Plaza
de Pilatos.-
Toma su nombre del Palacio que Fadrique Enríquez de Rivera mandó
construir tras el viaje que realizó con el poeta Juan de Encina a
Jerusalén en 1519. Este viaje y la posterior construcción del
palacio, disparó la fantasía popular en el sentido de ser una copia
del primitivo palacio de Pilatos en Jerusalén. Es en realidad un
palacio sevillano, el más importante de los que quedan, donde se
combinan las distintas tendencias del momento de su construcción,
1533, mármoles italianos, portada genovesa, pinturas murales en una
perfecta combinación con la gran colección de estatuas romanas,
algunas de ellas regalos del Papa Pío V. Todo bajo un prisma
cultural renacentista que no olvida los elementos artesanales
autóctonos a la hora de revestir la obra con yeserías y azulejos.
Primera
estación.
Un azulejo con esa inscripción señala, en uno de los muros de la
Casa de Pilatos, el comienzo de un vía crucis que acaba en el
templete de la Cruz del Campo. Esa cerámica, al igual que el
imponente palacio que evoca al personaje bíblico, se encuentra en la
Plaza de Pilatos. Un bello
nexo entre las calles San Esteban y Águilas que
tiene a un pintor como protagonista.
Una
estatua de Francisco de Zurbarán sobre un pedestal pétreo y rodeada
de setos preside la plaza. Frente a ella, el lugar que da nombre y
popularidad a este punto de Sevilla: la Casa de Pilatos. Un
fantástico palacio que hasta finales del s. XV no disfrutó de esta
plaza como vestíbulo público.
Pedro Enríquez, Adelantado Mayor de Andalucía, compró junto a su
mujer Catalina de Ribera varias casas y las derribó creando este
espacio que se llamó en un primer momento Plaza del Adelantado.
Años
más tarde, a su hijo Fadrique le concedieron el título de Marqués
de Tarifa y pasó a llamarse Plaza del Marqués de Tarifa.
Curiosamente, tras volver Fadrique de un viaje de Jerusalén, impulsó
un vía crucis desde su palacio al templete.
La
distancia que separa ambos puntos es similar a la existente entre el
Palacio de Poncio Pilatos y el Gólgota.
Por ello, el palacio es conocido como Casa de Pilatos. La plaza, por
su parte, se llamaría Plaza del Duque de Alcalá en honor a Per Afán
de Ribera, morador del palacio y descendiente del Adelantado Mayor.
La
presencia del palacio, ahora en manos de la Casa de Medinaceli, atrae
hasta la plaza a miles de turistas y paseantes cada día. Aunque el
primer
viernes de cada marzo el
público se multiplica por el Vía Crucis que organiza la Pía Unión.
Una tradición por el interior del palacio que recuerda la historia
de un lugar ya vinculado por siempre al quinto prefecto de la
provincia romana de Judea entre los años 26 y 36: Poncio Pilatos.