concejo de la ciudad realiza obras estéticas en la Puerta de Jerez, que es remozada para eliminar detalles islámicos, además de adecentar el puente y el camino histórico. Rectificadas por Hernán Ruiz II en tiempos de Felipe II. Y posiblemente a la reconstrucción de la puerta en el mismo s. del asistente Francisco Zapata y Cisneros, se deba la placa fechada en 1578 con la famosa inscripción sobre el origen de la ciudad y su muralla, que ahora se encuentra distante en la calle Maese Rodrigo: «Hércules me edificó, Julio César me cercó de muros y torres altas, y el rey santo me ganó con Garci Pérez de Vargas». El proceso de monumentalización de la puerta comienza en 1836 al derribarse los dos torreones que la flanqueaban. Diez años más tarde sufre una remodelación completa, construyéndose una puerta ornamentada de estilo neoclásico formada por un amplio vano de medio punto y columnas toscanas, pasando de ser un elemento defensivo a una pieza monumental. En 1858, el Arroyo Tagarete es cubierto por completo y sólo seis años después, la puerta es demolida junto al tramo de muralla que surcaba el actual límite entre el rectorado y la calle San Fernando. Este derribo venía motivado por la serie de nuevas urbanizaciones y ensanches llevadas a cabo entre la segunda mitad del s. XIX y el primer tercio del XX, que supusieron la apertura de espacios públicos como la Plaza Nueva o la creación de ejes principales como la Avenida de la Constitución. Hasta 1928 permaneció una única manzana de los edificios originales que rodeaban la puerta, siendo finalmente derribada con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Ese mismo año se inaugura la actual fuente y plaza, convertidas en zaguán de transición entre la ciudad histórica y la nueva ciudad expositiva.

Puerta del Arenal, s. XII-1864, de origen almorávide, estaba situaba en el tramo final de la antigüa calle del Mar (hoy calle García de Vinuesa), esquina c/ Castelar, Harinas y Arfe Conectaba: La Catedral con el Arenal y el Puerto de Sevilla. Por ella entró oficialmente el conquistador castellano Fernando III.

Su construcción deriva de la extensión almorávide de la muralla en el s. XII. Posteriormente, durante el periodo almohade, a principios del s. XIII, se ejecutarían el foso y la barbacana o antemuro que la protegían por el exterior.

Con el nombre de Puerta del Arenal no aparece citada hasta el s. XIII, ya en época cristiana. Su nombre hace alusión a la condición arenosa de la amplia explanada que se extendía entre la muralla y el río ( el topónimo de este lugar, Puerta del Arenal, recuerda su presencia).

Hacia el exterior disfrutaba de una posición de centralidad en el área portuaria del Guadalquivir, entre la Torre del Oro y el Puente de Barcas y por ello, la principal conexión entre el puerto de Sevilla y el centro económico, social y religioso de la ciudad, el entorno de la Catedral.

Como buena parte de las primeras puertas, inicialmente estaría conformada como una torre-puerta, con un vano de acceso pequeño y el paso en un único recodo. A lo largo de los siglos XIV y XV esta primera obra recibiría numerosas obras de mantenimiento y reparación, construyéndose una nueva torre en 1386. La disposición en recodo y la barbacana se mantendría hasta mediados del s. XVI, cuando la puerta original sería demolida. El inicio del comercio americano había incrementado de forma relevante el tráfico del puerto y la intensidad del paso por la Puerta del Arenal, lo que, además de obligar a mantenerla permanentemente abierta, haría necesaria su reforma.

La vieja puerta se derribaría en 1566. Su nueva construcción se encargaría al arquitecto Hernán Ruiz II, el autor del campanario de la Giralda, que la reedificaría en fábrica de piedra. Su excelente factura incitó al Asistente de la ciudad a considerarla uno de los mejores que se habían hecho en Castilla. Aunque sufriría varias reformas a lo largo de los siglos, al menos dos importantes en el XVIII, en 1734 y 1757, la imagen otorgada por Hernán Ruiz sería posiblemente la que esencialmente mantendría hasta su demolición en 1864.

La Puerta quedaría constituida por un gran arco de medio punto entre pilastras, un poderoso entablamento y un frontón semicircular. La composición se cierra con tres remates verticales y dos figuras reclinadas sobre el frontón, posiblemente desde el s. XVI, que simbolizan la abundancia, en clara relación a las riquezas provenientes del vecino Puerto de Indias. La imagen impresa por Tovar en 1878, con el frontón triangular, es quizás una reinterpretación hecha cuando ya estaba demolida o el fruto de una remodelación ejecutada muy pocos años antes de su desaparición.

En época del Imperio se le denominó Puerta del Hierro por el almacenamiento y entrada de este producto que venía de Vizcaya, pero siempre el nombre oficial fue Puerta de Arenal.


Puerta Nueva o de San Fernando, situada al final de la calle de San Fernando, a la altura de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. 1760-1868. Estaba formada por un arco de medio punto de gran tamaño, con una pareja de columnas a cada lado, dóricas las exteriores y jónicas las de dentro. Conectaba: La calle San Fernando con el Prado de San Sebastián, fue la última puerta añadida a la muralla. Con la construcción de la calle de San Fernando y la Fábrica de Tabacos, se soterró el Tagarete en este tramo y se derribó la muralla sur de los Jardines del Alcázar, elevando un nuevo muro de limitación con el Alcázar más retrasado y otro en el frente de la fábrica hasta la Puerta Nueva, el llamado "murallón de la fábrica". La calle de San Fernando quedó embutida entre los dos muros, con una única apertura en el centro de la calle para la entrada a la fábrica. En la otra acera, se construyeron casas para los cargos intermedios, quedando la nueva muralla del Alcázar oculta detrás.


Puerta de San Juan, antigua calle Guadalquivir. s.XII-1864, de origen almorávide, estaba situada en la calle Guadalquivir, entre la calle San Vicente y Torneo.Conectaba: Barrio del Compás de San Juan de Acre, huertas y priorato de Santiago de la Espada con la ronda exterior y con las defensas fluviales de la ribera izquierda del río Guadalquivir. Como todas la demás puertas contaba con otros nombres, así sabemos que con antelación al s. XV.

La puerta de san Juan era llamada la Puerta del Ingenio, esto es debido a que se encontraba muy cerca de ella el muelle para la carga y descarga de mercancías que entraban en la ciudad por la vía fluvial a través del Guadalquivir. Este muelle cercano a la puerta de san Juan subsistió hasta el año 1574, en que comenzó a utilizarse otro de nueva construcción que se labró junto a la Torre del Oro. El nombre de San Juan lo adquirió, tras la conquista cristiana de la ciudad, de la parroquia y jurisdicción del Compás de San Juan de Acre. Fue sede de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, finalmente denominada Orden de Malta, hasta su extinción en 1837.

Fue conocida asimismo como Puerta del Ingenio, por un artilugio que servía para la descarga del tráfico fluvial, aguas arriba del Puente de Barcas. En la zona se situaba el antiguo Puerto de Sevilla. La "máquina" o "ingenio" se reubicó junto a la Torre del Oro, cuando el puerto se desplazó río abajo y se construyó el Puerto de Indias.

La iconografía que ha llegado hasta nosotros muestra una puerta de ingreso recto, mediante arco simple de medio punto con peralte, de rosca de fábrica. Se encontraba labrada en un cuerpo defensivo único, de planta cuadrangular hacia el interior y saliente en dos cubos hacia el exterior. Estuvo coronada, al menos desde época cristiana, con merlatura encapuchada igual que los vecinos lienzos de la muralla.

El antemuro y liza, que reforzaban desde época almohade el sistema murado almorávide, no constan en la iconografía que ha llegado hasta nosotros de este sector, tendente a mostrar comúnmente los diversos refuerzos constructivos y rellenos que se practicaron en el sector para defensa de los embates del río Guadalquivir y ronda exterior.

Las imágenes del s. XIX muestran la puerta como un lugar casi de periferia interior, poco urbanizado y de aire apartado, casi rural. Permanecía aún marcado por la cercana huerta de Santiago, primitivo solar de los santiaguistas frente al priorato y que persistió como tal huerta hasta el s. XIX. Y sobre todo destaca por el pasado de ambas órdenes, militar y hospitalaria, de regla agustiniana. Hacia el interior, la puerta exhibe en la iconografía histórica la pendiente requerida para alcanzar la cota del exterior, de una ronda, actual calle Torneo, sucesivamente sobre elevada para escapar de las vecinas aguas.


Puerta de Triana, de origen almohade (1147-1248), fue derribada sobre 1585. Posteriormente se construyó una nueva puerta en estilo renacentista en la confluencia de las calles Gravina, Santas Patronas, Julio César y Zaragoza entre 1585 y 1588. De las distintas hipótesis sobre su autoría que atribuye su proyección y trazado al arquitecto Asensio de Maeda, maestro mayor del ayuntamiento, con el influjo de Hernán Ruiz II a través de su programa de renovación de puertas de 1560

Conectaba: El final del puerto y Triana (puente de Barcas) con el eje suroeste de la ciudad. Se encontraba frente al Puente de Barcas, en la calle Reyes Católicos, la única comunicación del arrabal de Triana y el Aljarafe con el centro de la ciudad.

Aunque varias fuentes sostiene que era la única puerta del recinto amurallado con 3 arcos. Era la puerta más notable y hermosa del recinto amurallado de Sevilla. Parte de los restos sirvieron para la construcción de una casa en la calle San Eloy, la cual pertenecía al contratista que llevó a cabo la demolición de la puerta, y la otra parte puede observarse en el zoológico de Jerez.

Sirvió de cárcel de caballeros, y en 1808 fue allí asesinado Juan Ignacio de Espinosa y Tello de Guzmán. III conde del Aguila y VIII marqués de Paradas, procurador del Ayuntamiento, a quien la chusma acusó de afrancesado y tras apuñalarlo, le colgaron por los pies en la barandilla del piso alto de la Puerta de Triana.

A raíz de la Revolución de 1868 el recién formado gobierno republicano firmó la orden de derribo el 21 de septiembre de 1868 para borrar toda huella monárquica en Sevilla; aunque la reforma urbanística se había iniciado en 1859 por Balbino Marrón.

Postigos de acceso:

Postigo del Aceite. Entre las c/ Dos de Mayo y Almirantazgo Fue mandado construir, a sus expensas, por el Califa almohade Yusuf Al-Xabid, en sustitución de otra que existió en el mismo lugar y que se destruyó por los destrozos que le produjeron la riada del río Guadalquivir del año 1168. El origen de su topónimo, se vincula a la presencia en sus cercanías del mercado y los almacenes del aceite, en tiempos la plaza que le da acceso fue llamada de San Agustín, por ser donde estaba enclavado el hospital de su nombre, contiguo a la capillita, para uso de la nación flamenca, asimismo, fue llamada de la Carnicería de los Abades, pues en ella estuvo dicho establecimiento. En su entorno se encontraba el Alfolí de la sal.

El antiguo solar que ocupaban las Atarazanas esta dividio en tres partes, de sur a norte: cinco naves que fueron demolidas a mediados del s.XX para la construcción de la Delegación Provincial de Hacienda, cinco naves que corresponden al Hospital de la Caridad y siete naves más que correspondían a la antigua Maestranza de Artillería, que cubrían unos 15.000 metros cuadrados. En el Hospital de la Caridad, fundación erigida en el s.XVII, se conservan importantes restos de las antigua atarazanas, aunque muy soterrados y enmascarados por adosamientos posteriores. La nave central, más ancha, del antiguo edificio portuario fue convertida entonces en iglesia barroca.

Las Atarazanas también incluían la denominada Resolana del Río, una gran explanada de arena que llegaba hasta la orilla del Guadalquivir. Se trató de una de las mayores instalaciones industriales de la baja Edad Media en Europa, de extensión comparable a la que tenía por entonces el Arsenal de Venecia.


Postigo del Carbón, s. XII-1864, de origen almorávide, se trasladó en el s. XVI del principio al final de la calle Santander, originalmente se llamaba Postigo de los Azacanes, (palabra árabe referida a los aguadores o porteadores de agua), Postigo de las Atarazanas (por su proximidad al edificio) y Postigo del Oro (por el comercio de Indias y el trayecto que seguía el oro desde el puerto al Alcázar), Su nombre más común, el del Carbón, pues fue el producto de la venta que se llevaba a cabo en el postigo y sus aledaños. Fue derribado después de 1868, aún puede verse su emplazamiento en los restos de lienzos sobre los que se apoyaba, en su lugar un azulejo de la virgen del Carmen. Conectaba: La Casa de la Moneda y la Aduana del s. XVI con el puerto de la ciudad y el arenal del río Guadalquivir.

Estaba situado, entre las Reales Atarazanas y la Torre de la Plata (confluencia de las actuales calles Santander y Temprado), dando acceso a la calle Santo Tomás y la Catedral, o continuando recto por el Arquillo de la Plata, a la Casa de la Contratación y el Alcázar. Fue una de las puertas de acceso del recinto amurallado de la ciudad de Sevilla.

El postigo del Carbón, junto al del Aceite y la desaparecida puerta del Arenal, suponían una suerte de accesos que atravesaban la muralla para comunicar una parte de la ciudad intramuros con la frontera natural dibujada por el Guadalquivir. Este encuentro, entre la urbe hispalense y el río principal de todos los que regaban sus tierras, tenía lugar en el espacio del Arenal.

Este postigo fue testigo de un hecho de gran relevancia en el devenir de la ciudad como el acaecido en 1248. Bajo su arco de medio punto, el rey árabe Axafat sale de la ciudad a su encuentro con Fernando III de Castilla en el Arenal con el fin de entregar las llaves de la ciudad a este último. De este modo, se pone fin a los más de cinco siglos de etapa islámica de Sevilla.

No estuvo siempre situado en el mismo lugar. En origen se encontraba localizado aproximadamente en el encuentro entre las actuales calles Santander y Joaquín Hazañas, situándose como continuación de la muralla sobre la que se apoyarían las Atarazanas –a cuya construcción se vincula la apertura del postigo del Carbón- y posicionándose a la altura del postigo del Aceite.

Es ya en el año 1586 cuando se produce el desplazamiento del puerto y la construcción de la nueva Aduana. A cuentas de ello, se construye junto a la torre de la Plata el nuevo postigo del Carbón, lo que supone la coexistencia de dos postigos del Carbón en simultáneo, como así atestiguan múltiples grabados o el plano de arrendamiento de los solares de las Herrerías Reales de 1616. Y cuya calle conformada entre ambos postigos recibiría el nombre de los mismos.


Postigo del Jabón, situado en la antigua judería, fue una de las puertas de acceso al barrio, que estuvo amurallado durante años, situada en lo que es la actual calle Tintes.

Postigo de la Basura, se hallaba al final de la calle Feria, servía para entrar y salir del estercolero que en tiempos fue la actual Resolana.

Postigo del Cuco, situado a unos cuarenta metros de la puerta de la Macarena.

Arquillo de la Plata

Se ubica a pocos metros de la Torre de ´Abd-al-Aziz, culminando el amurallamiento hasta la Puerta de Jerez, donde comenzaban las murallas defensivas. De la Puerta de la Victoria y Torre de ´Abd-al-Aziz, partía una segunda muralla palatina, en dirección a la calle Santander, que conectaba con la Torre de la Plata y el Postigo del Carbón en la confluencia de la calle Miguel de Mañana, con la Avda, de la Constitución.

Es una puerta defensiva del Alcázar que daba acceso a las mercancías que llegaba al puerto de Sevilla a comienzos del s. XVI eran en su mayoría descargadas al pie de la Torre del Oro. Desde ahí, se procedía a entrarlas en la ciudad por el Postigo del Carbón, La Puerta del Oro, o como sería conocido popularmente entonces este ingreso en la muralla enfrentado al rio. A continuación, los tesoros de las colonias de ultramar serían conducidos directamente hasta la Casa de la Contratación que se encontraba dentro del Alcázar. Para acceder a ellas, se debía atravesar el Postigo de ´Abd-al-Aziz. En estos tiempos de importante entrada de productos de lujo a Sevilla, este postigo recibiría el nombre de Arco de la Plaza. La antigua puerta del Alcázar a la que daba acceso, está tapiada y se encuentra en la muralla lateral de la Puerta del León o antigua Puerta de la Montería la usada ahora en las visitas.


Postigo del Alcázar/ de la Torre del Agua o de la Huerta del Retiro.

Se trata de una pequeña puerta en la muralla, construida, entre los siglos XII y XIII, remodelando una puerta torre original de época califal, existente junto a la Torre del Agua y al final de la actual calle Judería del Barrio de Santa Cruz.

La calle Judería formaba un pasadizo semejante al actual con su entrada desde el Patio de Banderas, flanqueado por murallas almenadas de defensa que finalizan en la Torre del Agua y el Postigo del Alcázar, ambos unidos al lienzo de murallas del Callejón del Agua, que contenía los conductos de abastecimiento de agua del Alcázar.

El Postigo era utilizado por los califas almohades para salir a caballo desde los recintos del Alcázar en dirección a sus residencias cercanas en los Jardines de la Buhayra o para acometer razias contra las tropas enemigas, sin cruzar la ciudad; un pasadizo protegido desde el Patio de Banderas hasta la calle Judería; y de ahí hasta la Puerta de Yahwar.

La Torre del Agua, con su gran matacán era el control de defensa hacia el interior de la Alcazaba desde los jardines cercanos a la Puerta de Marchena (hoy abierta hacia el Paseo Catalina de Ribera, posible lugar de evasión de la élite almohade, en caso de necesidad, hacia el arroyo Tagarete.

Tras la conquista cristiana de Sevilla, quedaría lindando con el muro de la judería que desemboca en el Callejón del Agua, manteniendo un escaso uso hasta que en 1619 se anula definitivamente su función de puerta de la muralla urbana al cercarse las tierras de cultivo extramuros del Alcázar y de ahí su otro nombre de “Postigo de la Huerta del Retiro”.

Postigo de la Feria, también llamado Postigo de la Basura, estaba al final de la calle Feria, esquina con la calle Bécquer.

Postigo del Jabón, ubicado al final de la calle Tintes.

Postigo de San Andres

Postigo de San Antonio, abierto en el s. XVII para comodidad de los frailes de San Antonio de Padua.




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