jueves, 25 de abril de 2013

Bāb al-Banaīdar/Puerta Monaita

Actualmente se localiza en el cruce de la Cuesta de la Alhacaba con el Carril de la Lona. Fue la entrada principal de al-Qaşába Qadīma y comunicaba ésta con la vega. Su construcción es del siglo XI posiblemente bajo el mandato de los primeros monarcas zirīes: abbūs ibn Māksan Sayw al-Dawla (1020-1038)) y Bādīs ibn abbūs ibn Zāwī ibn Zīrī al-Şinhāyī (1038-1073) quienes hicieron construir una madīnat fortificada tras el inmenso transvase de población desde la destruida madīnat de Ilbira a la nueva capital. Antes del s. XVII se llamaba de Bāb al-Banaīdar (Puerta de las Eras) al parecer por la existencia de una era cerca de la puerta. Está flanqueada por un torreón de mampostería encintada. La puerta de acceso, única conservada, presenta un acceso con dos arcos de herradura, de piedra ligeramente apuntados y unidos por una bóveda de medio cañón, entre los cuales quedaban enrasadas las hojas de cierre. Los arcos son de disposición enjarjada (con piedras dispuestas horizontalmente hasta una cierta altura en que se inicia el arco propiamente dicho) y están labrados en piedra de La Malahá, la de las jambas de piedra franca y los dinteles de ladrillo.                                                                                                                                                      
 La bóveda de cañón intermedia es de ladrillo rojo estando reforzado por dos arcos fajones, igualmente de ladrillo, que soportan el peso de la estructura llevando el empuje de la bóveda hacia el suelo. En esta bóveda se pueden apreciar las quicialeras de madera donde encajarían las puertas originales. Tras esta puerta había un patio cuadrado encerrado entre murallas, a través del cual, girando a mano derecha y por otra puerta hoy desaparecida, se entraba a al-Qaşába La disposición de dos entradas formando un giro entre ellas mejora con creces el sistema de dos puertas opuestas ya que ante un ataque los defensores embestirían de frente al enemigo con mayor ventaja. Esta puerta junto a la de las Pesas son las primeras que utilizan este sistema defensivo en todo el territorio āndalusī. El origen de este sistema se remonta al antigüo Egipto donde es aplicado en las casas para obtener mayor intimidad aunque después sería adoptado en las puertas de las ciudades adquiriendo así el carácter defensivo del sistema. La introducción de este método defensivo en al-Āndalus se debe a la influencia que tuvo Bagdad, donde ya se utilizaban las entradas en recodo en sus fortificaciones, sobre la zona africana de al-Magrib de donde eran originarios los zirīes, quienes trajeron las técnicas y formas constructivas de la zona. A la derecha de la puerta se dispone un gran torreón de medidas irregulares ya que no tiene forma rectangular. La torre defiende la entrada a la puerta además de servir de apoyo a esta. Al otro lado de la puerta se sitúa el arranque de la muralla aunque muy transformada todavía se pueden observar el parapeto original y el amplio grosor de sus muros ya que tenía la función de albergar un adarve en la parte superior. La escalinata de acceso es reciente y cubre la rampa original que daría acceso en zigzag a la puerta. Esta rampa es usual en las construcciones musulmanas para una mejor defensa ya que dificultaba la llegada a la puerta haciendo que los caballo resbalaran y el jinete tuviese que desmontar para llegar al recinto.                                                                                                                                                                             
La Masyid al-Murabitin/Mezquita de los Morabitos, hoy parroquia de San José, estuvo emplazada en al-Qazaba Qadima -al comienzo de la hoy llamada calle San José- y en la actualidad solo se conserva su alminar y aljibe. El primero de los elementos, de planta cuadrada -3’83 m en cada uno de sus lados-, permanece casi exento en el noreste de la iglesia; en la parte inferior de su fábrica se percibe el empleo de grandes sillares unidos con yeso, mientras que en la superior, buscando un mayor sentido decorativo, se emplean lajas procedentes de La Malahá dispuestas una a soga y varias a tizón. En su interior, la escalera gira en sentido ascendente en torno a un machón central, iluminada por pequeñas saeteras en dos de sus lados y una única ventana; con arco de herradura realizado en ladrillo.
            Y el 7 de enero de 1492, el arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, lleva a cabo la bendición de la mezquita para poder ser empleada a partir de ese momento como iglesia. En este sentido, estaríamos ante una de las primeras de la ciudad, encontrándose a la cabeza la de San Juan de los Reyes, mandada bendecir por los Reyes Católicos dos días antes que la de San José. Sin embargo, tanto para una como para otra, su erección canónica como templo parroquial tiene lugar el 15 de octubre de 1501 cuando el cardenal Pedro González de Mendoza, procede a la división de la ciudad en 23 parroquias, de las cuales, 14 debían establecerse en el Albayzín.
           Con los años las mezquitas bendecidas empiezan a ser reemplazadas por iglesias, en 1517 le llega el turno a la de los Morabitos, que es destruida para dar paso a la nueva construcción que pese a posteriores modificaciones, será finalizada en 1525 bajo las directrices de Rodrigo Hernández, que llevará a cabo una fábrica gótico-mudéjar. Su feligresía, al igual que en el resto de las parroquiales del Albayzín, fue principalmente morisca hasta que en 1571 tiene lugar su expulsión, aún así, nos encontramos con una minoría de letrados, oidores y escribanos reales cuya concentración en la zona, posiblemente fuese debida a su proximidad con la Real Chancillería. La presencia de nobleza en su entorno, queda ampliamente puesta de manifiesto en el hecho de que San José es la única iglesia del Albayzín que posee una capilla mayor con carácter funerario sufragada por nobles, poseyendo este mismo carácter la cuarta capilla del lado del Evangelio. Su carácter diferencial está presente en el empleo de una rica armadura mudéjar que contrasta con las bóvedas de crucería de las demás capillas.
           La iglesia de San José se trata de una nave rectangular con arcos diafragmas, capillas laterales entre contrafuertes y capilla mayor cuadrada separada por un arco toral; la capilla que hay a los pies de la iglesia fue añadida posteriormente -entre 1540 y 1549- como coro.
Vio finalizadas sus obras en 1525 siendo maestro mayor Rodrigo Hernández, quien previamente había dirigido las de San Nicolás o posteriormente las de Santiago y San Andrés -realizadas en 1525 y 1528 respectivamente.
           Su portada se encuentra instalada en el lado derecho del templo, fue realizada en caliza de Sierra Elvira por el arquitecto barroco Luís de Arévalo, antes de 1756.
          La portada de San José presenta un arco de medio punto, con un leve resalte en la clave, que descansa sobre dos austeras pilastras cajeadas. El arco está flanqueado por dos columnas estriadas con arista a bisel, de capitel toscano; ambas apoyan sobre dos elevados pedestales que han perdido las placas de piedra blanca que aun se conservan en las enjutas del arco con pretensiones ornamentales. Sobre el entablamento encontramos un frontón partido acabado en roleos con dos pequeños pináculos que coinciden con el eje de las pilastras de la portada. El frontón está enmarcando una pequeña hornacina que remata la portada a modo de ático, en ella un pequeño entablamento se curva adoptando la fisonomía de un arco de medio punto apoyado, también, sobre dos pilastras cajeadas y rematadas sobre la cornisa por pináculos similares a los del frontón descrito. La hornacina cobija la imagen del Santo Titular del templo, San José con el Niño en actitud caminante.
          En la actualidad la iglesia no solo sigue estando abierta al culto sino que, desde el proceso desamortizador de 1842, absorbió el correspondiente a las iglesias de San Miguel y San Nicolás que desde ese momento se convirtieron en templos anejos a San José. Posiblemente esa sea la razón por la que algunas obras de arte como el Cristo atado a la columna de Siloe fueran a parar a San José, parroquia donde fueron enterrados personajes ilustres del campo de las artes como el escultor Torcuato Ruiz del Peral -1773- y los pintores Felipe Gómez de Valencia -1679- y Miguel Pérez de Aibar.
         En la iglesia de San José tenia su sede la cofradía de los carpinteros, en ella se reunían, siguiendo la Ordenanza de 1528, el día de año nuevo o cualquier otro domingo o festivo del mes de enero.
            El otro testigo de la existencia de la mezquita es el aljibe, construido entre los ss. X y XI, que al igual que la torre, se encuentra instalado en el noreste de la iglesia, pero en este caso no está exento con respecto a esta sino que una parte de su bóveda se encuentra oculta bajo el coro de la iglesia. Debemos suponer que en su momento, este aljibe debió ser el encargado de suministrar el agua necesaria para que los fieles que acudían a la mezquita pudiesen llevar a cabo sus correspondientes abluciones. El aljibe consta de una sola nave, su capacidad es de 71 m3 7´29 mts de largo x 2´82 mts de ancho y 5´62mts de alto, claramente diferenciada en dos partes, la primera es bastante más pequeña pero de mayor altura, cubierta con una bóveda de aristas, y se corresponde con la portada; la otra nave es de medio cañón, ambas se levantan sobre un pequeño resalte en el muro realizado enteramente en tapial. En el extremo de la nave principal hay dos agujeros que posiblemente fueron empleados para sacar agua desde el interior de la mezquita, y posteriormente de la iglesia.
       Gran parte de la bóveda principal quedó oculta bajo la iglesia, cuando a partir de 1540 se procede a la construcción de su coro. Por el contrario, el trasdós del primer tramo si que se encuentra visible aunque no desde hace demasiado, porque aún en época de Torres Balbás había una casa sobre él -entre la torre y la iglesia-, tras su eliminación se llevó a cabo una reparación del exterior hacia 1965.
        Al parecer, hasta el siglo XVI se conservó una piedra sobre la boca del aljibe en la que se ofrecía información sobre la fundación del mismo, que corrió a cargo de los vecinos de Hizna Román para uso de los morabitos de la mezquita.
Continuamos nuestro camino de ascenso por el citado Carril de la Lona para llegar a la Plaza de San Miguel Bajo (antes de Pérez del Pulgar) en la que podremos admirar el templo de éste nombre construido en 1538, sobre una mezquita de la que sólo queda su aljibe. También podemos observar un crucifijo de piedra del s. XVII y restos de una casa āndalusī.
A continuación nos desviamos un poquito de nuestra ruta para internarnos por el Callejón del Gallo en el corazón de al-Qaşába Qadīma, que nace de la Placeta de San Miguel Bajo y termina en la del Gallo, debiendo ambos su nombre a la antigüa existencia del Palacio levantado por el ´Āmir Bādis ibn Habbūs al-Muaffar an-Naşir en cuya torre más alta se encontraba una veleta llamada por los āndalusīes Gallo del Viento. Llegamos así al Callejón de las Monjas Hubo un tiempo en que su nombre fue 'Callejón de Santa Isabel', por la proximidad del convento. También fue llamado 'Callejón del ladrón del agua', en clara alusión a la apropiación indebida del agua del acueducto. El valor histórico de este lugar viene de la reacción política que a los seguidores de los Augsburgo supuso el ascenso fulgurante e imparable de los Borbones en Garnāţa y, también, en España. Era una ventosa noche del mes de marzo de 1.705 cuando los minoritarios seguidores de los Austrias realizaron un contubernio que pudiera llevarles al restablecimiento o mantenimiento del antigüo poder en el que ellos serían garantes de la continuación política de las glorias de España así como sus beneficiarios más inmediatos y privilegiados. Como era de esperar, su intentona fracasó lo que les supuso juicio sumarísimo y ahorcamiento inmediato, parece ser, que bajo el arco tan bello que contemplamos. A la mañana siguiente sus cuerpos colgaban balanceándose del arco: Beltrán García, Alvaro Cárdenas, el vizconde de Cardona y cuatro conjurados más, cabecillas todos ellos de la conspiración. Así habían dejado de conspirar y crear oposición violenta al emergente poder francés. Cuentan los naturales de al-rabád que durante las noches más lluviosas, más ventosas y más oscuras, parecidas a aquella en la que ocurrieron los hechos, las almas de los ajusticiados vagan por el angosto de la calle reivindicando su verdad y su razón produciendo el lógico terror en aquellos atrevidos viandantes que los puedan percibir. En la Placeta Cristo de las Azucenas nos encontramos con al-ŷubb al-Qadin/Aljibe del Rey
            Es el mayor aljibe āndalusī de Garnāţa, una construcción del siglo XI cuyo nombre proviene de la creencia de que servía el agua a los Palacios de la corte zirī que ocupaban esta zona de al-Qaşába. Se fundamenta esta afirmación en la enorme capacidad del depósito, 300 m3 de capacidad, lo que da indicios de que debía abastecer a un gran complejo de edificios así como la referida ubicación junto a lo que se cree que eran los Palacios Reales. Se compone de cuatro naves cubiertas con bóvedas de cañón de ladrillo, comunicadas entre sí por arcos del mismo material que descargan sobre pilares. En las bóvedas se abren huecos por los que se recogía el agua de lluvia, lo que hace pensar que su construcción es incluso anterior a la del abastecimiento desde as-Sāqiyat/Acequia de Ainadamar.
           Uno de estos huecos servía también para extraer el agua, como curiosidad se pueden ver las acanaladuras que el roce de la cuerda, no se usaba polea, ha dejado a lo largo de los siglos en la piedra. Se accede al depósito por el hueco que comunica con el pretil exterior. En la actualidad su bóveda queda dentro del llamado Carmen del Aljibe del Rey, sede de la Fundación Albaicín Garnāţa. En el que se encuentra un pequeño acueducto por donde pasaban las aguas de as-Sāqiyat/Acequia de Ainadamar hacia el convento de Santa Isabel y hacia el Palacio de Dār al-Ḥurra.

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