Plaza
de Molviedro
Tras
la conquista castellana de Sevilla, fueron cedidos al Temple unos
terrenos intramuros que abarcaban desde la actual Plaza Nueva hasta
más allá de la Puerta del Arenal.
La
Orden del Temple formó Compás propio (espacio con jurisdicción
particular) en la ciudad. Se sitúo en la zona de la Laguna de la
Pajería, antiguo meandro del río, Calle de la Laguna y Compás de
la Laguna (actualmente Calle Castelar y Plaza de Molviedro), y se
extendió desde la Huerta de San Francisco –hoy plaza del mismo
nombre y parte de Plaza Nueva, hasta la muralla que existía junto a
la Puerta del Arenal. En las Casas de la Pajería se ubicó la plana
mayor templaria llegada a la capital andaluza. Se constituyó como
Priorato, dependiente de la encomienda de Jerez, y con la función
central de alojar las huestes de la frontera, ofrecer residencia a
los transeúntes y, muy especialmente, mantener a la Orden en
conexión con la Corona, dado que tanto Fernando III como Alfonso X
fijaron en Sevilla su residencia.
Desde
finales de la Edad Media el puerto y el Arenal sevillanos fueron una
populosa zona de transacciones comerciales, fabricación de útiles
para el comercio y enseres navales, pero también de encuentros
sociales y de juergas, cuando no de peligrosos casos protagonizados
por delincuentes, pues existía un gran número de población
flotante y desarraigada. En el XVI, cuando la Ciudad alcanzó una
importancia mundial y la población se duplicó, superando la cifra
de 100.000 habitantes, estos problemas se agravaron: Sevilla vivía
en una dualidad en que la que convivían la riqueza y la pobreza,
emporio económico y también centro de la picaresca, “amparo
de pobres y refugio de desechados”
en frase de Miguel de Cervantes.
La
prostitución se hallaba muy
extendida
en
Sevilla, sobre todo en los alrededores del puerto y en determinados
barrios de la ciudad, a extramuros. La política era de tolerancia
pero de segregación en lugares concretos; estos lugares eran las
llamadas mancebías,
que se institucionalizaron para acoger y controlar a las mujeres
públicas, es decir, a aquellas mujeres definidas en las Partidas de
Alfonso X como mujeres "que
están en la putería e se dan a todos cuantos a ellas vienen".
Eran mujeres "que
ganaban por las tabernas e bodegones e otras partes",
acompañadas de rufianes y gente de mal vivir, cuya presencia era
poco ejemplarizante para las mujeres honestas y desestabilizaba la
tranquilidad del vecindario por los escándalos, riñas y robos que
con frecuencia se producían.
La
Mancebía de Sevilla era mucho más que el lugar habitual de
prostitución; era el único espacio legal para ejercerla, casi una
institución municipal, con sus propias Ordenanzas y una Comisión de
munícipes supervisores. Los poderes públicos pretenden confinar la
prostitución a un espacio claramente acotado y alejado teóricamente
de las zonas centrales de la ciudad. La política municipal obedecía
más a intereses de orden público que a intereses económicos.
LA MANCEBÍA DE SEVILLA estaba en el llamado "Compás
de la Mancebía" -
Era
un lugar bajo, que se anegaba con facilidad por su cercanía al río,
por lo que se le llamó también "Compás de la
Laguna ".
(antiguo brazo del rio desecado siglos atrás), en el barrio del
Arenal.
La
mayoría de las rameras se concentraban en el Compás aunque solían
trabajar en la Resolana, San Bernardo, Callejón del Agua, junto al
Alcázar, murallas, Hoyas de Tablada y Triana, donde había menos
vigilancia y más comodidad para estos entretenimientos.
La
mancebía se encontraba delimitada por la muralla de la ciudad y por
una tapia interior dentro del perímetro intramuros. Sus límites se
marcaban por dicha muralla que discurría por detrás de la calle
Santas Patronas en dirección a la calle de la Mar (hoy García de
Vinuesa) completándose con una tapia que seguía por la trasera de
las casas de la calle Harinas. Hay que tener en cuenta que la calle
de la Mar y la Puerta del Arenal no se comunicaban directamente con
la Mancebía, ya que al final de la calle Castelar se abriría
posteriormente bajo el mandado de Pablo de Olvaide, asistente entre
1767 y 1776 (hoy diríamos Alcalde). La tapia continuaba, sin
interrupción y discurriendo entre las casas, por la calle Harinas
hasta el Arco de Atocha, y seguidamente entre las calles Piñones
(actual Padre Marchena) y Pajería (hoy Zaragoza). Desde Piñones,
dicha tapia seguía por detrás de las calles Rosas (Quirós) y
Rosillas ( Fray Bartolomé de las Casas), para enlazar con el tramo
final de la Pajería hasta la calle del Rey (San Pablo), donde el
cerco se cerraba con el encuentro entre la tapia y la muralla.
Hacia
el Arenal se comunicaba a través de un postigo -donde luego se alzó
el Baratillo- y hacia la ciudad se abría se encontraba la entrada
principal a la Mancebía, la puerta principal ubicada bajo el
Arquillo de Nuestra Señora de Atocha. La puerta era mas conocida por
el Golpe, a causa de poseer uno de esos pestillos que se cierran
solos con un simple golpe, situada en la confluencia de las actuales
calles de Jimio, Gamazo y Zaragoza, donde había un portero
"guardacoimas"
o "guardapostigo",
( un empleado de los padres encargado de la vigilancia).
Otras
dos entradas de la Mancebía estaban en las calles Rositas y Rosas,
(actuales Fray Bartolomé de las Casas y Quirós) y Palenque (hoy
Doña Guiomar). Todas estas eran las entradas “oficiales” pues
por las traseras de las casas se hacían perforaciones o boquetes en
la tapia que cercaban la mancebía y además existieron numerosas
entradas secretas en el lienzo de muralla que separaba a la mancebía
del puerto, que dificultaba enormemente el control sobre la misma,
siendo muy difícil impedir la huida de delincuentes y que las
mujeres públicas salieses y ejerciesen su oficio por las calles.
Allí
junto al lugar donde fondeaban los navíos, donde acudína los
marineros y los emigrantes, el negocio era más intenso y directo.
Esta ubicación central (pues e puerto era ya entonces, como lo sería
mas en el siglo siguiente, el verdadero corazón de Sevilla), explica
la reiterada decisión del Concejo por aislar la Mancebía lo más
posible, ordenando tapiar todo su contorno y eliminar portillos que
daban paso a calles secundarias.
En
1772 el asistente Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui ordena
la demolición de la Mancebía y rehacer el barrio de nueva planta,
encargando su ejecución al ingeniero Manuel Prudencio de Molviedro y
Angel, concluyéndose seis años más tarde, bajo el mandato de Pedro
de Samaniego Montemayor y Córdoba, vizconde de la Armería
y marqués de Monte Real, tras el encarcelamiento de
Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui por la Inquisición. En
esas fechas sería derribada una ermita situada en el centro del
Compás junto a una cruz, y erigida la capilla del Mayor Dolor que
hoy acoge a la hermandad de Jesús Despojado, Asimismo, según consta
en el Archivo Municipal, se eleva en el nuevo ensanche un palenque
"para vender pan, carne, bacalao, pescado, hortalizas y demás
comestibles", siendo rotulado hacia 1840 como plaza de
Molviedro.