El
asedio
Išbylīya,
último bastión importante de Al-muwaḥḥád/Almohades,
constituía una presa muy difícil a causa de las poderosas defensas
de la madīnat/ciudad,
sus riquezas y la numerosa población (se le atribuyen hasta
trescientos mil habitantes). Esto, aparte del cinturón de plazas
fuertes que la rodeaban, como Qatanyāna/Cantillana,
Qarmūna/Carmona
y Qal´at Wādī-Xirá/Alcalá de Guadaira, y del wādī-l-Qabīr/río
Guadalquivir que
la unía con la poblada comarca de Šariš/Jerez
de la Frontera y con el Norte de Ifriqiiah/África,
desde donde le podían llegar víveres para aguantar el asedio, único
sistema que para tomarla tenía Fernando III, rey de Castilla y
León.
Se desarrolló a lo largo de más de dos años, en
cuatro fases bien diferenciadas:
Primera.-
En el otoño de 644/1246 tuvo lugar una expedición de tala y saqueo
que alcanzó los campos de Qarmūna,
Šariš/Jerez
y Iqlim
al-Saraf/Aljarafe;
durante su transcurso se entregaron sin resistencia
la madīnat
Qal´at wādī-Xirá/Alcalá de Guadaira,
una vez sometida,
Fernando III, rey de Castilla, se la entregó al ´Āmir
de Garnāţa Mwḥāmmad
I ibn
Naşr
al-Aḥmar,
y posiblemente Marssen´ah/Marchena.
Segunda.- En la
primavera de 645/1247, se
dirigió el ejército hacia Qarmūna,
donde mandaba
Abū
l-Ḥassān,
que defendió la madīnat
con un valor y un arrojo increibles. Pero acabó cediendo la plaza en
el plazo de seis meses a Fernando III, rey de Castilla y encerrándose
en Išbylīya para defenderla. El ´Āmir
de Išbylīya
era
Cide Abū
´Abd
Allāh,
tío del walī
de Qarmūna. Se
instalaron centinelas en la Giralda, en la cumbre del castillo
de Izn al-Farach, fortaleció el castillo
del otro lado del río, llamado de Ţiryāna y se despacharon
mensajeros con la noticia de una inminente invasión pidiendo a todos
los āndalusīes que acudieran para defender Išbylīya.
Los
castellanos
mientras tanto, con la colaboración de Mwḥāmmad
I ibn
Naşr
al-Aḥmar,
y sus quinientos caballeros garnāţinos,
se dedicaron a organizar expediciones de castigo. Talaron los campos
de Šariš/Jerez,
arrasaron olivares, viñedos y huertas. Aquellas tierras eran
autenticos vergeles y estaban siendo destruidas por los guerreros de
la cruz en el pecho ante la mirada de los garnāţinos.
La
moral de los hombres de Fernando III, rey de Castilla iba en aumento
y su confianza también. Ya caminaban confiados por las campiñas
porque pensaban que había desaparecido cualquier conato de
resistencia. Atravesaban wādī-l-Qabīr/río Guadalquivir sin antes
informarse, hasta que un día se metieron en terrenos pantanosos, en
barrizales terribles, ellos que marchaban embutidos en sus armaduras
pesadas y engorrosas. Desde lo alto de una colina los miraban los
habitantes de Qatanyāna/Cantillana
que eran bastantes levantiscos y no esperaban otra cosa que verles en
difiultad para atacarles. Los caballos de los castellanos
no podían moverse en medio de los pantanos. Sólo intentar salir
entre nubes de flechas, lanzadas y gritos de terror. Los de Qatanyāna
desde su altura mezclaban su odio con una sonrisa de desprecio ¡Al
fin les habían pillado!.
Algún caballero castellano
no estaba muy metido en los barrizales y pudo correr para pedir
auxilio al resto del ejército que se acercó de inmediato, atacó a
los de Qatanyāna,
los metieron en el pueblo, librando así del apuro a los
castellanos. El
odio y la sonrisa cambiaron de bando. Ahora las muecas de desprecio
eran de los castellanos
y las expresiones de miedo de los āndalusīes.
Los castellanos
estaban deseando vengarse para dar una soberana lección a aquellos
odiosos desgraciados. Cercaron el pueblo, combatieron con todas sus
fuerzas y como la técnica y la superioridad de los castellanos
eran indudables, entraron en Qatanyāna
y mataron a la práctica totalidad de sus habitantes. Los lamentos de
los heridos eran respondidos con una certera lanzada que acababa con
la vida del infeliz que los prefería. De Qatanyāna
quedaron vivos muy
pocos, testigos que transmitirían su terror a los demás habitantes
de los pueblos cercanos. La lección estaba dada. Mwḥāmmad
I ibn Naşr
al-Aḥmar,
contempló impotente el desastre de Qatanyāna.
Eran sus hermanos y habían muerto como animales masacrados en un
establo. Por lo que en adelante desempeñaría el papel de consejero
de los āndalusīes en esas ciudades, pueblos y fortificaciones para
que se entregaran a los castellanos
a cambio de que se les perdonara la vida y evitar matanzas como había
ocurrido en Qatanyāna.
El primer pueblo que se les entregó por
este método fue Guillena, después Gerena, con lo que las tropas
leonesas, en especial las de la Orden de Santiago tuvieron libre
acceso desde el N. hasta las cercanía de Išbylīya. Luego fueron a
cercar Qal´at wādī-l-Qabīr,
mandada por el caudillo llamado Abū
l-Jetaf. Como
en aquel momento llegaron remontando el wādī-l-Qabīr las galeras
que Ramón Bonifaz traía desdelos puertos cantábricos, después de
derrotar a una flota tunecina y terminaron de concentrarse las tropas
de concejos, nobles y Ordenes Militares, fue posible pasar a la
tercera fase y dar comienzo al asedio directo de la ciudad desde
finales de julio de 645/1247.
Tercera.-
Ya se había preparado el terreno, se habían conquistado los
castillos
que rodeaban la madīnat
y era el momento de atacar definitivamente Išbylīya. Fernando III
rey de Castilla, puso cerco a la madīnat
de Išbylīya a comienzos de ŷumādà
1ª del 645/agosto del año 1247 con inmensas fuerzas en las que
participaron la mayoría de los príncipes castellanos
en la Península y Europa en una verdadera Cruzada sin precedentes.
La madīnat
de Išbylīya
amurallada
tenía más de 300 hectáreas, 7.400 metros de murallas, 12 puertas y
tres postigos. Era la madīnat
más grande que había cercado jamás un contingente castellano,
mucho más grande que grandes villas de la época como
Ţulaytūla/Toledo,
que Qūrţuba/Córdoba
o Balansiyya/Valencia. Por esto, pidió que se hicieran expediciones
de castigo a la Orden de Santiago por Iqlim
al-Šaraf/
Aljarafe y las haciendas de la ribera del wādī-l-Qabīr/río
Guadalquivir, que
aún no habían sido sometidas y abastecían a Išbylīya
con gran ayuda del Puente de Barcas.
La
llegada a primeros de 1248 del infante Alfonso, de la conquista de
Mursiyya/Murcia,
con muchos hombres, caballos y milicias permitió a Fernando III, rey
de Castilla y León estrechar el cerco y evitar el suministro de agua
por los caños de Carmona. En La Macarena se establecieron las tropas
del infante Enrique y las huestes de las órdenes de Calatrava y
Alcántara, los caballeros Diego López, V de Haro y Rodriguez Bobes
de Galicia. En la actual calle San Fernando, que se encontraba en las
proximidades del Arroyo Tagarete, se situó el arzobispo de Santiago.
Fernando III, rey de Castilla y León avanzó por el Sur hasta la
Puerta de Jerez
La Orden de Santiago puso
su campamento al Oeste del wādī-l-Qabīr/río
Guadalquivir para continuar acechando Iqlim
al-Šaraf/Aljarafe.
Sin embargo, la zona del Puente de Barcas, al Oeste, y la zona
Noreste de la madīnat
seguían sin un bloqueo efectivo.
Mwḥāmmad
I
ibn Naşr
al-Aḥmar,
tenía destacados a sus hombres en dos lugares diferentes. Un
destacamento ocupaba los altos del castillo de Izn al-Farach/san Juan
de Aznalfarache y otro a las mismas puertas de al-Qaşába . En uno
y otro lugar se tenía que enfrentar a la caballería de al-Garb
mandada por
Mwḥāmmad
señor de Labra/Niebla
Los
campamentos castellanos se situaron en Tablada, con la flota en
aquella zona del río; Ge-bal/Gelves
fue arrasado y los habitantes de Trayana hubieron de refugiarse en el
castillo o en la madīnat.
La
gente de Išbylīya, sin embargo, proyectó su defensa con una
valentía heróica. El cerco de Išbylīya se prolongó durante casi
ocho meses, donde se producían frecuentes escaramuzas en campo
abierto y en el río, con mayor pérdida relativa para las tropas
išbylīyanas, que no podían recibir refuerzos o sustitución de sus
pérdidas.
Al ser Išbylīya
una madīnat
con río navegable era preciso remontar el wādī-l-Qabīr/río
Guadalquivir con
una flota militar. Fernando III, rey de Castilla y León, encargó
ésta flota al Almirante de Castilla Ramón de Bonifaz y Camargo,
que armó los barcos y consiguió tripulación en Cantabria, en los
puertos de Castro Urdiales, Laredo, San Vicente de la Barquera y en
Santander. La flota también contó con los marinos vascos al mando
de Diego López de Haro y gallegos al mando de Paio Gómez Charino.
Reunió 13 naves de vela y 5 galeras.
Dicha flota fue hasta San
lūka Bar-Hammeda/Sanlúcar
de Barrameda, donde
venció a las naves de los Banū
Marīnīes
que venían en auxilio de Išbylīya
y remontó el wādī-l-Qabīr/río
Guadalquivir
llegando a Qawra/Coria
del Río probablemente a finales del verano de 1247, al tiempo que
los soldados de Fernando III, rey de Castilla y León tomaban el
Qal´at
wādī l-Kabīr /Alcalá
del Río (que
se tomó con una batalla con maquinarias de asedio y que tardó
varias semanas en tomarse).
Antes de iniciar la toma
de Išbylīya
era preciso tomar la cercana fortaleza de Ḥişn
al-Faray/San Juan de
Aznalfarache,
cosa que el rey encargó al caballero de la orden de Santiago, Pelay
Pérez Correa. Los santiaguistas, con el apoyo de la flota, lograron
tomar la fortaleza, que además servía para proteger la curva del
río a la altura de Tablada y, sin éste enclave, los barcos
castellanos eran ya libres de entrar hasta la propia madīnat
de Išbylīya
que, de otro lado, también estaba debidamente fortificada y
protegida, incluso en la parte del cauce de su río con la enorme
Būrŷ
al-Dahab/Torre del Oro
en una de sus orillas.
Los
castellanos levantaron campamentos alrededor de la madīnat,
como en la dehesa de Tablada y en la zona donde actualmente se
encuentra el barrio de San Bernardo. En dichos campamentos estaban
personajes trascendentales de la conquista como el infante Alfonso,
futuro Alfonso X, y el caballero Garci Pérez de Vargas
El asedio de
Išbylīya
por parte de las tropas castellanas comenzó en agosto de 1247,
momento en el que se corta el suministro de agua a la madīnat
a través de los Caños de Carmona y la toma de la madīnat
se
produjo el 23 de noviembre del año 1248, de modo que la madīnat
vivió un asedio de 14 meses.
La
madīnat
debía de ser tomada con el control de una posición estratégica al
Noreste de la madīnat
amurallada, el Puente de barcas, que estaba donde hoy está el Puente
de Triana, y que se encontraba junto al Castillo de Gabir, una gran
fortaleza, que fue reconstruida por los castellanos tras la toma de
la madīnat
y bautizada como Castillo de San Jorge. Dicho puente, se encontraba
anclado tanto a Išbylīya como a Trayana. Los castellanos trataron
de tomar sin éxito el Castillo de Gabir utilizando maquinaria de
asedio.
Conquista
de Išbylīya
646/23
diciembre de 1.248 En
la parte más al norte de la madīnat,
por donde aparece el río, los constructores de naos de guerra del
ejército castellano,
se emplearon en preparar dos grandes naves de carga. Debían estar
preparadas para ser cargadas a tope. Las dotarían de un gran velamen
para que tomaran la mayor velocidad posible río abajo En otro lugar
se pusieron a trabajar los artificieros. Llenarían grandes ollas de
alquitrán revuelto con pólvora, trozos de hierro y acero. Debían
también preparar mistos que sirvieran de detonante a estos
artefactos de rudimentaria artillería naval. Era necesario además
contar con viento favorable. Cuando consideraron que se daban las
condiciones, cargaron las naves con las grandes ollas de pólvora y
alquitrán, desplegaron las velas, dejaron las naves deslizarse río
abajo, las enfilaron hacia el puente de barcas que comunicaba
Išbylīya con Trayana, encendieron los mistos y esperaron para
contemplar el espectáculo de destrucción y muerte que habían
preparado.
El 3 de mayo de 646/1248,
las naos castellanas
se fueron a estrellar contra las āndalusīes que servían de puente
entre ambos lados del río. Las cadenas y cuerdas que ataban las
naves āndalusīes se habían roto con el enorme golpe. Lentamente se
fueron distanciando unas de otras impulsadas por el suave movimiento
del río. De improviso todo explotó. Los mistos llegaron hasta los
depósitos de pólvora y se produjo un gran fogonazo y un incendio
que en un momento se extendió a los barcos hasta que el fuego se fue
rio abajo convirtiendolo todo en cenizas que se mecían bajo el
empuje suave y plácido del agua. La rotura por la escuadra
de las amarras que sujetaban las barcas en el puente que comunicaba
la madīnat
con Trayana a fue decisiva, pues cortó a los išbylīyanos la vía
principal de abastecimiento, (un
fragmento de las cadenas que ataban el puente, se conservan en la
Iglesia de Parroquial de Santa María de la Asunción, en Laredo.
Esta acción, se rememora en los actuales escudos de Santander, de
Cantabria, de Laredo y de San Vicente de la Barquera).
Desde
aquél momento, la madīnat,
aislada, iniciaba una batalla contra el tiempo, en la esperanza de
que el hambre acuciara menos a los sitiados que el calor a los
sitiadores porque, en efecto, el estío fue la prueba de fuego de
aquella última fase, Las peticiones de ayudas cursadas a tunecinos
y al-muwaḥḥád
no pudieron ser atendidos. La
rendición era el único alivio posible a los muchos sufrimientos de
la población, pues no había salida alguna ni esperanza próxima ni
remota de recibir algún socorro.
¿Qué ayuda exterior podían esperar si el único rey āndalusī de
al-Āndalus
estaba de
parte de los castellanos?.
Los išbylīyanos
pretendían conservar sus casas y heredades y entraron en
negociaciones en otoño. La postura de Fernando III era inflexible:
los āndalusīes tenían que dejar “toda”
la
madīnat
“libre et quita”
Ante
aquella tajante actitud, los išbylīyanos
se vieron forzados a entregarse a primeros de Ramaḍān
del año 646/23 diciembre de 1248. La población judía y
āndalusī (300.000 habitantes) es expulsada. Los išbylīyanos
habían pedido que se les permitiera destruir la Mezquita
al-Ŷamá‘a
para que no fuera profanada. Alfonso amenaza con matarlos a todos a
puñaladas si alguien toca una sola teja de la Mezquita
al-Ŷamá‘a
o un sólo ladrillo de su torre,
convirtiendola
inmediatamente los castellanos
en iglesia como de costumbres.
Y Fernando III rey castellano
ocupó al-Qaşr y repartió a sus caudillos por las ciudades y
fortalezas cercanas.
Los āndalusīes perdieron para siempre
Išbylīya, sus torres y sus mezquitas
se llenaron de cruces cristianas. Ya no se oía en la madīnat
el canto de al-Muezzín/muecines
llamando a la oración, su lugar lo ocupaban estruendosas campanas
que de noche y de día sonaban y sonaban anunciando que una nueva
civilización se había apoderado de una de las ciudades más bellas
del mundo, pasando a ser la capital de su reino de
Ţulaytūla
a Išbylīya.
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