Monasterio
de Santa
María de las Cuevas
El
Conjunto Monumental de Santa María de las Cuevas, situado en la
margen derecha del Guadalquivir, en la isla de la Cartuja, abarca en
sus cercas un área de 11 ha. y una superficie construida de 3500 m2.
Los
almohades en
el siglo XII
le
dieron uso ubicando en el lugar hornos alfareros de cocción
aprovechando su situación junto al río y dada la existente
abundancia de arcillas que la extraían labrando cuevas (más tarde
continuarían con la extracción de arcilla también los alfareros de
Triana).
Una leyenda de alrededor del año 1248 (fecha de la conquista
castellana de Sevilla) cuenta que se halló una imagen de la Virgen
María en una de las cuevas (supuestamente escondida durante la época
musulmana). En esta zona se construyó la ermita Santa María de las
Cuevas, en la que se situó esta imagen
A
finales del siglo XIV el arzobispo Gonzalo de Mena y Roelas entregó
la ermita de las Cuevas a los franciscanos,
que comenzaron las gestiones para fundar un monasterio en este lugar.
La
Orden de los Cartujos fue fundada el alemán Bruno de Colonia
en
el siglo XI en el valle de Chartreuse,
cerca de Grenoble,
Francia.
Ruy González de Medina, caballero veinticuatro de Sevilla y tesorero
de la Casa de la Moneda, había conocido a la Orden de los Cartujos
en el monasterio
de El Paular,
provincia
de Burgos,
cuando estaba en la corte de Juan
I de Castilla.
González aconsejó al arzobispo de Sevilla, Gonzalo
de Mena y Roelas,
que promoviese la instalación de esta orden en la ciudad. El
arzobispo contó con la autorización de la orden en 1398. En el 1400
vinieron de el Paular los cartujos
Juan
Carrillo, Juan Fernández Gallego, Juan de Orduña, Toribio de
Madrigal y el lego Juan de Soria. El arzobispo les entregó la ermita
de las Cuevas y adquirió para ellos heredades y bienes por valor de
20.000 doblas
moriscas.
En
el 1400 el arzobispo llegó a un acuerdo con los franciscanos, a los
que, a cambio de la ermita, les fueron entregados un templo en San
Juan de Aznalfarache,
que había sido iglesia parroquial, y la Iglesia
de San Juan de Moraniña,
en la localidad de San
Juan del Puerto,
del condado
de Niebla.
En
1401 los cartujos tomaron posesión de la ermita. El arzobispo
entregó al fraile regidor, Juan Fernández, fondos para los primeros
gastos y la compra de algunos terrenos. Ese año el arzobispo murió
sin testamento y sus bienes pasaron a la curia romana. Había dejado
a su albacea y familiar Juan Martínez de Vitoria, canónigo de la
catedral de Sevilla, 30.000 doblas de oro para este monasterio.
En 1402 el cabildo de la ciudad otorgó al monasterio
una carta de vecindad. La fundación fue aprobada en 1404 por
Benedicto
XIII,
que le donó 5000 doblas de oro y ornamentos eclesiásticos.
En 1407 la suma de 30.000 doblas del albacea del
anterior arzobispo fue incautada por el infante Fernando
de Antequera,
para sus campañas militares de la conquista.
Los
frailes solicitaron la devolución del dinero, solicitando su
mediación al papa. El 23 de abril de 1409 el papa Benedicto
XIII solicitó que se le otorgase al monasterio los tercios reales de
los diezmos de las vicarías de Sanlúcar
la Mayor,
Aznalcázar
y
Constantina,
lo que fue aceptado por los reyes.
Ese
mismo año el papa donó a este monasterio 1.000 florines. En
1410 el cabildo de la ciudad le dio al monasterio 3.000 maravedíes
como limosna.
Per
Afán de Ribera el Viejo,
adelantado y notario mayor de Andalucía, asignó rentas perpetuas de
productos agrícolas al monasterio y subvencionó la construcción de
la iglesia a cambio de tener en ella enterramiento para él y para su
familia.
El
monasterio también contó con aportaciones de otras personas
piadosas y muchos de sus monjes pertenecían a linajes ricos de la
ciudad. (Mena,
Ribera, duque de Veraguas).
En
1513 consta que el monasterio tenía: viñedos en Dos
Hermanas,
Alanís,
Alcalá
del Río,
Camas y
Sevilla; huertas en Alcalá
de Guadaíra,
Alcalá del Río y Gelves;
olivares en Camas,
Santiponce y
San Juan de Aznalfarache; cultivos de cereales en Camas, Carmona,
Alcalá del Río,
La Rinconada y
Cantillana;
y herededades y donadíos en Cambogaz (Camas), Casa Rubia (Alcalá
del Río), Esteban de Arones o "Esteñadarenes" (San Juan
de Aznalfarache), Alcalá del Río, Camas, Sevilla y Casaluenga (La
Rinconada).
En
este convento fue fraile Juan de Padilla, autor de Retablo
de la vida de Cristo (1505),
uno de los libros que tenía santa Teresa de Ávila
en
su juventud.
En
1526 Carlos V
visitó
Sevilla con motivo de su boda con Isabel
de Portugal.
El emperador visitó este monasterio y donó su altar portátil, que
estuvo en la sacristía. Felipe
II pasó
aquí tres días en mayo de 1570. El 4 de marzo de 1642 Felipe
IV
visitó
el monasterio. En la iglesia leyó los epitafios de los Ribera y se
cantó un solemne Te Deum.
Benito
Arias Montano,
erudito del siglo XVI, estuvo muy unido a este monasterio, donde tuvo
varios retiros religiosos. En su testamento le legó su biblioteca y
otros bienes.
También
fue visitado por santa Teresa
de Jesús.
La
cercanía del inmueble al río hizo que padeciera las riadas de 1485,
1595, 1603, 1626 y 1784.
La
Cartuja tuvo 2 hospederías: una en el exterior del edificio dando a
la huerta Chica, hoy escritorios de la antigua fábrica de loza,
donde se acogía a los parientes de los frailes, a los que iban de
camino y a los peregrinos que se iban allí para hacer prácticas de
piedad o ejercicios espirituales, y otra, en la que los monjes tenían
dispuestos algunos departamentos con hermosos salones, que se
encontraba cerca de la biblioteca y alojaba a personas de calidad,
hombres de estudio y artistas. En esa fue donde Felipe II residió
cuando visitó el monasterio, donde pintaron cuadros Francisco de
Zurbarán cuadros
y
Francisco Pacheco
y
donde el entallador Pedro Duque Cornejo
realizó
algunas obras. Probablemente allí fue también donde Colón residió
durante las largas temporadas que pasaba en Sevilla.
El
terremoto de Lisboa de 1755
afectó
gravemente al edificio.
El
24 de enero de 1810, al acercarse las tropas francesas a la ciudad,
los frailes embarcaron algunos objetos de valor hacia Cádiz
para
evitar que fueran expoliados. No obstante, el barco fue interceptado
por los franceses en Sanlúcar
de Barrameda,
y requisaron todo su contenido.
En
febrero de 1810 la ciudad fue invadida
por los franceses.
En 1811 el mariscal destinó el convento a cuartel de
artillería y sede administrativa del ejército, poniéndolo a cargo
del general Lery. Se vació de contenido religioso. La iglesia fue
usada como almacén de víveres, la sacristía como carcinería, la
capilla del Capítulo como bodega, la capilla de Santa María
Magdalena como botica, el refectorio como almacén de grano. En el
cementerio del monasterio construyeron una cocina. Los naranjos de
una huerta de 2.000 pies fueron arrancados. Se creó un doble foso
alrededor del edificio, con un puente levadizo en la puerta que daba
al río. En el muro exterior, se pusieron baluartes y torres vigías.
La entrada principal fue tabicada y, frente a la misma, se creó una
plaza de armas para la tropa y la artillería.
Tras
la expulsión de los franceses, los cartujos regresaron a Sevilla el
30 de septiembre de 1812. Fueron acogidos primero en el Oratorio de
san Felipe Neri
y
regresaron a su convento el 28 de octubre.
En
el Trienio
Liberal,
de 1820 a 1823, los bienes del monasterio fueron incautados y el
monasterio fue exclaustrado para ser usado como casa de vecindad. El
edificio les fue devuelto a los cartujos en 1823 y en 1827 su iglesia
volvió a abrirse al culto.
Finalmente,
el 19 de febrero de 1836 llegó la desamortización de Mendizábal,
por la cual el Estado confiscó los bienes de la Iglesia Católica,
ocasión que aprovechó el comerciante inglés Charles Pickman compra
las instalaciones, con el fin de instalar una fábrica de porcelana
de estilo inglés. Durante siglo y medio, los productos con la marca
"La Cartuja de Sevilla" gozaron de merecida fama en el
mundo entero. Como es natural, las instalaciones tuvieron que
adaptarse al ritmo de producción y, si bien en principio se intentó
respetar los edificios originales del monasterio, la elevada demanda
obligó a la utilización de capillas, refectorio y otras salas como
almacenes o talleres. En su momento de máxima producción la fábrica
de la Cartuja contó con diez grandes hornos, de los cuales se
conservan cinco, convenientemente restaurados.
En
el año 1982, el Monasterio fue expropiado por el Estado para
instalar en la Isla de la Cartuja la Exposición Universal de 1992,
en la que el Monasterio albergó el Pabellón Real.
En
la actualidad, la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla
acoge las sedes del Rectorado de la Universidad Internacional de
Andalucía, del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico y del
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.