Al-Qal´at wādī-Xirá
Al-Qaşr/alcázar
de Alcalá de Guadaira se alza sobre un cerro a orillas del río Guadaira, al
oeste de la localidad de Alcalá de Guadaira, es uno de los conjuntos
fortificados más importantes de la provincia de Sevilla, comprendiendo una
serie de edificaciones entre las que hay que distinguir el alcázar, de planta
irregular en torno a dos patios, y la muralla de la antigua villa con sus
puertas, torres, barbacanas y demás obras defensivas
Este ámbito
del Recinto Fortificado es el que tradicionalmente recibe la denominación de
“Castillo”, y se compone de tres espacios, ampliaciones a su vez del enclave
original.
Los hallazgos
arqueológicos más antiguos apuntan a la existencia en este sector de un poblado
de la Edad del
Bronce (II milenio a C.), cuando se instala un pequeño poblado amurallado de
planta ovalada de la que sólo se conservan algunas cimentaciones actualemte no
visibles, en el extremo oeste del Cerro. Sería un asentamiento dedicado a la
producción agrícola de la campiña del Guadaíra, que por su tamaño dependería de
alguna manera del cercano (y mayor) poblado situado en la Mesa de Gandul. Con la
llegada primero de los griegos, que la denominaron Hiemipa, y luego los
romanos, que le cambiaron el nombre por el de Ordo Hienípensis, no sabemos cómo
sería el asentamiento romano del Cerro del Castillo, pero los hallazgos de
cerámica y algunos muros a cierta profundidad sí confirman su existencia, con
un momento espacialmente importante en época altoimperial (siglos I - III
a.C.), ellos construyeron el puente de piedra sobre el río Guadaira, formado
por siete arcos. Durante varios siglos fue el único paso hacia los puertos de la Bahía de Cádiz en época de
inundaciones.
A
partir del siglo IV y hasta el siglo XI, el Cerro del Castillo vuelve a ser un
emplazamiento para el que la
Arqueología no aporta información. De la Historia del Cerro del
Castillo hasta el siglo XII no podemos ver hoy nada, puesto que los indicios
arqueológicos son escasos o se hallan bajo la superficie. Toda la edificación
que podemos ver en la actualidad comienza su construcción a finales del siglo
XII, cuando el Califato al-muwaḥḥád/almohade
(siglos XII - XIII) construye una pequeña Qal´at/fortaleza, estratégicamente
situado en el extremo oeste, la zona más alta del Cerro, sobre una antigua
construcción romana.
Al-Qal´at/Castillo de Alcalá de
Guadaira consta de varias edificaciones. Es de planta irregular, los materiales
utilizados en esta fortaleza son dos fundamentalmente: la piedra y el ladrillo.
Se usa el tapial con ladrillo, sistema muy utilizado por los musulmanes, y se
refuerza con sillares en zonas visibles del edificio como los vanos, las
puertas o, incluso, las esquinas. Poseía foso y puente levadizo, y está
franqueado por once torres, nueve de planta irregular y dos poligonales,
formando dos recintos o patios. La mayoría de las torres son de forma
cuadrangular y de gran altura, destacando la torre del Homenaje y una torre albarrana,
en la parte principal, que se unía al resto del recinto por medio de un arco
apuntado. En total posee 13 torres.
La primera
ampliación se produce entre fines del siglo XII y las primeras décadas del
siglo XIII, hacia el sur, en repuesta a la necesidad de acantonar las tropas
del ejército del califa al-muwaḥḥád Abū
Ya´qūb Yūsuf, cuando del Patio de los Silos, se amplía hacia el sur con un
nuevo recinto (Patio de la Sima)
en cuyo interior se construye un pequeño Ḥammām/baño
público para el servicio de la guarnición de la fortaleza.
La conquista cristiana de Al-Qal´at wādī-Xirá 1246.
En septiembre
de 1246, Fernando III, rey de Castilla emprendió una expedición de tanteo, ya
que las tropas del rey a quien acompañaban su hermano el infante Alfonso de
Molia, su hijo, el infante Enrique y los maestres de las órdenes de Calatrava y
Santiago “non pasauan por trezientos caualleros arriba”, a las que habría que
añadir la caballería y el peonaje del concejo de Qūrţuba/Córdoba. Un ejército
muy menguado, en cualquier caso, como para acometer la empresa del cerco de
asedio a Išbylīya/Sevilla; ello explica, sin duda, que el rey tras devastar y
saquear todo el Alcor y el campo de Qarmūna/Carmona, avistó la formidable
fotaleza de Al-Qal´at wādī-Xirá/Alcalá de Guadaira, cuyos habitantes, temerosos
de los efectos de una resistencia imposible, se apresuraron a enviar una
embajada de la madīnat/ciudad, la cuál se presentó en el real castellano para
entregar las llaves de la misma de forma voluntaria. Pero no al monarca
castellano, sino al ´Āmir de Garnāţa/Granada, Mwḥāmmad
I ibn Naşr al-Aḥmar, fundador de la
dinastía naşrī/nazarí del Reyno de Garnāţa/Granada, quien acudía para reforzar
al castellano con una tropa de 500 caballeros, subsiguientemente, entregó la
villa a Fernando III, rey de Castilla el día 21 de septiembre de 1246, a quien había rendido
pleito de homenaje, a cambio de una sustanciosa alfada de 150.000 maravedises
anuales que se quedaría un tiempo en ella, ampliando el propio Patio de los
Silos hacia el este, con la construcción de dos torres ochavadas (antecedentes
de la Torre de la Plata, construida pocos años
después en Sevilla). El rey dejó de frontero al noble castellano Rodrigo
Alvares, y en el escudo de Castilla que se contempla sobre la puerta en recodo
del Patio de los Silos vemos que el blasón está flanqueado por dos llaves que
hoy día figuran en el escudo municipal, concedidas por Fernando III como símbolo
de que la fortaleza era la llave del Valle del wādī-l-Qabīr/Guadalquivir.
Pero no sería
hasta 1253 cuando después del reparto de Alfonso X, rey de Castilla, pasara a
depender de los Fueros de la
Catedral de Sevilla.
1.°) Mantenimiento de su ley y de
sus “fueros”.
2. °) Permanencia de la
estructura tradicional de Al-ŷamá‘a/ aljama o comunidad, presidida por su Al-Qāḍī/alcalde Hamet Aben Paxat, en la que se
integraban especialmente los viejos y personas de más prestigio de la
localidad.
3.°) Respeto a sus costumbres y
modo de vida tradicional, como se comprueba en la autorización de tener baños,
tiendas, molinos y alhóndigas «a la costumbre de los moros», como se lee en un
acuerdo con los musulmanes de Morón hecho en tiempos de Alfonso X.
4.°) Por último, derecho a
marchar libremente a donde quisieran.
5.º El pago al rey del diezmo de
todas las cosechas;un impuesto de capitulación, llamado genéricamente en los
documentos «el pecho de los moros» o alfitra, y un impuesto sobre la tierra
conocido con el nombre de almarjal. Es posible que también pagasen un impuesto
sobre el ganado, llamado en la documentación valenciana de la época azaque, y
que en algunos casos los musulmanes estuvieron sometidos a prestar ciertos
servicios personales para la reparación de las fortalezas o para el
mantenimiento de edificios de cierta importancia, como sucedía en Córdoba,
donde los carpinteros, serradores y albañiles musulmanes debían trabajar gratis
dos días al año en las obras de conservación de la mezquita catedral.
El régimen
fiscal de los mudéjares distaba mucho de ser generoso, y es probable que los
castellanos se encargasen de endurecerlo aún más en los años que siguieron a la
conquista. Ello explicaría, entre otras, la sublevación casi general de los
mudéjares andaluces y murcianos en la primavera de 1264 y la emigración de
muchos de ellos a Granada, antes incluso de producirse la revuelta
En
la zona del Castillo, las transformaciones durante la Baja Edad Media son
importantes. Un primer momento se fecha entre las épocas de Alfonso XI, rey de
Castilla (1312-1350) y Pedro I, rey de Castilla (1350-1369), cuando
posiblemente se construyen el Alcázar Real y la Torre del Homenaje.
Tradicionalmente se asocian estas obras a la tenencia del Castillo de Alcalá
por parte de Leonor de Guzmán, amante de Alfonso XI, rey de Castilla, si bien
es un punto no contrastado. También en este momento se reformaría o
reconstruiría completamente la monumental torre de comunicación entre el Patio
de los Silos y el Patio de la
Sima, posiblemente de origen almohade
Por ultimo,
entre los ss .XIV-XV se añade el Alcázar Real, con su zona “señorial” la Torre del Homenaje. El
conjunto de las Alcazabas Occidentales se hallaba defendido por un antemuro,
todavía visible y fechable entre los ss. XIII-XV.
Ya en el siglo
XV, los diferentes momentos de luchas nobiliarias también afectaron al Castillo
y la Villa de
Alcalá. En 1444 se produce un importante asalto armado a la Villa de Alcalá, con uso de
artillería, que produjo importantes destrozos y las consiguientes reparaciones
en las murallas de la fortaleza. Como
consecuencia de los disturbios que tuvieron lugar durante el reinado de Enrique
IV, rey de Castilla, dentro de los enfrentamientos con motivo de la subida al
trono de Isabel I de Castilla, entre los Guzmán y los Ponce de León, el marqués
de Cádiz en 1471 de apoderó de la alcazaba y construyó el pequeño alcázar
ubicado en la zona oeste del recinto, dotado de un muro de tapial con troneras
de cruz y orbe y defendido por un foso y acceso mediante un puente levadizo. La
ocupación se mantuvo hasta 1477, empleando el Castillo como base de operaciones
para hostigar a los partidarios de Isabel, acantonados en Sevilla. Las fuentes
documentales nos hablan de que en este momento se realizan importantes obras en
el Castillo, concretadas posiblemente en el cierre oriental del Patio de la Sima y el antemuro que separa
la zona del Castillo y la
Puerta de San Miguel del arrabal, lugar preferente para los
asaltos armados a la fortaleza. Así mismo, se observan en dicho recinto los
restos de dos grandes aljibes al nivel del suelo, por lo que sus bóvedas
formarían una azotea a la altura de la entrada de la albarrana reconvertida en
torre del homenaje. Varias cortaban el paso del adarve para, en caso de un
asalto, impedir a los atacantes invadir el resto de la fortaleza. Igualmente,
todo el recinto contaba con un antemuro y dos corachas que bajaban hasta el río
para controlarlo. Finalmente, añadir que en el extremo oeste, donde se ubica el
pequeño alzázar antes mencionado, había una poterna disimulada en una falsa
torre y que daba a la liza. Junto a una de las corachas había otra poterna
aprovechando un desdoblamiento de la muralla. El fin de las luchas nobiliarias y la
paz impuesta por Isabel I, reina de Castilla y Fernando II, rey de Aragón
marcaría el principio del fin de muchas fortalezas andaluzas, perdida ya su
función militar. El alcázar acogió a ilustres personalidades, como Isabel I,
reina de Castilla y Fernando II, rey de Aragón y Carlos V, rey de España, que
convirtieron entonces el Castillo en cárcel real para importantes personajes,
como Diego García de Padilla (Maestre de Calatrava), Juan Cardellas (Arzobispo
de Braga y partidario del conde Trastámara), y Pedro Girón, III duque de Osuna,
entre otros. Posteriormente fue propiedad del Conde de Arcos y luego del Conde
de Niebla.
Durante el
siglo XVI fue entregado a familias noble sevillanas (como los Enríquez de
Ribera) como favor cortesano antes que como oportunidad militar. Todavía en
este siglo se realizan algunas obras para mejorar la habitabilidad de la
fortaleza, como el conjunto de patios y habitaciones construidos al interior
del Patio de la Sima. No
obstante, a comienzos del siglo XVII el Castillo presentaba ya un aspecto
ruinoso, que marca el comienzo de su abandono hasta el siglo XX. Durante
el siglo XIX, el Cerro del Castillo permanecería prácticamente abandonado,
convertido en referente para los viajeros románticos. Hay que esperar a
mediados del siglo XX para retomar el uso del antiguo recinto amurallado,
cuando en los terrenos del barrio de Santa María se realizan importantes obras
de explanación y aterrazamiento, a fin de instalar la Feria de Alcalá en estos
terrenos. El uso de Santa María como recinto ferial se mantendría hasta finales
del siglo XX, dando un nuevo uso al espacio monumental. Paralelamente se
produce la reocupación urbana de San Miguel, con un asentamiento de familias
obreras con pocos recursos, germen de la actual barriada.
Fue declarado
Monumento de Interés
Histórico-Artístico, en 1924, aunque
esto no impidió que muchos de los habitantes de la villa utilizasen los
materiales para la construcción de sus viviendas, lo que hizo resentirse al
majestuoso edificio defensivo, y en 1985 recibió la catalogación como Bien de
Interés Cultural. Bajo la protección de la Declaración genérica
del Decreto de 22 de abril de 1949, y la
Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. En el año
1993 la Junta
de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma
de Andalucía.
Villa Medieval
A finales del siglo XIII, Alcalá entra
a formar parte de la línea interior del conjunto de fortificaciones de la
"Banda Morisca", espacio fronterizo entre el Reino de Sevilla y el
Reyno de Garnāţa/Granada. Durante varias décadas, el paso de tropas de uno y
otro bando a través del paso del Guadaíra sería constante, especialmente de las
huestes benimerines que procedentes de Ronda atacaron Sevilla en varias
ocasiones. Como consecuencia de ello, en 1280 Alfonso X, rey de Castilla funda la Villa de Alcalá, en la
explanada al Este del Castillo, con ello se pretendía disponer de una población
estable en este enclave, que pudiese controlar el paso del Guadaira durante las
incursiones benimerines de finales del siglo XIII. Con esta fundación se
constituye por primera vez un asentamiento urbano en el Cerro del Castillo,
Por la situación militar del momento, la Villa de Alcalá se amuralló
rápidamente, cerrando la explanada con un circuito continuo de murallas que
conectaban con el Castillo.
Las Murallas
de la Villa
circunvalan el perímetro superior del Cerro del Castillo, enlazando el complejo
de las Alcazabas Occidentales con la Alcazaba de la Torre Mocha, situada
al este. Su recorrido presenta dos accesos, la propia Torre Mocha, o Puerta de
Santa María, y la Puerta
de San Miguel, en la conexión con el arrabal del mismo nombre.
El sistema
constructivo de la muralla es uniforme, a base de un núcleo de argamasa de cal
y arena mezclada con mampuestos sin desbastar y un forro al exterior e interior
de mampuestos careados con cascajo (ripio) en las juntas. Las solidez de la
fabrica junto con su grosos (una media de 2m de anchura) otorga una gran
consistencia al conjunto amurallado, originalmente coronado con un paseo de
ronda y un peto corrido de tapial.
La Villa de Alcalá durante el
siglo XIV se organizaba en grandes manzanas en la parte superior del Cerro del
Castillo, en torno a la iglesia de Santa María del Águila, siguiendo un trazado
regular, propio de una fundación de nueva planta La comunicación exterior del
barrio (collación) de Santa María se realizaba a través de dos puertas, la de
Santa María (también conocida como "Torre Mocha") al este y la de San
Miguel al sur. Cada manzana albergaba una o varias casas, construidas en
mampostería y centralizadas por patios con solería de ladrillos, entorno a los
cuales se disponían las habitaciones. El conjunto presentaba pocas ventanas al
exterior, siguiendo la tecnica constructiva bajomedieval sevillana.
El
auge económico y demográfico que experimenta Alcalá durante la Baja Edad Media (siglos
XIV - XV) explica que durante el siglo XIV se produjese un nuevo poblamiento en
la falda suroeste del Cerro del Castillo, en torno a la iglesia de San Miguel.
Éste sería el origen del arrabal de San Miguel, igualmente amurallado durante
el siglo XIV, cerrando así el circuito de murallas de Alcalá de Guadaíra hasta
la ribera del río. Con ello se constituía uno de los recintos fortificados más
extensos de Andalucía, con una superficie total de 21 hectáreas.
Junto con el
Castillo, el barrio de Santa María y el arrabal de San Miguel también son
progresivamente abandonados durante los siglos XVII y XVIII. Por una parte, los
documentos señalan las dificultades de abastecimiento, precisamente por su
complicada localización y acceso. Esto explica el surgimiento de nuevos barrios
de Alcalá en zonas más bajas (Santiago, San Sebastián...). A ello se unieron
varios brotes epidémicos, que terminarían por vaciar el barrio de Santa María.
Primera implantación de pobladores cristianos en la Villa.
Acabarían integrándose un grupo de
soldados/repobladores que pudieron asentarse en Alcalá tras haber recibido
tierras en su término y casas en la villa como pago a los servicios prestados
en la conquista de Sevilla y/o, como parece probable, por su condición de
repobladores.
Este grupo de
soldados/repobladores recibió casas en Alcalá y heredades en la aldea o
hacienda de Borgalhamar, que el rey había reservado inicialmente para sus
galeras. Los beneficiarios pertenecían a cinco cuadrillas de almogávares o
peones, a las órdenes de sus respectivos jefes de grupo o almocadenes. A cada
uno de ellos se entregaron lotes de tierra, de acuerdo con su categoría
militar. Y, así cada uno de los cinco almocadenes recibió un lote consistente
en dos yugadas de tierra de labor (unas 60 has.), dos aranzadas de viña; tres
aranzadas de olivar, y una aranzada y media de huerta; mientras que cada uno de
los almogávares —57 en total— recibió una yugada de tierra de labor; dos
aranzadas de viña; dos de olivar y una de huerta. Así pues, el total de bienes repartido ascendió a 60 casas, 61
yugadas de tierra de labor (unas 1.830 has.), 117 aranzadas de olivar, otras
tantas de viña y unas 58 y media de huerta.
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