viernes, 19 de abril de 2013

Madīnat az--Zahrā´ 325/936-1.010

"Me dijo un shayj/anciano de Qūrţuba, respecto al origen de la construcción de Madīnat al-Zahrā’, que ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, se le murió una surriya/concubina que dejó una gran fortuna con destino a la redención de cautivos musulmanes. Se buscaron en el país de al-Afrany/francos y no se hallaron, dando gracias a Dios por ello. Entonces le dijo a ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, su yariya/joven concubina al-Zahrā’, a la que amaba profundamente: "deseo que construyas para mí una madīnat/ciudad que lleve mi nombre y sea de mi propiedad." En efecto, ordenó construir dicha madīnat debajo de Ŷabal al-’Arús/Montaña de la Novia, que es el mediodía de la montaña y al norte de Qūrţuba, a unas tres millas de esta madīnat. Ordenó que se construyera con la más alta y refinada técnica, para que fuera lugar de recreo y morada de al-Zahrā’y festón de los magnates de su Reyno. Hizo esculpir una estatua de al-Zahrā’, que colocó en la puerta de la madīnat. Cuando se sentó ella en el maŷlis/salón de al-Zahrā’ y contempló lo blanco de la madīnat en el regazo de la negra montaña, dijo: "oh, mi señor, ¿no ves la hermosura de esta yariya en el regazo de aquel etíope? ¿Por qué no quitas la montaña?" Uno de los familiares de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, dijo: pido a Dios que libre al Califa de los Creyentes de una acción que después no pueda oírse sin afrenta de la razón. Ni reuniendo todas las criaturas que estuvieran cavando, cortando y barrenando podrían quitar lo que el creador puso, sólo él, cual podría hacerlo. Ordenó entonces que cortasen los árboles de la montaña y plantasen toda de higueras y almendros. Por ello no hubo vista más bella en la primavera cuando las flores abrieron. Y ella, la madīnat entre la montaña y la Sahla/planicie, terminó diciendo uno de los compiladores."

La edificación de Madīnat az-Zahrā’ مدينة الزهراء Madīnat az-Zahrā´ مدينة الزهراء (La Ciudad de Flor). Es una madīnat palatina o áulica mandada edificar por ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh a unos 8 km en las afueras de Qūrţuba en las últimas estribaciones de Sierra Morena, en la ladera del Ŷabal al-Arus (Montaña de la Desposada o Sierra de la Novia), frente al valle del wādī-l-Qabīr/río Guadalquivir y orientada de Norte a Sur, sobre un espolón de la sierra, entre dos barrancadas, que se adentra en la campiña Aprovechando perfectamente el desnivel del terreno, la madīnat palatina de Madīnat az-Zahrā´ fue distribuida en tres terrazas; el recinto de la madīnat adopta un trazado rectangular (una extensión de 112 hectáreas) -frente a la idea laberíntica y caótica característica del urbanismo musulmán- de 1500 m de lado en sentido Este-Oeste y unos 750 m de Norte a Sur, tan solo deformado en el lado Norte por las necesidades de adaptación a la difícil topografía del terreno. La topografía jugó un papel determinante en la configuración de la madīnat. Su emplazamiento sobre la falda de Sierra Morena permitió diseñar un programa urbano en el que la ubicación y la relación física entre las distintas construcciones resultaran expresivas del papel de cada una de ellas en el conjunto del que forman parte: el Palacio se ubica en la parte más alta, escalonando sus edificaciones por la ladera de la montaña, en una situación de clara preeminencia sobre el caserío urbano y la mezquita, extendidos por la llanura. Siguiendo la disposición en terrazas encontramos que la primera corresponde a la zona residencial del Califa, seguido por la zona oficial (Casa de los Visires, cuerpo de guardia, Salón Rico, dependencias administrativas, jardines...) para finalmente albergar a la madīnat propiamente dicha (viviendas, artesanos...) y la mezquita, separadas de las dos terrazas anteriores por otra muralla específica para aislar el conjunto palatino. Empezó la construcción de Madīnat az-Zahrā’ el día primero de muḥarran del año 325/19 noviembre de 936, a cargo del maestro alarife Maslama ibn ´Abd Allāh y duró cuarenta años consecutivos; esto es, veinticinco años de la vida de´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, y quince de su hijo y sucesor, al-Ḥakām II ibn al-Raḥmān al-Muntānsir bi-Llāh, porque, aunque el Palacio se terminó mucho antes de la muerte de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, su hijo aportó considerables adiciones, de suerte que los edificios para la recepción de la corte, las barracas para la tropa, los jardines de placer, Ḥammām/baños, ţayfūr/fuentes y demás no se completaron hasta los días de al-Ḥakām II ibn al-Raḥmān al-Muntānsir bi-Llāh. Estaba situada entre la montaña y el llano que se extiende hasta Qūrţuba, a una distancia de cuatro millas y un tercio de Qūrţuba; medía 2.700 codos de largo de este a Oeste, y el ancho de norte a sur era de 1.700 codos, siendo la superficie de 990.000 codos. Trabajaron cada día 10.000 obreros musulmanes y esclavos, con jornales de un dirhen y dirhen y medio, y se gastaron anualmente 300.000 dinares oro, durante el ´āmirato de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh Durante el gobierno de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, se gastaban cada día seis mil sillares de piedra labrada, grandes y pequeños, cortados en distintas formas, pulidos o alisados, aparte de las piedras en bruto que se usaban para pavimentos y embaldosado de los cimientos. El número de bestias de carga que se empleaban diariamente para transportar materiales de construcción era de mil cuatrocientas mulos; algunos dicen que más, aparte de cuatrocientos camellos que pertenecían al Califa y mil mulas alquiladas en algunas ocasiones al precio de tres mizcales al mes. Se gastaban mil cien cargas de cal y yeso cada tres días. De las 4313 columnas que hubo en la madīnat, algunas de éstas vinieron de Ruma/Roma; diecinueve de las tierras de las Marcas Hispánicas, ciento cuarenta fueron regaladas por el emperador de Qustantiniyya al-Uzma/Constantinopla, mil trece, en su mayoría de mármol rosa y verde, las trajeron de Qartayanat, de Ŷabal-Dammar/Túnez, de Sfax y de otras antigüas ciudades devastadas de Ifriqiiah/África, Ŷabal-Dammar/Túnez, Sfax y otros lugares; el resto se extrajo de canteras de al-Āndalus; las de mármol blanco de Tarrakūna/Tarragona y al-Māriyyat Baŷŷāna/Almería, las de mármol rayado de Mālaqah, por cada bloque que llegaba a Qūrţuba pagaba el Califa diez dinares de oro, y trescientos mil gastó durante cada uno de los veinticinco años que vivió desde la fundación de la madīnat Se trajo mármol de Cartago y de Tunez. ´Abd Allāh ibn Yūnus, Ḥasan el Qūrţubes y Ŷa´far el Alejandrino fueron los encargados de traerlo. ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh les pagaba diez dinares de Siŷilmāsa, por cada bloque, grande o pequeño, aparte de los gastos que comportaban su corte y transporte y de las provisiones necesarias para su acarreo.

La Red viaria Tras la fundación de Madīnat az-Zahrā’ y como consecuencia de la misma se efectúan una serie de realizaciones que dotarán a la nueva madīnat de una red viaria propia e independiente. Ellas se centran en el territorio occidental de Qūrţuba, y son: Un camino directo entre Qūrţuba y Madīnat az-Zahrā’ (Camino de las al-Múnya/almunía que, a su vez, comunica también la madīnat palatina con el camino de Išbylīya/Sevilla por la orilla Norte del wādī-l-Qabīr (Cañada Real Soriana y Camino Viejo de Al-Mudawwar/Almodovar del Río, y con las rutas que desde la puerta del puente parten hacia el Sur, Este y Oeste. Un enlace directo e independiente de Madīnat az-Zahrā’ con el camino Qūrţuba-Baţalyaws/Badajoz (Yadda) mediante el Camino de Media Ladera. Un enlace de Madīnat az-Zahrā’ con las principales rutas situadas al Este (Mārida/Mérida, Ţulaytūla/Toledo y Şaraqusta/Zaragoza sin pasar por Qūrţuba: el Camino de los Nogales-Carrilde los Toros. Un camino secundario que unía Madīnat az-Zahrā’ con las principales al-múnya de la zona Oeste (Alamirilla): el Camino del Oeste.

Murallas La madīnat estuvo cercada por una gruesa muralla, que constituye más un límite que un dispositivo militar estrictamente defensivo. Sólo ha sido excavado el tramo central de la muralla norte, construida con sillares de piedra caliza, como toda la madīnat, a soga y tizón. Al exterior se refuerza con torres rectangulares y en el interior presenta contrafuertes como refuerzo estructural, para contener el empuje de las tierras de la ladera. Este amplio recinto, constituido por una fuerte y doble muralla, estaba dividido en sectores igualmente amurallados, que delimitaban los diferentes niveles topográficos de la madīnat y sus principales compartimentos. El área fortificada de Madīnat az-Zahrā’ forma un rectángulo de 1.518 metros de longitud por 745 metros de anchura La parte que apoyaba en la misma montaña estaba destinada para al-Qaşr7Alcázar del Califa, conocido como Dar al-Mulk/Casa Real en los cuales se alojaban además del dueño, 6.300 mujeres entre concubinas de mayor y menor categoría, criadas y sirvientas, y en donde había para ellas 300 Ḥammām. Se ha de mencionar en particular un complejo de edificios que se identificó como la "Casa del Wāzīr/Casa del Ministro Ya'afar al-Mushafi" gracias a una inscripción. Ya'afar al-Mushafi fue nombrado en el año 961 Ḥāŷib/Primer Ministro del Califa al-Ḥakām II ibn al-Raḥmān al-Muntānsir bi-Llāh y fue una de las personalidades más influyentes de la corte. La terraza inmediata, al mediodía, para las viviendas de la servidumbre de eunucos y guardias, que comprendían 400 casas, cuyas puertas, grandes y pequeñas, estaban forradas de hierro y cobre sobredorados , y sumaban más de quincemil, (los pajes y esclavos que mantenía el Califa eran 3.750). Los eunucos y guardias ascendían a 12.000, magníficamente vestidos con espadas y cinturones dorados y plateados. Y a los pajes se les pasaba diariamente 13.000 libras de carne, sin contar las gallinas, perdices y otras volaterías, además de muchas especies de pescados. La tercera y más desviada de la montaña estaba dedicada a jardines y huertos que se dominaban desde al-Qaşr. Había igualmente en Madīnat az-Zahrā’ edificaciones destinadas a dependencias administrativas, casa de moneda, graneros, oficinas públicas y una magnífica Mezquita, además de los grandes y suntuosos maŷlis/salón. La Puerta Norte La Puerta Norte se abre en el centro de la muralla septentrional, es el punto de llegada del denominado camino de los Nogales, la vía de comunicación más rápida con la madīnat de Qūrţuba en aquel entonces. La puerta presenta una disposición acodada que nos conduce a la estancia del cuerpo de guardia. La Puerta Norte así como el resto de la muralla esta constituida por sillares de piedra bien formados colocados a soga y tizón. Desde la Puerta Norte se inicia, hacia la izquierda, una rampa descendente de forma quebrada, que conecta con cuatro puertas y que nos lleva, a su vez, a la siguiente estructura destacable del sector público del al-Qaşr/Alcázar.

Dar al-Yund /La Casa Militar.

Dar al-Yund, más conocido coloquialmente como la Casa Militar. Se trata de un edificio de planta basilical con cinco naves longitudinales y una transversal rematada por saletas en sus extremos, donde se define un núcleo jerárquico formado por las tres naves centrales, aisladas del resto mediante puertas. El conjunto se completa con una gran plaza al sur, flanqueada por varias estancias en su lado oeste y una vivienda en el costado oriental. El edificio tiene la peculiaridad de conservar prácticamente integro su pavimento original de ladrillo. Por otra parte, el revestido de los muros se realizó con mortero pintado de almagra en el zócalo y blanco en el reto.

El Gran Pórtico.

El Gran Pórtico constituye la entrada más emblemática, simbólica y ceremonial al corazón del recinto del al-Qaşr, la zona más noble de la madīnat palatina, dando acceso a la zona administrativa y política del mismo. Se concibió inicialmente con catorce arcos practicables, constituyendo la fachada oriental de una gran plaza rodeada de otras construcciones. Todos los arcos son escarzanos, excepto el central, que es de herradura; los arcos están erigidos sobre pilares y alineados en dirección norte-sur a partir del amurallado norte. La decoración de la arquería consistía en un enlucido blanco con la presencia alterna de dovelas de ladrillo y piedra. Se trata de una organización efectista, puramente escenográfica, ya que su principal función era impresionar a todos aquellos que se acercasen, sin correspondencia alguna con el espacio trasero, donde se abre una sola puerta de reducidas dimensiones.

Salón Rico.

El denominado como Salón de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, Salón Oriental o simplemente Salón Rico constituye la parte más valiosa de todo el conjunto arqueológico, tanto por su calidad artística, como por su importancia histórica, siendo considerado sin discusión alguna el auténtico símbolo y emblema de todo el conjunto califal de Madīnat az-Zahrā’. Nadie pone en duda en la actualidad que éste Salón era el eje central del recinto palaciego, considerado por unanimidad entre los especialistas como el Salón de las grandes ceremonias palatinas, fiestas, ceremonias, recepción de embajadores extranjeros y Salón del Trono, por eso, no debe extrañarnos la suntuosidad y riqueza de su decoración, de la que ha derivado el apelativo de Salón Rico. ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, amante del boato cortesano, gustaba de impresionar a sus visitantes, a los que generalmente recibía aquí, por eso el lujo y el virtuosismo del arte califal alcanzan su punto culminante en estas habitaciones. La construcción del Salón duró tan solo tres años, tal y como los investigadores han podido averiguar por las inscripciones epigráficas aparecidas en las basas y pilastras de su interior, que nos dan una cronología que va del año 953 al año 957. Por otro lado, la brevedad cronológica y la efímera vida de Madīnat az-Zahrā’ nos aseguran no obstante estar ante la presencia de un conjunto decorativo y arquitectónico muy unitario, lo que nos permite admirar en este Salón, sin añadidos posteriores, el arte califal omeya del gobierno de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh en todo su esplendor. El Salón Rico no es propiamente un único espacio diáfano, tal y como su denominación nos puede llevar a creer, sino que en realidad se trata de un conjunto de espacios y salas compartimentadas, formando todas ellas en conjunto la morfología de un único salón dividido por arcadas. Estructuralmente, la sala tiene planta basilical de tres naves longitudinales con otra transversal en su entrada que hace las veces de pórtico, con unas medidas exteriores de 38 x 28 metros. Las cabeceras de estas tres naves longitudinales aparecen rematadas por arcos ciegos de herradura, en uno de los cuales, el central, se supone que estaría situado el trono desde donde el Califa dirigía el ceremonial palatino. El eje central del conjunto es la nave central longitudinal, separada de las restantes naves laterales por un conjunto de seis arcadas de herradura a ambos lados, mientras que de la transversal, se separa por tres arcos también de herradura. Junto a estas tres naves centrales y en paralelo, flanqueando ambos lados, se sitúan dos naves exteriores divididas en tres cámaras de desigual tamaño. Si en algo destaca el Salón Rico, como ya hemos dicho anteriormente, es por su fastuosa decoración. En primer lugar hay que destacar el constante uso del arco de herradura califal con policromía bicolor y con la tan característica alternación de dovelas en rojizo y en tonos carne provenientes de la piedra arenosa original destinada a la construcción, muy semejantes a las existentes en la Mezquita de Qūrţuba. Los arcos están sostenidos a su vez por columnas de mármol de primerísima calidad que alternan los tonos rosados con los azules claros, produciéndose de este modo un curioso juego de colores. Los fustes de las columnas aparecen rematados por los característicos capiteles de avispero.

El resto de la superficie de la pared se recubría íntegramente con finos paneles decorativos tallados en mármol. El tema elegido para los paneles tenía un alto simbolismo cosmológico, algo muy en concordancia con la techumbre de madera que recubría la estancia, donde estaban representadas las estrellas en una clara alusión al firmamento. El motivo labrado en los paneles representaba el árbol de la vida, un motivo exportado desde el viejo oriente. Los tableros eran ejecutados de manera simétrica sobre un eje. Por otra parte, el relieve cortado verticalmente le proporcionaba a la decoración una calidad grafica abstracta, mientras que la decoración interna, cortada también de manera dura, estaba constituida por facetas y cogollos de hojas, así como cálices de flores, que son motivos muy típicos del arte hispano-omeya.

El Salón Rico volverá a lucir su mejor cara tras una intensa restauración en la que se pretende devolver a la sala toda su magnificencia del pasado. Por un lado se procederá a la colocación de todos los at-tauriq (paneles) de mármol que en la actualidad están esparcidos en el suelo, devolviéndolos a su posición original, en los casos en que resulte imposible, se repondrán con fragmentos modernos que estarán perfectamente integrados junto a los originales. Respecto al suelo, actualmente de cemento, será repuesto por un pavimento de mármol, tal y como estaba en tiempos de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, de hecho, el mármol se extraerá de las canteras portuguesas de Estremoz, canteras de donde salió el primer suelo original hace ahora más de 1000 años.

A oriente del Salón Rico, y conectadas con el mismo, se construyeron un conjunto de habitaciones pavimentadas en mármol blanco, así como el llamado “patio de la pila”, que forma parte de las estancias previas a un baño de reducidas proporciones.

La Casa de al-Bírkah/Alberca.

La Casa de la Alberca, o más conocida popularmente como vivienda de la Alberca, se encuentra situada al oeste de la denominada casa de Ya´far, y se considera, casi de manera unánime como la residencia del príncipe heredero Al-Ḥakām II ibn ´Abd al-Raḥmān al-Muntānsir, hijo de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, y que sucedería a su padre como Califa y Príncipe de los Creyentes en el año 350/961 tras la muerte de este. Estructuralmente destaca por ser la única construcción de todo el conjunto que presenta una planta en torno a un jardín centralizado con alberca, lo que proporciona a este recinto de viviendas uno de los espacios más íntimos de todos los conjuntos palaciegos de la madīnat califal. A los lados menores del patio se abren, mediante fachadas de triple arquería profusamente decoradas varias estancias alargadas dispuestas de dos en dos en cada crujía. También presenta en uno de sus lados un baño adosado, baño al que en un principio se le confirió un uso privado y que más tarde sería reformado para ser compartido por las cercanas dependencias de la casa de Ya´far.

La Casa de Ya´far.

La Casa de Ya´far recibe su nombre por Ya´far ibn ´Abd al-Raḥmān, designado Ḥāŷib/Primer Ministro en el año 350/961. Su estructura se articula alrededor de tres ámbitos espaciales, organizados en torno a sus correspondientes patios, todos ellos de distinto carácter: uno público, uno íntimo y otro de servicio. El espacio oficial es constituido por una edificación de planta asimilable a la basilical, que cuenta con tres naves longitudinales que comunican entre si mediante puertas rematadas por arcos de herradura, así como una nave transversal abierta al patio, donde se interrumpe la correspondencia existente entre las naves longitudinales la fachada, con el objeto de adaptar esta última al espacio creado por la construcción de un baño contigüo. La fachada se organiza mediante una triple arcada de herradura soportada por comunas. En cuanto a la decoración del edificio, éste se pavimentó con gruesas losas de mármol blanco, excepto en el patio, donde se emplearon piedras de caliza violácea; además, destaca la decoración de at-tauriq/atauriques de la fachada con temática vegetal y geométrica, que también está presente en el vano de comunicación de la nave transversal y la central, que ostenta sendos tableros en los frentes y las jambas del vano.

Dar al-Mulk/Casa Real

Dar al-Mulk/Casa Real se sitúa en el punto más elevado del al-Qaşr y es la residencia íntima del Califa ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh. La vivienda se organizó sobre una plataforma cortada en la roca donde se ubicaron una terraza delantera y tres crujías paralelas de habitaciones extendidas a lo ancho, rematadas en los extremos con al-qubba/alcobas y decoradas íntegramente con at-tauriq.

La Casa Real no se adosó sobre el macizo de sillares de la plataforma superior, sino que se separó del mismo a través de un largo corredor de servicio que atraviesa el conjunto. Tanto las fachadas de las habitaciones principales como las portadas interiores recibieron decoración de at-tauriq labrada en placas de piedra adheridas a los muros. La riqueza de esta ornamentación se extiende también a los pavimentos de ladrillo de las distintas estancias. Algunos son lisos, pero muchos otros recibieron un tratamiento decorativo a base de incrustaciones de piedra caliza blanca que dibujaban cenefas geométricas.

La Masyid/Mezquita de Madīnat az-Zahrā’ La Mezquita de Madīnat az-Zahrā’ es una de sus primeras edificaciones, en 941. La longitud total de la Mezquita de Madīnat az-Zahrā’ de Sur a Norte, sin el Miḥrāb, era de 97 codos/48 metros y el ancho de Este a Oeste de 59 codos/29 metros, se hizo en el corto plazo de 48 días, durante los cuales trabajaron en ella 1.000 obreros especializados de los cuales eran: 300 albañiles; 200 carpinteros y los 500 restantes, obreros dedicados a la colocación de ladrillos y al-´arífes/alarifes de clases diversas. Aunque de inigualable trazado y de proporciones sin par, estaba adosada al costado oriental del Jardín Alto, en la parte más baja junto a las viviendas, pero externa al recinto del al-Qaşr, la parte central del conjunto califal. El edificio, a diferencia de la Mezquita de Qūrţuba, está bien orientado hacia La Meca. Consta de un patio descubierto y porticado en tres de sus lados, que medía de Sur a Norte, unos 22 metros, y, de Oriente a Occidente, 20 metros. Estaba totalmente pavimentado de mármol rojizo, muy parecido al color del vino y en su centro había una ţayfūr/fuente de agua límpida para el uso de la Mezquita y una sala de oración de cinco naves longitudinales que medían 50 codos de la Qibla al norte (yawfi) sin la Maqşūrah/maqsura, separadas por arquerías perpendiculares al muro de Qibla. Sólo el espacio de la Maqşūrah, reservado para uso exclusivo del Califa, se pavimentó con losas de barro, cubriéndose con esteras el suelo terrizo del resto del oratorio. El sawmu'a/alminar desde donde se llamaba a la oración, es de planta cuadrada al exterior y octogonal en el interior, ubicándose junto a la puerta norte del acceso al patio. Algunas maravillas Entre las maravillas de Madīnat az-Zahrā’, dice ibn-Ḥayyān, se contaban dos fuentes, con sus tazas de formas tan extraordinarias y tan valiosas por su trabajo que, en la opinión de este cronista, constituían el principal ornamento del Palacio. La pila verde y pequeña fue traída de Siria. Era de mármol verde y su transporte fue efectuado por el filósofo Ahmed ibn Karma; en ella había grabados y esculturas antropomóficas y no tenía parangón. En cuanto a la pila esculpida, ornada con escultura de oro, la trajo Aẖmad al-Yūnānī de parte del señor de Qustantiniyya al-Uzma/Constantinopla, el obispo Rabī´, de un lugar a otro, hasta que llegó por mar. Cuando la recibió ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh ordenó que fuera instalada en el centro del salón de la Sala del Este conocido como al-Mu´nis y se le añadieron doce figuras labradas en oro rojo, adornadas con perlas y piedras preciosas. Las figuras, que fueron realizadas en los talleres estatales del palacio de Qūrţuba, representaban distintos animales; por ejemplo, había una que representaba un león que tenía un antílope a un lado y un cocodrilo al otro; enfrente había un águila y un dragón y entre ambos grupos, un halcón, un pavo real, una gallina, un gallo, un gavilán y un buitre. Todos huecos, ornados con joyas y de sus bocas salía agua, que se vertía en la pila. Otra de las maravillas de Madīnat az-Zahrā’, llamada por al-Zuhrlī al-Qalbaq (o al-Qalîq/al-Qaylaq/al-Qayliq) Kasrul-Jalafa/Salón de los Calīfas y por al-Maqqarī, Alcázar del Califato, donde hacían la proclamación de soberanos cuyo techo era de oro y de bloques de mármol de varios colores, sólidos pero transparentes; siendo las paredes de los mismos materiales. En el centro de éste prodigioso salón, (o según otros encima de la fuente mencionada anteriormente, que ellos sitúan en esta sala), se encontraba la perla única que era un regalo del Emperador griego Constantino VII a ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, entre otros valiosos objetos. Según ibn Bashkuwal, en medio del Salón había un gran estanque lleno de mercurio y a cada uno de los lados de la estancia se abrían ocho puertas con arcos de marfil y ébano guarnecido de oro y diversas piedras preciosas que se apoyaban en columnas de mármol de colores y cristal puro. Cuando el Sol, al atravesar esas puertas, bañaba con sus rayos el techo y las paredes del salón, que les reflejaban, formando así un resplandor deslumbrante. Y cuando ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, deseaba espantar a algún adulador cortesano que se sentara con él, sólo tenía que hacer una señal a uno de sus esclavos para que pusiera en movimiento el mercurio y la habitación entera parecía atravesada por haces de fulgurantes rayos y sus acompañantes empezaban a temblar al sentir que la habitación se desplazaba; esta sensación y su temor duraban mientras el mercurio estaba en movimiento. La abundancia de azogue que había en al-Āndalus hizo concebir a ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, la idea de emplearlo del modo descrito anteriormente. Fue quizás el efecto producido por este mineral el que llevó a la creencia de que esta habitación estaba girando constantemente y seguía el curso del Sol, o como otros dicen, que se movía girando alrededor del estanque como si se tratara de un eje central. Fue tal el cuidado que puso´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, en este edificio, que no encomendó su superintendencia a nadie más que a su hijo y sucesor, al-Ḥakām II ibn al-Raḥmān al-Muntānsir bi-Llāh. En una cosa, sin embargo, vemos que todos los autores están de acuerdo, a saber, que nunca se construyó una estancia más esplendorosa que ésta, bien fuese en los tiempos precedentes o posteriores al Islam.

"La Madīnat az-Zahrā’ resplandece al Sol de la mañana, entre campos de olivos plateados. ...A la sombra de cipreses y palmeras, jardines de ensueño rodean inmensos salones mezclando mirto y romero, adelfas y nardos, lirios y rosas en tapices multicolores".

La Cierva de Madīnat az-Zahrā’ .

La cierva de Madīnat az-Zahrā’ es una pequeña pieza de bronce que fue elaborada como un pequeño surtidor de agua para decorar una de las numerosas fuentes con las que contaba la madīnat palatina, siendo considerada, de forma unánime, como la obra maestra de la escultura āndalusś del periodo omeya. Respecto a su cronología, suele ser habitual datarla por parte de los especialistas entre las últimas décadas del siglo X y los primeros años del siglo XI, sin que se pueda aportar aun hoy una fecha mas precisa. De esta misma pieza existen tres replicas de morfologías muy similares, una en el museo arqueológico nacional de Madrid, otra en el centro de visitantes de Madīnat az-Zahrā’ , y una ultima en el museo nacional de Qatar que fue comprada por un jeque árabe en subasta internacional, por la que llego a pagar, en 1997, cuatro millones de dólares.

La Cerámica zoomorfa de Madīnat az-Zahrā’ .

Esta curiosa pieza, que según los investigadores formó parte de la vajilla de gala de alguno de los conjuntos palaciegos de la madīnat de Madīnat az-Zahrā’ , fue adquirida por el estado español en nombre de la Junta de Andalucía en abril del 2003 tras el desembolso de un importe de 220.000 euros a una sala de subastas londinense. Por sus rasgos morfológicos, los expertos han intuido que esta pieza de pequeñas proporciones quizás pudiese tratarse de una jirafa. Sobre su uso específico, se piensa que pudiese servir para verter algún tipo de líquido. La decoración esta realizada a base de vidriado blanco, así como pequeños fragmentes de verde y manganeso. Respecto a su cronología, decir que es datada, por casi todos los expertos, en los años centrales del siglo X.

El Aguamanil del Louvre

Se trata de una pieza zoomorfa que debió salir de la Península tras el saqueo francés durante la guerra de la Independencia, encontrándose actualmente en las vitrinas del museo parisino del Louvre, donde es una de las estrellas de las salas de antigüedades islámicas. Se trata de un aguamanil en el que se distingue sin ningún tipo de dudas la figura de un pavo real. Sobre el uso de esta pieza, tal y como su nombre indica, se trataba de un recipiente destinado al almacenamiento de agua para el posterior lavatorio de las manos. Presenta la curiosidad de contener sobre su superficie una inscripción bilingüe (en árabe y latín) que nos indica el nombre del artista y la fecha de su ejecución, por lo que podemos datar a la pieza sin ningún tipo de problemas en el año 972.

Otro objeto importante hallado fue la caja de marfil con inscripciones llamada Píxide de Al-Mughira, que se conserva en el museo del Louvre

940, diciembre, 3. Lápida conmemorativa de la terminación de las Obras de conducción de agua a la Masyid/Mezquita de Qūrţuba

"... La construcción fue terminada a finales de Şafar del año 329/3 diciembre 940. El comienzo de los trabajos de esta canalización, a partir de su punto de partida, en Šhawwāl del año 328/10 julio a 7 agosto 940. La ejecución de estos trabajos fue bajo la dirección de su mawlá, de su wāzīr y de su Sáhib al-Madina ‘Abd Alláh ibn Badr. "

Lápida conservada en el Museo Arqueológico Provincial n. 510. Trad. E. Lévi Provençal, Inscriptions árabes..., p. 4

941, marzo, ´Abd al-Raḥmān al-Nāsir ibn ´Abd Allāh (´Abd al-Raḥmān III), inaugura el acueducto que traía agua potable de la Sierra a Dúr al-Na’úra
"En el principio de este año (329/desde 6 octubre 940 al 26 septiembre 941) completó ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, la construcción de una magnífica qaná/conduccción/acueducto, o acueducto el cual traía el agua potable desde la Sierra de Qūrţuba hasta al-Qaşr de Ná’úra, situado al occidente de Qūrţuba. El acueducto era una maravilla de la técnica de ingeniería; por su interior por medio de tuberías ordenadas geométricamente sobre arcos conectados unos con otros. Las aguas llegaban de éste modo, en un orden admirable y, gracias a una ciencia extraordinaria, desembocaban en una gran alberca, sobre la cuál había un colosal león enorme, construido con arte maravilloso de tal modo que su sola visión bastaba para infundir temor en los corazones de los que miraban y que superaba a todos los ideados por los ´āmires de tiempos anteriores, tanto en semejanza como en magnificencia, por todas las características de dimensiones, forma de construcción y por estar recubiertos por oro purísimo y sus dos ojos eran dos perlas de inestimable valor que reflejaban torrentes de luz intensa. Las aguas del acueducto le entraba por la parte posterior y luego salían por su boca cayendo en aquella alberca en un gran chorro. Esta agua después de surtir éste Palacio, regaba cada rincón de sus jardines, a pesar de su gran extensión, el agua sobrante iba a unirse a la de wādī-l-Qabīr.

La obra duró, desde que se empezó en la Sierra hasta que llegó el acueducto a alberca, doce meses, y el día que por primera vez arrojó agua a alberca fue un viernes de la luna nueva de ŷumādà ’ II/3 de marzo 941, dio ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, un convite excelente que favoreció al pueblo de los habitantes de su reino. Unió los arquitectos y los encargados en la obra en la oración buena y elocuente."

941, abril, 4. Se comienza el pavimentado del arrecife/camino entre al-Qaşr/Alcázar de al-múnya/almunia al-Ná’ura y al-múnya/almunia nueva de az-Zahrā’, sobre la que después se formaría Madīnat az-Zahrā’

"En la mitad de raŷab de este año 330/4 abril 941, se empezó la pavimentación del arrecife, el cual ordenó ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, se extendiera entre su al-Qaşr, en al-múnya al-Ná’úra en la orilla del río de Qūrţuba, hasta la puerta de su al-Qaşr nuevo en Qarya en el año 329/ 6 octubre 940 al 26 septiembre 941, con entrada en él sobre la orilla próxima sobre la que está la madīnat de Qūrţuba. Allanó dicho camino de asperezas después que ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, cabalgara por él en persona, tomara el asunto en sus manos y concentrara todos los esfuerzos disponibles. Personalmente señaló su trazado y señaló los mojones de sus límites. Por todo ello se terminó en un mes la citada pavimentación. Con ello acrecentó el beneficio a al-múnya nueva, a la cual llamó al-Zahrā’. Por todo ello mejoró su utilidad. "

Había además en Madīnat az-Zahrā’ dos Ḥammām, uno destinado a los oficiales de la casa del soberano y otros servidores del Palacio y el otro público; y también mercados, hospederías, colegios y otros establecimientos públicos y privados.

Otras muchas bellezas resaltaban a Madīnat az-Zahrā’, corrientes de agua, lujosos jardines, construcciones para el acomodo de los oficiales de la casa del soberano, magníficos Palacios para los altos funcionarios de la corte, es decir, para la muchedumbre de gentes: pajes, eunucos, esclavos, etc. que, con lujosos trajes, se movían por las anchas calles de la madīnat, etc. El número de servidores masculinos ascendía a 13.750, a los que se daba diariamente 13.000 libras de carne, sin contar las aves y los peces. Había 3.350 pajes, esclavos y eunucos.

Para los peces del estanque de Madīnat az-Zahrā’ se gastaban diariamente 12.000 hogazas, a más de 6 cahices de legumbres negras.

Si sólo hubiera poseído este Palacio la terraza de mármol pulimentado sobre los jardines incomparables con el salón dorado y el pabellón circular y todas las demás maravillas, si sólo hubiera poseído su sólida y bella construcción, decoraciones etc., el bahr/lago artificial y la cisterna siempre llena de agua límpida, nunca se hubiera uno podido imaginar nada semejante."

941, mayo, 21, viernes. Se termina la Masyid/Mezquita de Madīnat az-Zahrā’

"Y en lo que respecta a Madīnat az-Zahrā’, ella es una madīnat del rey, la cual creó el Califa al-Mu’minin ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, de la que ya antes hablamos, y ella es de las madīnat grandes del poder ilustre. Dijeron ibn Faradi y otros, que se construyó en cuarenta y ocho días gracias al trabajo de 1.000 obreros trabajando todo el día, de ellos 300 albañiles, 200 carpinteros y 500 operarios, dedicados unos a la colocación de ladrillos y el resto a diferentes trabajos artesanos. Era un gran edificio. Tenía cinco naves y 30 codos desde la qibla al patio, sin contar la Maqşūra. al-Bahw/nave medía, desde levante a occidente, trece codos y 12 las otras. La longitud del patio descubierto, desde la qibla hasta el norte, 43 codos y desde levante a poniente, 41. Estaba todo enlosado con losas de mármol de color jamrī/rojo vinoso y su centro había una pila de agua limpia para las abluciones.

La longitud completa de la mezquita del Sur al Norte, excluido al Miḥrāb, era de 97 codos y 59 de ancho de Oriente a Occidente. La longitud de al-manār en el aire (esto es, su altura) es de 40 codos y su anchura de 10 codos en la base.

Ordenó ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, se hiciera un minbar/púlpito precioso para esta mezquita, de factura bellísima. Se colocó dentro del recinto de la maravillosa Maqşūrah. Fue colocado este al-minbar/púlpito en su lugar, una vez terminada esta mezquita, un viernes a 22 de ša´bān de 329/21 mayo 941."

Encargó de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, para ella un Miḥrāb maravilloso, que fue hecho de una belleza sin par, y a su alrededor estableció una Maqşūrah de maravillosa construcción y estaba adornada con costosa magnificencia, y por orden de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, se colocó en ella un minbar, de extraordinaria belleza y dibujo, el mismo día en que se completó la mezquita, es decir, el 22 de ša´bān de 329/21 de mayo 941, domingo, terminándose de edificar completamente el jueves, a nueve días por pasar de ša´bān del 329 de la Hégira, en tal día, se dijeron por primera vez las preces públicas con gran solemnidad en la mezquita. Fue Abu ´Abd Allāh Mwḥāmmad ibn Abi ´Isā al-Qāḍī que ofició el primer salat ÿumu'a del viernes en presencia de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh y de los principales de la corte. También fueron magníficos en la madīnat califal los jardines y el parque zoológico. Son estos citados frecuentemente por cronistas musulmanes al describir la distribución de Madīnat az-Zahrā’, en tres recintos, anotando siempre que uno de ellos estaba dedicado a los huertos y jardines, pues de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, que había llevado el agua hasta la madīnat a trevés de un magnífico acueducto, la rodeó de vergeles, plantando árboles frutales de varias especies. Estos jardines tenían numerosas albercas. Ibn Jaqan no cuenta que en el centro de ellos, había un gran estanque rebosante de agua y que era tal la cantidad de peces que pululaban en éste y los demás, que se fabricaban para su manutención diaria 800 panecillo y se descascarillaban, también diariamente, seis cahices de garbanzos negros. El Calīfa āndalusī hizo acotar unos lugares para las fieras, una gran extensión de terreno situado a corta distancia del foso de protección, ordenó construir pajareras de gran amplitud protegidas por redes. En la casa de fieras, de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, había hecho colocar muchos leones y tigres, además de otros animales feroces y extraños de Ifriqiiah, así como multitud de aves, maravillosas por su rareza y hermosura de plumaje, venidas de apartados climas. Se hacían en su época ochocientos panes al día, destinados a los peces de los pequeños lagos. Un historiador āndalusī dijo que la pasión de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh, y su gusto por construir eran tales que, aparte de la construcción de este gran Palacio y las considerables adiciones hechas a la mezquita, también emprendió y completó durante su gobierno varias obras públicas para la mejora y ornamentación de su capital.

Debemos mencionar otro Palacio y otra Madīnat az-Zāhira construidos por el famoso Ḥāŷib, Mwḥāmmad ibn Abū ´Amir al-Manşūr (Victorioso de Dios). Sabemos que existió a alguna distancia de Qūrţuba a orillas de wādī-l-Qabīr y que era una estructura de las más espléndidas, secundando el Palacio de Madīnat az-Zahrā’, construido por ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh; pero debido a la circunstancia de su destrucción por los beréberes, poco después de la muerte de su fundador, durante las desastrosas guerras civiles que hicieron caer el tambaleante trono de los Califas, su memoria pronto se borró y los relatos que nos han llegado solo nos proporcionan algunos detalles.

El edificio, que se alzaba a orillas de wādī-l-Qabīr, no lejos de Madīnat az-Zahrā’, se empezó en el año 368/978; su mayor parte se completó en dos años. Mwḥāmmad ibn Abū ´Amir al-Manşūr (Victorioso de Dios) se retiró a él con su familia, sirvientes, guardia y allegados en el año 370/980. Además, estableció en él las oficinas del Estado, construyó almacenes para cereales y edificó molinos, también dio las tierras adyacentes a sus wāzīres, Jatibs, generales y favoritos, quienes no tardaron en construir magníficas casas y palacios y plantar jardines en los aledaños; gente de todas clases sociales y profesiones, ansiosa de tener sus moradas cerca del Jefe del Estado, siguieron su ejemplo y construyeron alrededor de él; así que en muy poco tiempo los suburbios de Madīnat az-Zāhira se juntaron con los de Qūrţuba.

También se cuenta que un hombre santo que vivía en aquellos tiempos, uno de esos musulmanes piadosos cuyos pensamientos están vueltos hacia Allāh, dirigió una vez sus pasos hacia Madīnat az-Zāhira, cuando llegó cerca de ésta le chocó tanto la magnificencia y tamaño del edificio, la lujosa y excelente composición de los jardines y la profusión de costosos ornamentos y dorados que en ella se prodigaban, que no pudo por menos que exclamar:
"¡Oh palacio de reyes! Cada casa de este país ha contribuido a tu ornamentación y perfección; también tú cuando estés en ruinas proveerás materiales para cada casa".

Pocos días después de que este santo hombre hiciera su oración, los tesoros de Madīnat az-Zāhira fueron saqueados en su totalidad y esparcidos por todo el país y el edificio mismo fue arrasado quedando a ras del suelo, a raíz de la horrenda y desastrosa guerra civil que se desencadenó en al-Āndalus de la cual ninguna familia o tribu escapó sin contribuir con alguna víctima. ¡Las alabanzas pertenecen a Allāh, cuyos decretos son infaliblemente ejecutados sobre sus criaturas! No hay Dios sino El, el Exaltado, el Inmenso.

Durante el gobierno del Calīfa Mwḥāmmad III al-Mustakfí 414-416/1024-1025, se arruinó del todo lo que quedaba de los Palacios de sus antepasado al-Nāsir y desaparecieron las construcciones de al-Qaşr de Madīnat az-Zahrā’. Fueron arrancados el cobre de las puertas, el plomo de las tuberías y otros materiales.

Entre 435/1043 y 456/1064, años en los que Qūrţuba estuvo en manos de Mwḥāmmad Abū -l-Wālīd, un tal Ibn Basa, nombrado por el wāzīr de la Madīnat para reunir los materiales que quedaban en al-Qaşres Umayyahs, se dedicó a vender en provecho propio todo lo subsistente en sus ruinas: mármoles preciosos, columnas de gran valor, maderas riquísimas, cobre purísimo, hierro y plomo de la mejor calidad. Los embajadores de los reyes venían a comprarle aquellos materiales en los precios más altos, y él se los entregaba a cambio de mil diferentes desatinos.

De éste comercio procederán las pilas, columnas y otras piezas califales de mármol subsistentes en Išbylīya, Garnāţa y Marrākuš. Ibn Basa demolió al-Qaşres, que se habían conservado incólumes a lo largo de tantos años, hasta trocarlos en montones de cenizas y madrigueras de lagartos, y no se marchó de ellos antes de arrancar sus sillares y prenderles fuego, convirtiéndolos en depósitos de cal para el que las quisiera.

Durante el gobierno del Califa Mwḥāmmad III al-Mustakfí 414-416/1024-1025, se arruinó del todo lo que quedaba de los Palacios de sus antepasado ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh y desaparecieron las construcciones de al-Qaşr de Madīnat az-Zahrā’. Fueron arrancados el cobre de las puertas, el plomo de las tuberías y otros materiales.

Entre 435/1043 y 456/1064, años en los que Qūrţuba estuvo en manos de Mwḥāmmad Abū -l-Wālīd, un tal Ibn Basa, nombrado por el wāzīr de la Madīnat para reunir los materiales que quedaban en al-Qaşrs Umayyahs, se dedicó a vender en provecho propio todo lo subsistente en sus ruinas: mármoles preciosos, columnas de gran valor, maderas riquísimas, cobre purísimo, hierro y plomo de la mejor calidad. Los embajadores de los reyes venían a comprarle aquellos materiales en los precios más altos, y él se los entregaba a cambio de mil diferentes desatinos.

Historia de sus excavaciones

Antes del redescubrimiento de Madīnat az-Zahrā’ , y digo redescubrimiento porque Medina Azahara (término castellanizado) siempre ha estado ahí durante los últimos 1000 años, la ladera donde se sitúa el yacimiento era conocida como Córdoba la Vieja, ya que durante el Medievo se pensaba que sobre este punto se levantaba la primera Córdoba romana erguida de manera rápida y semiprovisional por el pretor Claudio Marcelo y que más tarde, y por motivos de salubridad, se trasladaría a las orillas del Guadalquivir. La razón de esta original creencia sobre una Córdoba fundacional era debida a la gran cantidad de piezas arquitectónicas esparcidas por los alrededores de la ladera, restos que se multiplicaban sin cesar con solo levantar un palmo de tierra. Sería a partir del siglo XVI, en pleno renacimiento, cuando los humanistas empezaron a discutir sobre el verdadero origen de la denominada como Córdoba la Vieja, aunque no sería hasta el siglo XVII cuando Pedro Díaz de Rivas intuyó que sobre la Córdoba actual se encontraban demasiados restos romanos cuando se procedía a maniobrar sobre algún terreno, lo que evidenciaban su origen latino, y que por tanto, lo que realmente había bajo el suelo de lo que llamaban Córdoba la Vieja no era una ciudad romana, sino el castillo ´āndalusī de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir ibn ´Abd Allāh. Pese a esta inteligente evidencia, el debate, ni mucho menos, se dio por concluido. No sería hasta los primeros años del siglo XX, concretamente en 1911, durante el reinado de Alfonso XIII, cuando las primeras excavaciones comenzaron de manera oficial, despejando cualquier tipo de duda al respecto, si es que todavía la había, de lo que yacía bajo el suelo. A partir de este momento, y hasta el largo parón producido por la guerra civil, las excavaciones se fueron produciendo con regularidad. Los trabajos comenzaron por los puntos donde las ruinas eran más evidentes, lo que se entendía como el eje central del conjunto califal. Desde este momento, y hasta la muerte del arquitecto responsable de la excavación en 1923, se hicieron unas catas consistentes en zanjas paralelas de norte a sur para delimitar el perímetro de la madīnat, un ambicioso objetivo que no se alcanzó. A partir de 1944, tras el fin del conflicto bélico, se vuelven a reanudar las campañas arqueológicas tras unos años de parón, destacando las realizadas por el arquitecto Félix Hernández que excavó la parte central del Alcázar con una superficie de unas 10,5 hectáreas, definiendo las líneas básicas del urbanismo del palacio y acometiendo, también, importantes restauraciones como las realizadas en el Salón Rico o de ´Abd al-Raḥmān III al-Nāsir. En 1985, tras la creación de las autonomías unos años antes, la gestión del recinto pasa a manos de la Junta de Andalucía, organismo que a partir de este momento se encargaría de la tarea de proseguir con los trabajos de excavación y recuperación. Actualmente se ha excavado solo un 10% del total de la superficie intramuros de la madīnat, correspondiendo al núcleo central del Alcázar, aunque los últimos trabajos de excavación realizados en el yacimiento durante los últimos años se están centrando por primera vez en áreas no correspondientes al complejo palaciego. Concretamente, las nuevas campañas arqueológicas que arrancaron a partir del mes de abril de 2007 se han ido sucediendo con nuevos hallazgos que han hecho replantearse las dimensiones del conjunto, centrándose especialmente sobre el sector sur de las murallas de la madīnat, un punto donde están apareciendo los hallazgos más importantes de las últimas décadas. Así, campaña tras campaña, la nueva morfología y concepción que se tenía sobre la madīnat va cambiando poco a poco. En noviembre de 2007 apareció un hallazgo excepcional, una mezquita situada a más de un kilómetro de la zona noble de la madīnat, mas tarde se localizó una impresionante calzada islámica, única en su género en la Península, así como las plantas de lo que se intuyen como barriadas de viviendas destinadas a la clase popular, junto a las que se encontraron innumerables fragmentos de restos cerámicos de uso cotidiano. También se está tratando averiguar, con la mayor rigurosidad posible, la verdadera extensión de la madīnat, una extensión que se intuye pero que los especialistas quieren cerrar, mediante estas investigaciones, de manera definitiva.

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