sábado, 20 de abril de 2013

Ḥişn de Abrehui/Castillo Santa Catalina

El castillo de Santa Catalina se alza sobre una alta peña de 820 metros de altura desde donde domina la madīnat de Ŷayŷān/Jaén. Los primeros elementos defensivos que se advierten en el Cerro de Santa Catalina datan de la época íbera; son restos ciclópeos situados en la ladera septentrional del cerro y correspondientes a un oppidum, relacionado con el cercano asentamiento de Puente Tablas, del cual habría absorbido su población tras un primer abandono de este último entre el siglo IV a. C. y el III. Hay historiadores que sostienen que la primera fortificación en el cerro fué construida por Anibal Barca el cartaginés En época islámica (a partir del siglo VIII) Mwḥāmmad I ibn Naşr al-Aḥmar comienza la reconstrucción del nuevo recinto fortificado en la cumbre del cerro, el Ḥişn de Abrehui, del que aún quedan algunas evidencias. Después de la reconquista definitiva por Fernando III, rey de Castilla, en el año 1246, se levantó sobre al-Qaşába āndalusī una fortaleza cristiana con una iglesia consagrada a Santa Catalina, de la cual proviene el nombre de la fortaleza. En la fortaleza que ocupa unos 170 metros de longitud, estaba compuesta por tres fortificaciones diferentes: el Ḥişn Viejo, al-Qaşr Nuevo y el Ḥişn Abrehuy (estos dos últimos separados por una explanada que hoy ocupa el actual Parador nacional de Turismo), por lo que. Al-Qaşr Nuevo fue mandado construir por Fernando III, rey de Castilla tras la conquista de la madīnat. Durante el siglo XV se llevaron a cabo unas reformas impulsadas por el Condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo, que dio lugar a la unión de al-Qaşr Nuevo y el Ḥişn Abrehuy, separados hasta entonces por una explanada. Estas obras finalizarían con la construcción de la Torre del Homenaje. Aunque Al-Qaşr Nuevo fue mandado construir por Fernando III, fueron Alfonso X y Fernando IV los reyes que intensificaron y culminaron las obras. Al-Qaşr Nuevo está formado por cinco torres además de la del Homenaje. A la fortaleza se accede a través de una puerta abocinada con arco ojiva. En el interior una gran explanada, dividida en patio inferior y superior, sirve de distribuidor a las distintas zonas. La Torre de la Vela y la de las Damas, formaron parte de la antigüa fortificación āndalusī. La Torre de las Troneras, con puerta en codo, tiene en el interior una habitación abovedada, espacio dedicado al aseo y Bayt al-mā/letrinas. Junto a esta torre hay un portillo o puerta secundaria. La Torre del Homenaje es una construcción de planta rectangular y grandes dimensiones, 40 metros de altura, con tres lóbregas salas cuadradas abovedadas apoyadas sobre una columna central. La Torre del Homenaje se comunica a través de un arco con las ruinas que aún se conservan de la iglesia. Posee también un hermoso Patio de Armas, bajo el que existen diversas estancias sin ventilación, y en una de las torre albarranas está la reconstruida capilla que alberga la imagen de la patrona de de Jaén, Santa Catalina de Alejandría. La fortaleza sufrió a través de los siglos numerosas modificaciones y largas etapas de abandono que lo sumieron en la ruina que los franceses, en 1812, cuando las tropas de Napoleón Bonaparte entra en España y llegan hasta Ŷayŷān, el Ḥişn Abrehuy fue modificado por las tropas napoleónicas, que destruirían parte del aljibe, con objeto de albergar en su interior un polvorín, donde surgirían dos habitaciones usadas como caballerizas. Un hospital sería construido por los franceses, que se asentaron con gusto en este castillo durante la ocupación francesa, de tal forma que se realizaron varias reformas dentro de las cuales están los pabellones para el gobernador, una plataforma artillera o incluso un área de oficinas. A su salida de la madīnat, las tropas francesas no olvidaron volar el castillo para que no sirviera a las tropas españolas. A lo largo del XIX, debido a las escaramuzas de las Guerras Carlistas, fue reconstruido por última vez. En 1907 fue adquirido por Manuel Ruiz de Córdoba, que trató de restaurarlo, aunque no avanzó mucho. El 3 de junio de 1931, se declaró mediante un Decreto Monumento Histórico Artístico. En 1948 pasó a manos del Ayuntamiento, que inició las reformas, y en 1965 se construyó el actual Parador Nacional de turismo, destruyendo buena parte de los restos originales.

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